Precariodismo y periodigno son dos términos acuñados por el periodista Manu Mediavilla, quien fue hace unos años secretario general del Sindicato de Periodistas de Madrid (SPM). Es una persona hábil en realizar juegos de palabras y con estas dos ideas –uniendo la precariedad laboral al periodismo actual en una, y periodismo y dignidad en la otra– ha hecho una gran aportación léxica a la profesión. Cuento esto porque ahora que en el Sindicat de Periodistes de Catalunya / Sindicat de Professionals de la Comunicació (SPC) cumplimos 30 años, nuestra trayectoria durante este tiempo se resume en la lucha por la mejora de las condiciones laborales en el periodismo y en la defensa del derecho de la ciudadanía a recibir una información de calidad, veraz, contrastada, plural y que, en los medios públicos, debe además ser neutral.
En febrero hicimos nuestro IX Congreso, que supuso una importante renovación en cuanto a las personas que están al frente del sindicato. Todas las juntas ejecutivas que ha habido en estos 30 años no han ahorrado esfuerzos para consolidar el SPC como uno de los principales referentes de la profesión y la fuerza sindical mayoritaria en las redacciones de los medios de comunicación en Cataluña. También hemos sido fuente de inspiración para compañeros y compañeras en otros puntos del Estado español que han querido impulsar un sindicato profesional de periodistas en sus respectivos territorios.
Este modelo de sindicalismo profesional es, por su parte, el mayoritario en la gran parte de países europeos y de buena parte del mundo. Y hace 30 años, en nuestro congreso constituyente hecho en las Cotxeres de Sants, miraron a compañeros y compañeras de Francia, Italia, Suecia, Portugal… a contárnoslo. Y es lo que hemos practicado en estas tres décadas. Pero todavía estamos un poco lejos de conseguir los resultados obtenidos por ellos. Por varias razones.
La primera es que ni en España –a través del artículo 20 de la Constitución– ni en Cataluña –a través del artículo 52 del Estatut– se ha regulado el derecho a la información de la ciudadanía haciendo una ley que establezca los derechos y deberes de los y las profesionales de la información para garantizar este derecho humano básico, reconocido en el artículo 19 de la Declaración Universal de los DDHH. Tanto que los gobiernos habidos en España y Cataluña se han llenado la boca de su europeísmo, la realidad es que tanto una como otra están a la cola de Europa en cuanto a la regulación del derecho a la información.
Otra razón, así debemos reconocerlo, es que buena parte de nuestros homólogos europeos son más fuertes. Básicamente porque disponen de un soporte de afiliación superior. Son países donde prácticamente el único referente asociativo es un sindicato profesional, defendiendo al mismo tiempo aspectos laborales y éticos. Pero son los sindicatos quienes tienen reconocido por ley su capacidad negociadora para buscar soluciones a los déficits de todo orden que sufre el periodismo. Y esta forma de hacer, quien la representa en Catalunya, es el SPC. Y también en el ámbito estatal, a través de la Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP), de la cual formamos parte y somos parte activa promoviendo todo tipo de iniciativas conjuntamente con otros compañeros y compañeros en distintos puntos del Estado.
Estamos satisfechos de muchas de las iniciativas que hemos desarrollado a lo largo de estos 30 años y de los retos que hemos superado, y lamentamos aquellos que todavía no hemos logrado. Pero lo seguiremos intentando. Pero por eso también necesitamos crecer, y trabajamos para que los periodistas de Cataluña vean en el sindicato el espacio que tienen para luchar y trabajar para resolver los problemas y las inquietudes que puedan tener.
Y estamos también satisfechos por las iniciativas que todavía tenemos, las que tendremos y del trabajo que haremos para lograr los retos que tenemos por delante, que somos muchos y en muchos ámbitos. Uno de ellos le tratamos este sábado 4 de noviembre en nuestro acto de celebración del aniversario, donde hablamos de los efectos de la inteligencia artificial en el periodismo. Pero hay otras cosas que nos preocupan. Una de las que más es dar respuesta a quienes ya representan al menos la mitad de la profesión, como son las mujeres. Sólo una tercera parte de nuestra afiliación son mujeres, dato que queremos corregir para afrontar mejor las reformas necesarias para que las compañeras tengan un trato equitativo y justo respecto a los compañeros. Y también para que se pueda realizar un periodismo con una visión de género mucho más amplia que el actual.
Y una de las que más nos preocupa es la situación de los periodistas por pieza y freelance, el colectivo más desprotegido de la profesión que, además, está fuertemente feminizado. Hace años que reclamamos que sean incorporados al Régimen General de la Seguridad Social, una propuesta que ningún gobierno hasta ahora ha querido sacar adelante, condenando a la más absoluta precariedad a las personas que trabajan de este modo. Una situación que roza ya la indecencia, por lo que supone de desprecio por parte de los legisladores. Pero continuaremos con nuestra política de gota malaya hasta que lo logremos.
Lo hemos dicho muchas veces. Si el SPC no existiera, deberíamos inventarlo lo antes posible. Pues, ya que lo tenemos, aprovechémoslo. Estamos abiertos a todo el mundo que en el mundo de la información y la comunicación tenga inquietudes, necesite alianzas para resolver las diferentes dificultades que tenemos en el día a día. Queremos ser un sindicato donde todo el mundo encuentre su espacio en el que desarrollar sus propuestas y sus iniciativas para poder trabajar mejor y hacer un mejor periodismo.
Como presidente del sindicato quisiera terminar el artículo mostrando mi agradecimiento a las personas que me han precedido en el cargo, Enric Bastardes (1993-2001), Dardo Gómez (2001-2009) y Ramon Espuny (2009-2018), así como a todas las personas que han formado parte de las diferentes juntas ejecutivas que ha habido en estos 30 años y a las personas que han trabajado y trabajan en el SPC para poder hacer más fácil el trabajo de todos.