En el tercer episodio de la primera temporada de la serie Futurama (1999-), titulado en inglés I, Roommate ([Yo, compañero], 1999) (emulando la fonética del popular libro de Isaac Asimov, I robot, 1950), el personaje de Fry está buscando un apartamento y el robot Bender le propone vivir juntos, y así lo hacen. Solo hay un problema: que el apartamento de Bender es de casi un metro cuadrado de tamaño y apenas caben los dos. Después de probar de dormir de pie una noche, la situación es insoportable, y Fry decide continuar con la búsqueda de un lugar en condiciones.

Resumiendo, después de ver el efecto devastador que ha supuesto para el robot no acabar viviendo juntos (con la ilusión que le había hecho), y al recordar lo bien que lo pasan los dos, Fry decide volver al “apartamento” de su amigo, con el consiguiente regocijo de este. Cuando ya se ha resignado a dormir de pie otra vez, se queja de que no haya ni siquiera una triste ventana en ese diminuto habitáculo y Bender le contesta que en el armario hay ventanas. Cuando abre la puerta del presunto armario que permanecía casi oculto, Fry descubre una sala enorme, que es donde finalmente se instala. Bender se sorprende de lo raros que son los humanos, que prefieren dormir en el armario. Los espectadores, en cambio, nos sorprendemos de la relación de amistad tan intensa y sincera que hay entre los dos, entre Fry y el robot Bender.

En el libro Robots de cine (2019), publicado por Diábolo Ediciones, aparecen numerosas muestras en la ficción de amistad de humanos con seres artificiales, y también de una intensidad que nos puede resultar incompresible y perturbadora en nuestro entorno, teniendo en cuenta que sí que hay culturas en el que no es raro que haya personas con mascotas robóticas, que se preocupan por su cuidado como si se tratasen de un ser vivo. Una historia similar de amistad es la que podemos contemplar en la nueva película del director Pablo Berger, Robot Dreams (2023), un largometraje de animación presentado internacionalmente en el 76º Festival International du Film de Cannes, posteriormente ganadora del Gran Premio Contrechamp en el prestigioso 63º Festival International du Film d’Animation d’Annecy, y, finalmente, competidora en la sección oficial de la 56ª edición del Sitges-Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya.

La película se basa en la novela gráfica homónima, Robot Dreams (2007), de la ilustradora estadounidense Sara Varon, publicada en 2022 por el sello Astronave de Norma Editorial. La historia comienza con la vida solitaria del protagonista, Dog, un perro antropomórfico, un ciudadano anónimo más en su modesto apartamento de una gran ciudad como es Nueva York. Decide comprar un robot con el que compartir sus momentos de ocio y, una vez montado, se convertirá en su mejor amigo con el que vivirá todo tipo de vicisitudes en su tiempo de ocio. Hasta que, en una escapada a la playa, la oxidación provocada por el agua del mar deja inmóvil al robot y obliga a su compañero a abandonarlo temporalmente en la arena. Es ahí donde veremos la inquietud del perro por lo que le estará pasando a su amigo y, a la vez, lo que sueña el robot mientras espera a que le rescaten de su inmóvil postura.

El aspecto del protagonista robótico recuerda las formas de Bender, es decir, las de un humanoide metálico que, además, resulta fácil de montar, con el tronco y la cabeza, por un lado, y las cuatro extremidades y el cuello flexibles, por otro, eso sí, siguiendo en todo momento las instrucciones de la caja que le llega a Dog a su domicilio. El estilo de Varon dota de gran expresividad a los personajes, una característica fundamental teniendo en cuenta que la novela gráfica es muda, algo que atrajo la atención del director Pablo Berger, coleccionista de este tipo de obras sin palabras. Él mismo apostó por el cine silente en su premiada película Blancanieves (2012), protagonizada por Macarena García y Maribel Verdú, entre otros.

Berger descubrió la novela gráfica de Sara Varon hace tiempo, cuando se publicó originalmente hace más de tres lustros. Diez años después volvió a recuperarla como lectura y pensó que era el guion perfecto para una película, además de ser un nuevo reto profesional al considerar que sería una película de animación, algo de lo que carecía de experiencia previa y al que debería de dedicar varios años de trabajo. Trabajó en el desarrollo del guion durante un año y aprovechó un viaje a un festival de cine en Chicago para proponer una reunión en una cafetería de Nueva York con la autora, sin ponerla en antecedentes, toda una osadía teniendo en cuenta que no tenía los derechos de adaptación ni había involucrado a ninguna productora en el proyecto. El éxito de la entrevista fue el detonante de la película que hoy es una realidad, unos cuantos años después.

A Sara Varon le entusiasmó especialmente la decisión de Pablo Berger de que la animación fuera en dos dimensiones y que se respetara la historia original, plagada de humor y de emoción, con un ritmo trepidante. La adaptación en forma de película animada permitía convertir la ciudad de Nueva York en un personaje más, y completar la acción de una banda sonora que dotara a la película del carácter universal al no necesitar las palabras ni traducciones y acontecer en un lugar tan conocido en la ficción.

Una de las primeras cosas que aprendió el director era la importancia de dos personas clave en un proyecto de animación: el director de arte y el director de animación. El autor de cómics e ilustrador, José Luis Ágreda, asumió las funciones de director de arte, una responsabilidad que ya tuvo en la multipremiada Buñuel en el laberinto de las tortugas (2018), dirigida por Salvador Simó, que también adaptaba una novela gráfica homónima, en este caso de Fermín Solís. En este caso, participó activamente en la primera versión del guion gráfico y en la primera versión animada de prueba, fundamental para empezar a trabajar la previsión de tiempo de las escenas. Por otro lado, Benoît Feroumont sería el responsable de animación, también autor de cómic, y también con experiencia previa de trabajar en diferentes películas.

La experiencia de Berger de haber vivido durante diez años en la ciudad permitió contextualizar la historia en una época muy concreta, en la década de los ochenta, con su música característica y una ambientación determinada. La apuesta por las dos dimensiones y por un estilo cinematográfico, con fondos espectaculares y un trazado que emula la línea natural del trabajo original de Sara Varon, consigue un resultado con un dibujo preciso y un entintado natural que no parece artificial en su concepción, permitiendo la inmersión del espectador en los diferentes escenarios y ambientes en que se sumergen la pareja protagonista.

Los artistas consiguen en la película una integración completa de la escena, entre el fondo y los personajes, buscando más el lenguaje del cómic en una disciplina diferente como es la animación, con una composición plagada de detalles que hará disfrutar más de un visionado, teniendo en cuenta que es una película atemporal que se podrá ver en el futuro, envejeciendo muy bien, sin que pierda fuerza en su acabado. Un acabado en el que han participado decenas de artistas con diferentes responsabilidades y dedicación a lo largo de los cinco años de la producción.

La concepción de la película es muy cinematográfica, no tanto por el movimiento de cámara sino por el montaje (la elección de planos y contraplanos, el foco a detalles y pequeños movimientos, etc.) y la expresividad de los personajes, potenciando la teatralidad de la escena (o de la viñeta original), facilitando la comprensión de la historia teniendo en cuenta que no hay palabras, emulando las películas de cine muda de hace más de un siglo. La banda sonora nos ayuda a transportarnos a los ochenta con canciones populares y estéticas urbanas reconocibles.

La historia original de Sara Varon nos habla sobre la fragilidad de la amistad y, también, sobre la pérdida. Sobre la resiliencia y sobre la superación de las adversidades y la adaptación a las nuevas situaciones. Si quieren ver la nobleza de un robot que piensa en el bienestar de su amigo, no dejen perder esta doble oportunidad, de novela gráfica y de película de animación. Se sorprenderán por emocionarse al ver la decisión de un ser artificial.

Share.
Leave A Reply