A finales de octubre de 2023 llegaba a las salas de cine internacionales la esperada y quizás última película dirigida por Hayao Miyazaki, El niño y la garza (Kimitachi wa dô ikiru ka, 2023), la película más cara de toda la historia cinematográfica de Japón, y no solo de animación, también entre las películas de imagen real. En paralelo, el estreno coincidía con la publicación del libro ilustrado El viaje de Shuna (Shuna no Tabi, 1983), un trabajo de Miyazaki que permanecía inédito en nuestro país. El sello Salamandra Graphics lo edita en castellano y catalán, cuarenta años después de su publicación original en Japón.

Coincidiendo con la noticia del estreno y la efeméride de la singular publicación, entrevistamos a dos expertos en la obra de Hayao Miyazaki, los divulgadores Álvaro López Martín y Marta García Villar, que, a su vez, regresan a las librerías con la novena edición de su ensayo Mi vecino Miyazaki. Studio Ghibli, la animación japonesa que lo cambió todo. Edición definitiva (2023), publicado por Diábolo Ediciones, actualizando los contenidos para incluir la información del último largometraje del estudio de producción. El libro forma un díptico con el ensayo Antes de mi vecino Miyazaki. El origen del Studio Ghibli (2016), de los mismos autores, en este caso analizando los trabajos previos de los tres fundadores del estudio Ghibli en 1985, recogiendo los fascinantes inicios de los directores Hayao Miyazaki e Isao Takahata y del productor Toshio Suzuki.

¿Qué os ha parecido la película El chico y la garza (título internacional), probablemente la última concebida y dirigida por Hayao Miyazaki?

Marta García Villar—Yo salí extasiada del cine. La disfruté pensando que era un cierre adecuado a su carrera (aunque no se pueda asegurar que sea su último trabajo). Siempre pensé que su anterior película no estaba concebida en ese sentido. Me refiero a El viento se levanta (Kaze tachinu, 2013). El chico y la garza me parece un compendio que recoge lo más sustancial de su carrera, un verdadero homenaje a su obra. Empieza siendo un descenso a los infiernos y se convierte en una reflexión sobre hasta qué punto el arte es mortal, perecedero e imperecedero a la vez… para mí es la obra más personal de Miyazaki, sin duda. Muy personal explícitamente, que no esconde ni miedos ni inquietudes. Es un homenaje a toda su producción, salí del cine pensando que era un cierre digno, con una reflexión metafísica sobre la naturaleza del arte, con numerosas referencias.

Álvaro López Martín—Efectivamente, hay dos referencias fundamentales. Hay que indicar que el título original en japonés de la película es en realidad ¿Cómo vives?, en un claro homenaje a la novela clásica homónima de 1937 del escritor Genzaburo Yoshino, de la que se inspira para la concepción del guion y de sus personajes principales. Además, El chico y la garza es una adaptación libre de la novela El libro de las cosas perdidas (The Book Of Lost Things, 2006) de John Connely, trasladando la historia original en Londres a Tokio, manteniendo la trama también en la segunda guerra mundial. La historia final es una mezcla de estos dos libros y la aportación singular de Miyazaki cuando el protagonista llega al mundo fantástico. Podría considerarse engañoso el hecho de que tenga la película el mismo título que la novela, cuando no es una adaptación realmente.

MGV—Da la sensación de que Miyazaki quería mostrar expresamente la importancia de este libro para él (en una secuencia, el niño protagonista está leyendo justamente este libro). Quizás el cambio importante en el guion lo provocara su particular duelo a raíz de la muerte de su compañero y amigo Takahata en 2018. A lo que hay que sumar una reflexión sobre qué va a ser de mi obra cuando yo no esté y el ánimo a sus descendientes de que el mundo es vuestro y podéis crear lo que queráis.

Vuestro libro Mi vecino Miyazaki ha tenido en la última década una gran acogida por los aficionados, hasta el punto de que estáis publicando la novena edición con los contenidos actualizados, incluida la última película. ¿Cómo valoráis el legado de Miyazaki?

MGV—Precisamente, en nuestro libro el lector encontrará un recorrido por todas las películas de Studio Ghibli, con un análisis sistemático de cada una de ellas, incluyendo datos y anécdotas de producción.

ALM—Yo quiero añadir que, además del conocimiento que podamos aportar en el texto, también muestra nuestro sentimiento particular hacia la obra del estudio. Los dos sentimos una especie de simbiosis hacia las películas, que creo que hace que sea diferente el texto, son películas que nos han acompañado en los últimos lustros e incluyen parte del legado de Miyazaki, especialmente. Nuestra generación creció con sus películas y nos ha acompañado en diferentes etapas de nuestra vida.

MGV—Es verdad, en muchos momentos me sentí identificada con personajes, como, por ejemplo, con las protagonistas de Mi vecino Totoro o El viaje de Chihiro, que crecían en paralelo a mí.

Casi de forma simultánea al estreno de la última película, se ha publicado el libro ilustrado El viaje de Shuna, que no es exactamente un manga. Es el único de estas características de Miyazaki, y reconoce que empezó como un ejercicio visual para explicar de forma clara una película de animación que le hubiera gustado dirigir, que se basaba en una leyenda tibetana. Al no conseguir convencer a ningún productor, decidió completar las acuarelas (unas ilustraciones espléndidas) y publicarlo finalmente en forma de libro ilustrado. El libro ha tardado cuarenta años en publicarse en España, y en él se puede percibir el germen de personajes, diseño y temáticas que florecerían en sus posteriores películas, ya en su propio estudio.

ALM—Es verdad, El viaje de Shuna no se ha llegado a convertir en película, pero hay algo de ese viaje en muchas de sus obras, como, por ejemplo, en La princesa Mononoke o en Nausicaä del Valle del Viento. De hecho, el manga de Nausicaä lo realizó en paralelo a El viaje de Shuna. En nuestro libro se puede apreciar como Miyazaki ha ido encadenando sus películas entre ellas, evolucionando y construyendo sus propios mundos. En El chico y la garza se aprecia un Miyazaki anciano, toda su obra se puede asociar a su momento vital de ese instante de su vida en cuestión, y su necesidad de explicar una idea que puede que haya plantado en una película anterior.

MGV—La relación de la obra con vida del autor es clave en el análisis de su legado. En El viaje de Shuna, de 1983, se vislumbra esa preocupación por una sociedad que pasa hambre, se aprecia ese fervor del protagonista de luchar por cambiar el sistema y ayudar a su pueblo, como si de una crítica socioeconómica se tratase. Llega a denunciar la esclavitud y el abuso de un régimen autoritario. En cambio, en El chico y la garza la reflexión es más existencialista, sobre la vida y la muerte y sobre el legado que quedará cuando se vaya, y aceptar que serán otros los que gestionen ese legado.

Precisamente, se están generando muchas noticias alrededor de Studio Ghibli, como la compra reciente de la compañía por parte de una cadena de televisión japonesa, y las declaraciones del director e hijo de Miyazaki reconociendo que su padre no quiere que continue formalmente dirigiendo el estudio. ¿Qué opináis de todas estas noticias sobre el futuro de Studio Ghibli?

ALM—De hecho, tanto Miyazaki como Suzuki siguen dirigiendo y trabajando en el estudio, y no da la sensación de que vayan a delegar en nadie esa responsabilidad de momento.

MGV—Hay que tener en cuenta que, a nivel empresarial, hay una diversificación importante del modelo de negocio, con el museo y, sobre todo, con la apertura del parque temático (se está abriendo por módulos), que ha supuesto un esfuerzo financiero importante, pero con una gran proyección en los próximos años. El proyecto es de una gran envergadura, y va a quedar como un homenaje que es, a la vez, una experiencia inmersiva. Pero no es un parque de atracciones al uso. Hay exposiciones temáticas, decorados recreados, proyecciones…

ALM—Y, siguiendo la filosofía Ghibli, el parque es sostenible, situado en medio de la naturaleza, con una concepción de parque muy diferente a como lo imaginamos, más pensado para pasear en un contexto inmersivo de algunas de las películas más populares. Es una decisión coherente, no hubiera tenido sentido incorporar atracciones mecánicas, por ejemplo. Es una apuesta empresarial que permite al visitante percibir la propia esencia del estudio. Imagino que mientras viva Miyazaki será el dique de contención para decisiones que chocaran con su legado. Un legado que, aparentemente, parece terminado. Si bien su penúltima película, El viento se levanta, parece más una despedida artística, con referencias a su profesión y sus gustos, El chico y la garza es más una despedida personal, incluso se vislumbra su reflexión sobre su muerte.

MGV—Los aficionados asumimos que los nuevos compradores, Nippon Television, con los que ya había trabajado Miyazaki antes de crear su propio estudio, mantendrán la esencia de su obra. A mí me inspira confianza en ese sentido, y más teniendo en cuenta que el propio Hayao Miyazaki ha participado en la decisión, como si estuviera planificando en vida la gestión de su legado.

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