Estas últimas semanas, en las diversas redes sociales se han viralizado pequeños vídeos que empezaron en TikTok, en los que mujeres de diversas edades preguntaban a sus maridos y/o compañeros si pensaban a menudo en el Imperio romano. Y cuando ellos respondían afirmativamente, les preguntaban cuántas veces por semana, y se hacían cruces cuando algunos respondían que pensaban en ello a diario.

https://www.tiktok.com/@kaara_elizabthh/video/7278846646287584558?q=roman%20empire&t=1695459280916 

https://www.tiktok.com/@b3ckatitagain/video/7278103608623893806?q=roman%20empire&t=1695459280916

Desde que esto se extendió ha habido mil vídeos, memes e incluso artículos que se ríen o intentan desgranar por qué los hombres piensan en el Imperio romano. –Hay que clarificar que este tópico no se cumple en el caso de mi relación afectiva con un hombre heterosexual, pues servidora de ustedes es historiadora y apasionada de la Antigua Roma, así que sería yo la que piensa a menudo en Roma, dejando que él se obsesione con otros temas, como por ejemplo, Javier Milei (https://catalunyaplural.cat/ca/javier-milei-o-perque-el-meu-perruquer-es-ara-un-feixista/)–. 

Según este nuevo trend de TikTok, los hombres piensan muy a menudo en el Imperio romano, más de lo que una podría pensar. Y cuando les preguntan por qué, las razones que dan van desde la enorme fuerza militar a los gladiadores, la enorme importancia en nuestra civilización actual, los acueductos o las novedades arquitectónicas que aportaron, como por ejemplo, la invención del cemento. Otros hombres se han conformado aceptando que piensan en el Imperio romano “porque es cool.” (Murray, 2023)

Algunos hombres justifican sus pensamientos diciendo que el Imperio romano fue una gran civilización, el gran imperio sobre la tierra. Pero esta afirmación es sencillamente falsa; imperios como el español, el británico o el mongol tuvieron mayor extensión territorial. Entonces podríamos considerar que si no es por territorio es por duración, pero también sería un error pensar que la importancia del Imperio romano radica en los siglos de dominio pues, según la tradición, la ciudad de Roma fue fundada el año 753 a.C., y datamos la caída del Imperio romano (de Occidente) en el siglo V d.C. Y a lo largo de esos 800 años de historia, Roma tuvo varias formas de gobierno: primero fue una monarquía, posteriormente una república y, finalmente, un imperio. Imperio que –si no contamos el Imperio romano de Occidente, que se convirtió en Imperio bizantino– no duró más que unos 500 años. Años que, políticamente, se caracterizan más por las luchas internas y las rebeliones que por ser un período a destacar más allá de episodios como la Pax Augusta (El reinado del primer emperador Augusto) o personajes como Julio César o Marco Aurelio.

Si bien es evidente la importancia del Imperio romano de Occidente, porque no veo a nadie hablando del Imperio bizantino, otras culturas y civilizaciones como la egipcia, la mesopotámica o, por proximidad, la Hélade o la Antigua Grecia también han tenido mucha importancia a nivel territorial, de innovaciones tecnológicas o a nivel cultural. Entonces, ¿es evidente que hay que preguntarse “por qué Roma”?

Y la respuesta es sencilla: porque los hombres no piensan en el Imperio romano, piensan en la imagen creada a partir de la idea de Imperio romano, y esto no es su culpa.

Desde el Renacimiento italiano (siglos XV y XVI), las élites culturales, artísticas y políticas europeas buscaron en Grecia y Roma un modelo para el arte, el ideal de belleza y las instituciones de gobierno. El término ‘renacimiento’ –rinascita– fue creado por el florentino Giorgio Vasari con la voluntad de alejarse de lo propiamente anterior (la tradición artística medieval) y de volver a los clásicos. Pero ese modelo clásico al que volvían no era el auténtico propiamente dicho, sino el que ellos tenían y fueron creando, con sus influencias cristianas y con un acceso a las fuentes bastante limitado. El modelo imperial sobre el que se basa la civilización occidental es una construcción renacentista y posteriormente apuntalada por los ilustrados del siglo XVIII. 

Este Imperio romano en el que piensan está basado en fuentes masculinas que escriben sobre otros hombres para otros hombres. El modelo de imperio que construyeron y sigue prevaleciendo es un modelo irreal en el que aún no se había descubierto Pompeya, no sabían nada de la multiculturalidad del imperio y todavía creían que las esculturas eran de mármol blanco.

Esta idea de Imperio romano está lejos de la amalgama de olores, colores, idiomas y religiones que fue en realidad. La idea del pater familias, que sustenta el sistema patriarcal, y el ideal femenino de la matrona romana (pía, casta y austera) no son más que eso, ideas.

El modelo imperial sobre el que se construyó la civilización occidental, el modelo al que toda civilización debería aspirar, este Imperio romano en el que a menudo piensan los hombres, el narrado por Suetonio, Marco Aurelio o Dion Casio, es un modelo propiamente masculino. Un Imperio romano creado para cumplir unas expectativas irreales y erróneas de un período complejo y diverso, y ya me sabe mal a mí ser la que os diga que este Imperio romano en el que tanto pensáis, simplemente no existe.

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