Cuando a finales de enero de 2009 se anunció en la 36ª edición del Festival International de la Bande Dessinée d’Angoulême, el certamen del sector del cómic más importante a nivel europeo y de los más destacados a nivel internacional, que el jurado había otorgado el Gran Premio al dibujante Blutch, el recibimiento de la noticia se acogió de forma muy positiva por la crítica y por los aficionados, a pesar de los 41 años que tenía en ese momento. Teniendo en cuenta que el Gran Premio se concede a un autor en reconocimiento al conjunto de su obra, la aclamación del veredicto fue un indicativo indiscutible de la calidad de su producción, y un empuje significativo a su trabajo, que continua hasta la actualidad, siempre innovando y experimentando en cada proyecto.
En octubre de 2023, la Editorial Finestres publica por primera vez en catalán la que se considera una de las mejores obras del autor, poco más de cinco lustros después de su publicación original en capítulos en la revista de cómics À suivre (1978-1997) de Éditions Casterman (después de ser rechazado por otras revistas por las dudas que planteaba la propuesta arriesgada del autor) y, finalmente, publicada un año después en un único volumen autoconclusivo y completo (en otra editorial de menor tamaño entonces, Éditions Cornélius, debido a las quejas por su complejidad y escenas explícitas, un cambio de editor que sería trascendental, convirtiéndose en un punto de inflexión en su carrera). Esa novela gráfica es la que ahora vuelve de nuevo a las librerías, Pèplum (1997), con traducción de Pau Gros, que contaba ya con una edición en castellano publicado por Ponent Mon en 2008, en ese caso con traducción de Elia Maqueda, ya casi imposible de encontrar, descatalogada desde hace años. La nueva edición cuenta con la rotulación de Gabriel Regueiro, que utiliza una tipografía que fluye en las páginas en consonancia con el dibujo y con la época en la que acontecen los hechos, situada cronológicamente en los albores del imperio romano.
Blutch, nombre artístico de Christian Hincker (Estrasburgo, Francia, 1967), se caracteriza por su estilo claroscuro, una técnica que consiste en el uso de contrastes fuertes entre volúmenes, que llega a su máximo esplendor en el blanco y negro y en el predominio de la mancha de tinta, que resulta soberbia con un trazo de textura áspera y austera. Curiosamente, su apodo es un homenaje a un personaje de la mítica saga de cómics Casacas azules (Les Tuniques bleues, 1968-actualidad), un título destacado de la línea clara belga, en las antípodas del estilo de Blutch.
En Pèplum utiliza una composición sucinta de la página, con un máximo de seis viñetas en tres filas, con dobles y triples viñetas horizontales y verticales en ocasiones, a las que hay que incluir encuadres a página completa a modo de retrato de la escena. Algunas ilustraciones evocan al pintor Francisco de Goya (1746-1828) y al dibujante de cómics Alberto Breccia (1910-1993), en particular las más desgarradoras y minimalistas, aunque también el mismo autor reconoce influencias cinematográficas. El diseño artístico de la novela gráfica hará recordar al lector, quizás, la película El séptimo sello (Det sjunde inseglet, 1957), dirigida por Ingmar Bergman (1918-2007).
La admiración por el cine de Blutch es evidente, y lo puso de manifiesto en su ensayo gráfico Pour en finir avec le cinéma ([Para acabar con el cine], 2011), en el que analizaba la esencia del cine y el efecto que produce en el espectador. En las entrevistas reconoce que, para concebir Pèplum, le influyeron dos cineastas que también adaptaron obras clásicas. Por un lado, el director Pier Paolo Pasolini (1922-1975) y, especialmente, sus películas Medea (1969), El Decamerón (Il Decameron, 1971), Los cuentos de Canterbury (I racconti di Canterbury, 1972) y Las mil y una noches (Il fiore delle mille e una notte, 1974). Por otro lado, por motivos obvios como veremos más adelante, el director Federico Fellini (1920-1993), en concreto, la película Fellini Satyricon (1969).
La palabra péplum, del latín peplo de origen griego, se define hoy en día, literalmente, como «película ambientada en la Antigüedad clásica», y fue acuñada en una época caracterizada por la efervescencia de las producciones cinematográficas italianas de espada y sandalia que proliferaron en la década de los años cincuenta y sesenta del siglo XX. Que esa palabra sea el título de la novela gráfica escogido por Blutch es toda una declaración de la intencionalidad del autor. La obra comienza cuando un grupo de bandoleros descubren en una cueva el cuerpo congelado de una mujer bellísima, prisionera en un bloque de hielo, cuyos rasgos se asemejan a la estatua cretense conocida como Dama de Auxerre o Kore de Auxerre, datada del siglo VII a.C., que se encuentra actualmente en el Museo del Louvre, que sirvió de inspiración al autor.
En primera instancia, planean descongelarla (sus rasgos expresivos sugieren que todavía está viva), para poder venderla en el mercado como esclava. Después de vagar por los confines del territorio romano durante un año, no ha cambiado aparentemente el estado del preciado cargamento, debido a las bajas temperaturas. Y es justamente por las inclemencias del clima y el terreno los que los elimina prácticamente uno a uno (y algún que otro encontronazo entre ellos), dejando a un único superviviente. Creyéndose este enamorado de la mujer, decide viajar de regreso a Roma protegiendo el pesado bulto envuelto en una lona y viviendo numerosas circunstancias adversas en el trayecto.
Esta obsesión por la belleza y la perfección del cuerpo inerte, perfectamente conservado, evoca al mito de Pigmalión, mito que aparece por primera vez en Las metamorfosis (Metamorphoseis, siglo I) del poeta romano Ovidio (43 a.C.-17 d.C.), inspirado en la mitología griega y fenicia. Frustrado por la infructuosa búsqueda de la mujer perfecta, Pigmalión, rey de Chipre, se dedica a esculpir en mármol estatuas de bellas mujeres. Enamorado de una de sus creaciones inertes, le pide a Afrodita que la convierta en humana, a lo que accede. Con posterioridad, se asignó el nombre de la estatua a la de la ninfa del mar, Galatea.
A partir de ese instante, con un único superviviente del grupo inicial, para dibujar lo que le acontece, Blutch se inspira en el libro clásico El Satiricón (Satyricon, 60), escrito en latín a principios de la segunda mitad del siglo I, cuya autoría se adjudica a Petronius Niger, conocido como «el árbitro de la elegancia» (arbiter elegantiae), por su fama de organizador de festejos y espectáculos de gran lujo. Fue una persona influyente en la corte del Emperador Nerón, que mandó matarlo antes de que él mismo acabara con su vida cortándose las venas, no sin antes enviarle un escrito crítico, exponiendo sus depravadas costumbres y desacreditando las decisiones del emperador.
La obra ha llegado a nuestros días muy fragmentada y con numerosas lagunas. El mayor mérito de la obra radica en que cada uno de los personajes habla según su posición social, es decir, el latín de los personajes aristocráticos contrasta con el de los esclavos. La parte mejor conservada es la Cena Trimalchionis, donde se narra el banquete que ofrece un pintoresco nuevo rico a una variopinta galería de personajes. La historia se centra en las aventuras de dos libertinos: Encolpio y Ascilto, así como del joven amante del primero, el efebo Gitón, e incluye relatos homosexuales explícitos. Encolpio ha sido castigado por el dios Príapo haciéndole víctima de impotencia sexual, mientras que su amigo y rival, Ascilto, ambiciona el amor de Gitón. Las tribulaciones de los protagonistas incluirán un naufragio o la búsqueda de un tratamiento que cure la impotencia perenne manifiesta.
El éxito de la novela gráfica publicada en 1997 fue enorme. Considerada una obra maestra, se han realizado dos obras posteriores que recopilan material adicional, dibujos preparatorios, trabajos en tinta china, investigaciones de portadas originales, así como artículos y entrevistas con el autor analizando y reflexionando sobre la obra original y su adaptación. En concreto, nos referimos a Notes pour Péplum ([Notas para Péplum], 1998) y, más recientemente, Pétrone – Blutch. Une rencontré ([Pétrone – Blutch. Un reencuentro], 2019), las dos con guion y dibujos de Blutch. En este último, en la entrevista con el editor Jean-Louis Gauthey, reconoce que con Pèplum pretendía realizar una secuela de Satyricon, cambiando los protagonistas y reinterpretando el texto original, que, en realidad, sigue apareciendo en varios diálogos del cómic, además de intentar completar las partes desaparecidas e incompletas, tal y como intentó Fellini en su momento.
Uno de los cambios relevantes es que Blutch sitúa la historia en una época diferente del original, y que huye del tópico de situarlo en la época de la decadencia del imperio romano, de hecho quería justo lo contrario. En concreto, la traslada al Segundo Triunvirato, un pacto de gobierno romano que suponía el reparto del territorio, creado tras el vacío de poder provocado por el asesinato de Julio César, escena, por cierto, que es recreada en la novela gráfica, en un homenaje al clásico Julio César (Julius Caesar, 1953), la película dirigida por Joseph L. Mankiewicz (1909-1993), que a su vez se inspiraba en el texto clásico de William Shakespeare (1564-1616), escrito en 1599.
La mano virtuosa de Blutch dibuja con brío alegórico y afán poético el anhelo épico del protagonista por un amor imposible (y falso) en un entorno hostil, que se exhibe una y otra vez en su particular odisea, como espejo del poder que se está desagregando por la ambición, traición y corrupción de sus líderes. Y sí, también por su lujuria y extrema violencia, todo ello y más lo podrán encontrar en la primera edición en catalán de un clásico moderno como es el Pèplum de Blutch.