Las intervenciones de Joan Tardà como portavoz del grupo parlamentario de ERC en el Congreso solían provocar revuelo en la Cámara. A menudo le llamaron al orden por intentar intervenir en catalán. Ahora que ya no es diputado, el catalán puede utilizarse sin limitaciones en el Congreso. Tantas veces que le prohibieron hablar en catalán en el Congreso y desde esta legislatura se puede utilizar con normalidad. En eso se ha avanzado…

Y mucho. Empezamos haciendo insumisión lingüística en 2004. Fue la primera vez que hicimos insumisión lingüística porque nosotros teníamos el objetivo de visibilizar la existencia de una anomalía. Y entendimos que, si visualizábamos la anomalía, había posibilidades de que se resolviese. Eso no se había planteado nunca antes. De hecho, nunca ningún diputado nacionalista vasco, catalán o gallego, ni siquiera la gente de Esquerra Republicana que había estado antes en el Congreso, ni ningún diputado socialista catalán nunca lo habían planteado. Pensamos: “si hacemos emerger la anomalía se convertirá en un problema, no en el gran problema, pero se convertirá en un problema, y si se convierte en un problema es posible que se resuelva”. Recuerdo que la primera acción fue con una pregunta al ministro del Interior, José Antonio Alonso, por la situación en los cuarteles de la Guardia Civil y de la Policía Nacional en la Comunidad Valenciana, donde había personas que iban a hacer denuncias en catalán y que no se les trataba bien. Aquel hombre quedó sorprendido. Yo ya había avisado a Alfredo Pérez Rubalcaba, pero como él y Manuel Marín, presidente del Congreso, se odiaban, Marín me retiró la palabra, tuvimos un conflicto y hubo mucho follón. Dos semanas después, nuestro diputado Jordi Ramon hizo una pregunta en catalán a José Montilla, que era ministro de Industria. Presidía la mesa Carme Chacón, quien le dijo a Montilla que no estaba obligado a responder. Montilla se portó bien y contestó. Los del PP le abuchearon. A partir de entonces empezamos a hacer insumisión lingüística, que nos supuso que nos echaran del atril una vez y otra . Nos ocurrió con el presidente Marín, con José Bono, con Anna Pastor, con todos. Cuando esto se convirtió en un problema fuimos capaces de llegar a un acuerdo, que llamamos el Acuerdo de Sitges porque lo firmamos allí todos los grupos parlamentarios menos los dos grandes.

“Empezamos haciendo insumisión lingüística en 2004” | Pol Rius

¿En qué consistía ese acuerdo?

El objetivo era modificar el reglamento del Congreso, para que se incorporaran los derechos lingüísticos de los diputados y las diputadas. Estuvimos trabajando casi dos años en el reglamento. Debo decir que Carme Chacón nos ayudó. Llegó un momento en que parecía que lo teníamos al alcance de la mano, hasta el extremo de que fuimos al parador de Sigüenza a cerrar el acuerdo, pero tres o cuatro horas antes de firmar el documento final, el PSOE se retiró. El PP no quiso firmar y los socialistas vinieron a decirme: “sin el PP no nos atrevemos”. Habíamos llegado a una transacción para que fuera de implementación progresiva. Además, no lo incorporábamos dentro de los derechos lingüísticos del diputado, sino en un apéndice adicional. Allanamos el trabajo para que el PSOE pudiera entrar, sin reventarlo todo, pero se asustaron. El PSOE, por mi experiencia, obviamente muy subjetiva, hasta ahora al menos -ya veremos a partir de ahora-, siempre ha caído en el error de creer que si se pondera, si se modera, la derecha española se pondera y se modera. Y no es verdad, la derecha española siempre va a saco. Entonces entramos en una fase de insumisión permanente. Periódicamente, hablábamos en catalán y nos echaban. Incluso había llegado a pactar con Jesús María Posada, del PP, presidente del Congreso: “escucha, hoy hablaré en catalán, tú me avisas dos veces, y al tercer aviso yo cambiaré”, porque me interesaba hablar, y ellos ya entendían que nosotros mantuviésemos el tema abierto. Lo curioso es ver cómo esas cosas intangibles, porque esto no es cuestión de dinero, que han sido imposibles durante veinte años, ahora Francina Armengol, en un plis plas…

Es que ahora los votos de ERC y Junts han sido imprescindibles para elegir a Armengol presidenta del Congreso y a Pedro Sánchez presidente del Gobierno

Sí, claro, es evidente, aunque habría acabado cayendo finalmente.

El PSOE siempre se ha caído en el error de creer que si se modera, la derecha española se modera. Y no es verdad, la derecha española siempre va a saco.

En el Senado sí se ha hecho algo al respecto

Cuando vieron que la situación era insostenible, intentaron bajar la presión de nuestra insumisión, introduciendo una pequeña modificación. En el Senado, Jordi Pujol, cuando se entendía con ellos, pidió algo muy simbólico, que era que se pudiera hablar en catalán en la comisión de presidentes de las autonomías, que se reunía quizás dos veces cada legislatura y ha habido legislaturas en que no se ha reunido nunca. Entonces dijeron: “bueno, de acuerdo, daremos un paso adelante, pero será en el Senado y no en el procedimiento legislativo”; no cuando se debatan leyes sino cuando se debatan lo que llaman proposiciones no de ley; es decir, algo que no tiene categoría de debate legislativo. Y continuamos, continuamos, continuamos… Yo estuve muy contento cuando Francina Armengol lo aprobó, pero la reflexión final es que algo tan normal, haya tardado tantos años, y que se hayan tenido que alinear todos los astros, para que sea posible… Además, yo le decía a Rubalcaba: “pero si vosotros seréis los primeros que iréis por el mundo diciendo que la marca España, la democracia española, es una democracia tan madura, tan avanzada y tan moderna, que, a diferencia de otros parlamentos que no reconocen sus lenguas, en el estado español sí, y seréis los primeros en estar orgullosos e iréis por el mundo diciendo que en el Parlamento español se hablan las cuatro lenguas oficiales”. La otra reflexión que les hacía era que pasarían diez, quince, veinte años, y todos los chavales que tenían diez años, cuando llegaran a los veintitrés, veinticuatro y veinticinco, habrían vivido con toda normalidad que en el Parlamento Español se hablaran las cuatro lenguas. Tendrían una visión de lo que significa el plurilingüismo muy distinta a la que ahora tienen, porque aquello no deja de ser un gran escaparate. “Sí, sí, tenéis razón, tenéis razón, pero es que estos del PP…”, me decían. Y después, en 48 horas… Envié un documento al partido diciendo que era el momento de aprovechar el debate del catalán para conformar las mayorías en la mesa, pero, ¡ostras!, sinceramente no pensaba que fuera tan fácil. Francina Armengol es una mujer que viene de familia nacionalista pero no creo que lo hiciera sin el consentimiento de la dirección del PSOE. Parecía que era algo imposible y en 48 horas…

Y este éxito se logra después de unas elecciones en las que los partidos independentistas habían obtenido malos resultadosNunca habíamos tenido un resultado electoral tan modesto, pero a la vez nunca habíamos tenido tanta capacidad para ser determinantes. De modo que, sí, de hecho somos más determinantes ahora que en 2004, aunque ese año lo fuimos porque Convergència i Unió no apoyó la investidura de Zapatero, y nosotros sí. Quizás si nosotros le hubiéramos dicho no a Zapatero, Convergència i Unió hubiera dicho que sí, porque Duran Lleida tenía ganas. Es cierto que las últimas elecciones no nos han ido bien. De hecho, al independentismo le ha tocado la lotería. A veces la aritmética es azarosa. También es verdad que hay algo muy importante, y es que tenemos que ser conscientes de que la ola, no conservadora sino fascistizante, es brutal, en todas partes, en todo el mundo. En Europa es brutal. Ahora Holanda. Y espérate a ver qué pasará en Francia. Es curioso pero España aguanta. Y aguanta por la existencia de dos problemas. El que llaman el problema catalán y el problema vasco. Nosotros lo llamamos la cuestión nacional, pero cada uno que lo llame como quiera. La existencia de dos problemas domésticos hace que en estos momentos gobierne la socialdemocracia española. No deja de ser un poco paradójico. Es decir, el gran problema es, a la vez, lo que te permite seguir gobernando, porque es evidente que sin el independentismo vasco, sin el republicanismo catalán, sin el nacionalismo catalán, la victoria habría sido del PP y de Vox. Hay un interés cruzado. Y aquí es donde nacen las potencialidades de lo que podríamos llegar a hacer juntos. Porque es evidente que la izquierda española, sin Catalunya y sin Euskadi, está muerta.

Nunca habíamos tenido un resultado electoral tan modesto pero, al mismo tiempo, nunca habíamos tenido tanta capacidad para ser determinantes.

¿Qué le parece que Pedro Sánchez justifique el pacto y la amnistía diciendo que es necesario hacer de la necesidad, virtud?

Me parece un principio fundamental al que se somete todo político. Por eso se dice que las crisis son a la vez una oportunidad. Yo siempre les decía a los estudiantes de bachillerato, o intentaba que entendieran, que la historia no tiene un movimiento uniforme. La historia a veces se acelera. Lo hace por muchas circunstancias. A veces se acelera tanto que lo que acontece es una revolución. A veces no se acelera tanto como para que ocurra una revolución, pero sí para que todo cambie mucho. Hemos vivido un momento de aceleración. Todo movimiento de aceleración de la historia genera crisis. Lo hemos visto en los años 30 del siglo XX, lo hemos visto ahora con el procés y con todo lo que supuso el 15M. Toda crisis es, a la vez, una oportunidad. Es evidente que tenemos que aprovechar esta oportunidad. Ésta es la reflexión que hemos hecho nosotros en los últimos años, y yo me he dedicado a ello en cuerpo y alma, razón por la cual soy un botifler. Creíamos que el siglo XXI sería mucho más plácido de lo que es. Sólo llevamos 23 años de siglo XXI y estamos todos cagados. Yo veo que se me hunde el país y todo lo que habíamos construido de la sociedad del bienestar, que había repartido un poquitito la riqueza.

¿Se hunde el país, Europa, el mundo…?

Todo se hunde. Lo que es evidente es que habíamos creído que el siglo XXI sería un siglo en el que iríamos a mejor, gracias a las nuevas ideas, a las nuevas revoluciones tecnológicas, a que habíamos aprendido del siglo XX, y, en cambio, hemos descubierto las grandes crisis humanitarias, más belicismo, la democracia se tambalea, la Unión Europea parece haber enterrado el sueño de la Europa de los pueblos, el trumpismo, las guerras… Llevamos 23 años y estamos cagados, e incluso existe la sensación de que la polarización tiende a incrementarse. Sólo las democracias que logren escenarios de excelencia estarán en condiciones ya no digo de transformar esta realidad sino de detener el desastre. Porque, fíjate, ya hay quien cuestiona la sanidad pública, la educación pública, la universalización de los servicios sociales… Ahora resulta que en estos momentos lo que corresponde es parar el desastre, y sólo se puede hacer desde una democracia de excelencia. Y una democracia de excelencia debe ser capaz de enfrentarse a los retos que son globales, extraordinarios, las crisis climáticas, la transición energética… Debemos enfrentarnos a todos estos retos ¿y no seremos capaces de resolver la cuestión catalana, la cuestión vasca y la cuestión gallega? Si tenemos que enfrentarnos a problemas inmensos, si la izquierda española debe enfrentarse a problemas extraordinarios, ¿no estará en disposición de resolver una cuestión doméstica, cuando además, si no la resuelve, no estará en condiciones ni de gobernar? Por eso digo que es una oportunidad para ellos y es una oportunidad para nosotros, porque el independentismo debe entender que sólo se puede llegar a un escenario de un hipotético referéndum con una negociación donde ambas partes se sientan reconocidas. Es decir, que se puedan poner sobre la mesa dos soluciones, y que el pueblo decida cuál prefiere. La reflexión que hemos hecho nosotros en estos últimos años era que la única manera de poder aspirar a conseguir nuestro anhelo legítimo es a través de una negociación. ¿Con quién? Pues con los que más nos entienden; es decir, la izquierda española. En 2018, vivíamos en un escenario en el que prevalecían las emociones, porque teníamos compañeros en prisión y había compañeros judicializados, posiblemente todos vigilados. Pero de lo que se trataba es de primar el cerebro por encima de las tripas. Por eso hicimos posible la investidura de Pedro Sánchez. Y por eso aprobamos sus presupuestos. ¿Por qué? Porque entendíamos que era necesario abrir un proceso de transición hacia un entendimiento con la izquierda española para explorar una solución. Una solución que pudiera llevar al final a decidir algo. ¿Qué? Se tiene que construir. Y aquí es donde nacen los problemas y diferencias con el PSC: qué se entiende por construir conjuntamente.

“el independentismo debe entender que sólo se puede llegar a un escenario de un hipotético referéndum con una negociación donde ambas partes se sientan reconocidas” | Pol Rius

¿Están satisfechos con cómo ha funcionado la opción por el diálogo?

Estamos contentos porque creo que, al menos dentro del independentismo, hemos ganado la batalla ideológica de hacer entender que aquí sólo hay posibilidades de ganar si conquistamos un escenario de negociación y al mismo tiempo somos capaces de ensanchar la base. Yo lo formulé por primera vez y fui objeto de befa y crítica. Se trata de construir un camino que sea muy ancho para que quepa, no sólo mucha gente, sino gente distinta. El amigo Xavier Domènech siempre me decía que quizá, más que ensanchar la base, deberíamos hablar de compartir la base. ¿Y esto con quién debe hacerse? Pues debe hacerse con la izquierda española, porque la relación con la izquierda española puede ser difícil, sí, pero es lo que es. La izquierda española también responde a una forma de ser en función de cómo es el país. Por eso para nosotros fue una muy buena noticia que Pablo Iglesias entendiera que valía la pena tragarse algunos sapos a cambio de entrar en el gobierno de Sánchez, porque cuanto más condicionado estuviera el PSOE por una fuerza política situada a su izquierda, más progresista sería el gobierno. Cuanto más progresista fuera el gobierno español, mayor capacidad tendríamos nosotros de entendernos con él. Si nosotros nos entendemos con la izquierda española y ella se entiende con nosotros, y se va desjudicializando el procés y llegamos a un estadio en el que podemos hablar de igual a igual, existen muchas posibilidades de construir conjuntamente una solución. Y, además, empujados por otra cuestión: más allá de nosotros no hay nada. Más allá de nosotros sólo está la derecha.

Se me hunde el país y todo lo que habíamos construido de la sociedad del bienestar, que había repartido un poquitito la riqueza.

Quienes le criticaban mucho a usted y a ERC por apostar por el diálogo han acabado pactando también con los socialistas y haciendo presidente a Pedro Sánchez…

Contaré una anécdota. En 2018, en una comisión constitucional, hice una intervención con Carles Campuzano al lado. Tengo buena relación personal con él, aunque allí nos entendíamos poco. Me dijo: “Joan, te la has ganado”. Ya sabía que me la había ganado, pero teníamos que empezar desde aquí. Yo dije que “es del todo imbécil creer desde el independentismo que podemos construir la independencia en contra de los catalanes que no son independentistas”. Quizás no debería haber utilizado la palabra “imbécil”, pero lo dije sin querer ofender. Del mismo modo, los catalanes no independentistas deben entender que no es posible construir su proyecto sin los catalanes que lo somos. Por ello, presenté después una enmienda en el último congreso del partido que hablaba del interés cruzado. Ahora estoy preocupado, porque veo a un PSC muy inmovilista. Nosotros, sin red, recibiendo críticas absolutamente desaforadas de una parte importante del independentismo, hemos hecho un ejercicio que ha costado mucho asumir, que era dilucidar qué habíamos hecho muy bien durante el proceso, qué no habíamos hecho tan bien y qué habíamos hecho fatal, errores inmensos. ¿Por qué? Porque si no éramos capaces de dilucidar lo que habíamos hecho bien, regular, mal y muy mal, no podíamos avanzar. Tenemos dos documentos colgados en la web del partido de cien páginas que son el producto de muchas aportaciones que se han realizado en los dos últimos congresos. Nosotros lo hemos hecho desde 2018, que ya era difícil, cuando yo fui a La Vanguardia, y me tocó hacerlo a mí, a decir que, “si es necesario, sacrificaremos a Puigdemont”.

¿Le tocó?

Yo defendía esa línea y aproveché para hacerlo.¿Por qué? Porque lo importante no era tanto ni Puigdemont ni Junqueras. Lo importante era ser capaces de ir elaborando una nueva estrategia, sin sentimiento de culpa de lo que habíamos hecho anteriormente. Porque cuando la historia se acelera, las generaciones que viven un proceso de aceleración histórica tan brutal, improvisan. Y la improvisación conlleva muchos errores. Nosotros hemos hecho esa reflexión. Y llegamos a la conclusión de que lo necesario era acumular fuerzas y desjudicializar el procés, primero a través de indultos. Si no hubiera habido investidura de Sánchez, si no hubiera presupuestos, no habría habido indultos. Por cierto, nos dijeron que éramos unos traidores y que nos habíamos rendido porque trabajamos a favor de los indultos, pero nadie renunció a salir de prisión. Este ejercicio lo hemos hecho. Ahora toca hacerlo al PSC. Por ejemplo, a mí me preocupa mucho que el PSC diga que “nosotros tenemos como objetivo desplegar el Estatuto de Autonomía”. En la ponencia que presentan ahora, ni siquiera se plantean realizar un nuevo Estatuto.

Joan Tardà y Siscu Baiges, durante la entrevista | Pol Rius

¿Cree que debería hacerse un nuevo Estatuto?

No sé, yo creo en nuestra propuesta. Entiendo que el PSC debe hacer la suya. Lo interesante del escenario es que Esquerra presentemos nuestra propuesta y los demás presenten la suya. El escenario bueno sería que nadie vete a nadie. En estos momentos, Illa dice “nosotros no pensamos en formar parte de una mesa de diálogo en la que se hable de un hipotético referéndum de independencia”. Esto es tan absurdo como si Esquerra dijera “nosotros no vamos a participar de una mesa de diálogo en la que se hable sólo de desplegar el Estatuto”. Si no somos capaces de superar los vetos, no existe solución. Cuando Illa dice que hace falta construir una mesa de diálogo entre catalanes, pienso que tiene razón, porque también debemos construir una solución en Catalunya. Sobre todo, deben sentirse interpelados todos los partidos catalanistas, sean o no independentistas, sean o no sean soberanistas. Pero lo que no puedes es imponer tu relato. Creo que Illa debería decir que participarán de los debates que propone Esquerra Republicana, pero que la gente de Esquerra Republicana debería participar también de sus propuestas, porque si nos vetamos, entonces no hay posibilidades de construir nada juntos. Imaginemos que el presidente Aragonés o Esquerra Republicana presenta la creación de una ponencia en el Parlament de Catalunya para debatir la Ley de Claridad y los socialistas dicen que participan. Y entonces el Partido Socialista dice que presentarán la propuesta de realizar un nuevo Estatuto de Autonomía, o de recuperar, a través de leyes orgánicas, el que se cargó el Tribunal Constitucional. Pues, Esquerra Republicana participaremos. Porque, al final, nadie es capaz de decir cuándo será el referéndum, nadie es capaz de decir cómo será, pero todo el mundo dice que tarde o temprano habrá que aprobar algo, entre otras cosas porque este Estatuto de Autonomía que ahora nos rige es ilegal. Por eso no entiendo que Salvador Illa, a menos que en unos días se pueda leer algún documento más, se limite a decir ahora a la prensa que desplegarán el Estatuto de Autonomía. Es que desarrollar este Estatuto de Autonomía significa considerarlo válido. Y este Estatuto de Autonomía no es válido, no es el que aprobó el pueblo de Catalunya.

¿Es ilegal?

Sí, es ilegal. La Constitución dice, 150.2, que si un Estatuto de Autonomía que ha sido plebiscitado es modificado posteriormente, debe empezar de nuevo todo el proceso. Es decir, en estos momentos, el pueblo de Catalunya se rige por un Estatuto de Autonomía que no es el que votó. El Tribunal Constitucional habría tenido que pronunciarse antes del referéndum. Quienes fuimos a votar el Estatuto votamos un Estatuto, que no es el de ahora. El Tribunal Constitucional puede decir que lo que ha aprobado en referendo el pueblo de Catalunya o el pueblo andaluz no es legal. Entonces, el poder legislativo está obligado a cambiarlo. Y no lo ha hecho. Hay que hacer otro.

Si no hubiera habido investidura de Sánchez, si no hubiera habido unos presupuestos, no habría habido indultos.

Usted tiene 70 años. ¿Verá un referéndum de independencia?

Estoy convencido de que veré un referéndum en el que estará la opción de la independencia. Que no significa que se gane. Es inevitable, a menos que la democracia se deteriorase mucho, mucho, mucho, y por eso es bueno que haya gobiernos progresistas en España, que inevitablemente también dependen de nosotros para parar el vendaval de la derecha que estamos viendo. La democracia es consentimiento. No se entiende el concepto de democracia sin consentimiento. No se explica. Hoy en día no puede haber una solución que no parta del reconocimiento de la existencia de los catalanes que quieren la independencia del mismo modo que no se entiende el consentimiento, es decir la democracia, sin respetar lo que puedan pensar o piensan nuestros compatriotas que no son independentistas. Si hay un despliegue del Estatuto, porque gana el PSC o por lo que sea, hay que hacer un referéndum. Imaginemos que sale que no, o que va a votar sólo un 20% o un 30% de la gente. Lo que hace falta es aprender las lecciones del procés. El gran error que supuso, por ejemplo, por parte del independentismo, creer que el silencio de los catalanes no independentistas era sinónimo de apoyo anónimo. O el gran error que supuso por parte del PSC, creo, de no participar de las leyes de desconexión para poder deslegitimarlas desde dentro, no desde fuera. O como el gran error que significó la sentencia del Tribunal Constitucional. Es decir, yo no te veto, tú no me vetas a mí y vamos construyendo una solución desde el catalanismo, desde el PSC hasta los partidos independentistas. Además, esto es también inevitable hacerlo entre Catalunya y los gobiernos españoles. La ofensiva de la derecha, esta ola conservadora nos estresa la vida y tensa las costuras del sistema democrático, pero a la vez este estrés se convierte también en una oportunidad, porque todos vemos las orejas al lobo.

¿Se esperaba la respuesta espectacular de la derecha y la extrema derecha al acuerdo para hacer una ley de amnistía que ha permitido que Pedro Sánchez sea investido presidente? Hemos visto grandes manifestaciones y también gente gritando “Viva Franco”, reconociéndose nazis o pidiendo un Alzamiento Nacional

Yo he vivido momentos difíciles. La época del Estatuto fue muy difícil. Tuvimos que ir vigilados. Ahora volvemos a vivir momentos difíciles. Todos vemos cómo y de qué manera las costuras del sistema democrático están tensadas, muy tensadas. Sin resolver la cuestión nacional, sin resolver la cuestión territorial, llámale como quieras, la izquierda, los partidos progresistas, los partidos socialdemócratas lo tienen todo perdido. Fíjate dónde está el Partido Socialista Italiano, mira dónde está el Partido Socialista Francés, mira dónde están los partidos socialdemócratas escandinavos que todos teníamos como modelo. Precisamente porque todo el mundo ha visto las orejas al lobo no sólo debemos evitar el desastre y la catástrofe sino que puede convertirse en una palanca regeneracionista. A Pedro Sánchez la derecha le reprocha que no quería hacer la amnistía. Claro que no quería hacerla. Si resolvemos la cuestión nacional en el interior del estado español, la democracia se fortalecerá, y si la democracia se fortalece estaremos en condiciones, la gente de izquierdas, de socializar un poquitito más la riqueza, al menos manteniendo el estado del bienestar con fiscalidad progresiva, tal, tal, tal. Si no, si gana la derecha se irá desguazando el estado del bienestar, con lo que habrá más fractura social y, en definitiva, menos democracia. La realidad obliga a las izquierdas en general a asumir que debemos entendernos, y resulta que hay una plurinacionalidad existente en el estado español que hay que encajar.

Junts no es de izquierda, y han sido necesarios sus votos para investir a Sánchez presidente

Claro, como el PNV.

“Sin Catalunya y sin Euskadi, la izquierda española está muerta” | Pol Rius

¿Cree que Junts mantendrá el apoyo al gobierno español a lo largo de toda la legislatura?

Sí, han tenido que asumir la realidad. No sólo eso, sino que yo diría que si Comunes y Esquerra Republicana no somos capaces de hacer los análisis correctos y absolutamente desacomplejados nos podemos encontrar en un escenario de entendimiento entre los sectores más conservadores del PSOE y Junts. Estoy convencido de que en el Fomento del Trabajo, en Banco de Sabadell, en La Caixa, lo que más les interesaría es un escenario no digo de sociovergencia, porque los tiempos son diferentes, pero sí un entendimiento entre Junts, que quiere la hegemonía dentro del independentismo, y el PSC, que quiere la hegemonía dentro de la socialdemocracia. En el fondo, es el viejo sueño de un nacionalismo de matriz pujolista, que quería que el republicanismo fuera su muleta, y un PSC, donde todavía hay quien cree y está convencido de que todo el mundo poscomunista debe ser su muleta; es decir, convertir Iniciativa y los comunes en sus monaguillos. Los comunes y Esquerra deben velar por mantenerse siempre en la avanzadilla de la batalla ideológica para, primero, impedir un pacto tácito, que después se puede expresar de formas diferentes entre el mundo de Junts y el mundo socialista, y, por otro lado, habrá que ver cómo y de qué manera encaramos los próximos años atendiendo al retroceso del uso social de la lengua catalana, atendiendo a la conformación de una sociedad catalana muy distinta a la de hace veinte años, básicamente por el nuevo alud inmigratorio, atendiendo a los profundos desequilibrios existentes en la redistribución de la riqueza en el interior de Catalunya, cómo somos capaces de reconstruirnos nacionalmente. Nosotros llegamos a la conclusión estratégica de ampliar la base, que denominamos el ‘frente amplio’. Fue una enmienda que presenté en un congreso sobre el ‘frente amplio’ que después se convirtió en un eslogan que definimos como “la vía amplia” en las últimas elecciones. El ‘frente amplio’ significa ser capaces de conseguir un escenario amplio autodeterminista. Pero un ‘frente amplio’ ¿qué es? ¿Es un frente nacionalista o es un frente de izquierdas? Esto no está desplegado.

¿Y qué es?

Es el debate que deberemos tener, que tendrá que tener todo el mundo. Tendrá que tenerlo el PSC, que tendrá que decidir qué le interesa más: “ir con estos republicanotes y con los comunes o ir con los de Junts, que tendremos el visto bueno del poder económico”. Y los comunes tendrán que pensar también qué les interesa más.

Está por ver…

Está por ver, pero el reloj corre. Hay elecciones en febrero del 2025. El otro día, en TV3, preguntaban a Pere Aragonès si volvería a presentarse. Los periodistas están ahora creando un marco lógico de la actualidad preguntando quién será candidato si hay amnistía. ¿Salvador Illa? Por parte de los comunes, no lo sé…

El PSC tendrá que decidir si le interesa más ir con los republicanos y los comunes o ir con los de Junts y contar con el visto bueno del poder económico.

¿Y Junqueras y Puigdemont?

Eso es la anécdota. Y una anécdota, por muy importante que sea, siempre es anécdota; no porque sea importante se convierte en categoría. La categoría no es quienes serán los candidatos. ¡A mí tanto me da quiénes serán!

Pero si hay amnistía influirá en quiénes serán los candidatos

La habrá.

Están los jueces por en medio y está claro que algunos pondrán obstáculos

En 2018 ya decíamos que conquistar un escenario de diálogo y de negociación con el gobierno español no significa conquistar un escenario de negociación con el Estado español. Una cosa es el gobierno, otra es el Estado. Hay muchas fuerzas que forman parte del Estado que estarán en contra del gobierno socialista. Y se ha confirmado. Si pudiesen le matarían; si pudiesen, Sánchez tendría un accidente.

¿Le da igual que el candidato sea Pere Aragonès u Oriol Junqueras?

A mí lo que me interesa es la categoría, con la que debemos construir la solución, la política de alianzas. Aquí está el debate profundo: saber si el PSC quiere construir una solución con el republicanismo o con Junts, saber si los míos quieren construir la solución con el PSC o con Junts. Éste es el gran debate. Tengo la impresión de que en estos momentos el país necesita políticas de izquierda y saber exactamente cómo se construye esta solución, que debe pasar por un referéndum y se tendrá que hacer un referéndum en el que la inmensa mayoría de los catalanes se sientan interesados en ir a votar. Para que la inmensa mayoría de los catalanes se sientan interesados en ir a votar deben sentirse reconocidos en la pregunta o -¡atención!- en las preguntas. Si yo voy a votar y mi opción está reconocida en la pregunta, si pierdo no voy a sentirme vencido. Sentiré que mi opción no ha ganado, como tantas batallas que no he ganado, pero eso no significa que me sienta vencido, sino que sigues luchando. Te sientes vencido cuando ni siquiera se te escucha. Es decir, ¿por qué un referéndum debe ser entre un Sí y un No? Un referendo puede ser con dos Sí y ver cuál de los dos tiene más apoyo. Todo está por hacer. No sabemos si el referéndum será vinculante o consultivo. Nadie tiene una bola de cristal que diga cuándo será, cómo será y qué condiciones tendrá, si harán falta unos mínimos de participación, de votos Sí,… Estamos intentando construir una solución. El primer paso es que nadie vete a nadie, porque si tú no me vetas a mí y yo no te veto a ti y empezamos a hablar de todo, es posible que vayamos avanzando. O quizás no, pero al menos es posible avanzar. Imagínate, especulando, que hubiera un referéndum que dijera: “considera que Catalunya debe ser un estado independiente a través de una ley de claridad que pacte no sé qué…” o “considera que la solución es un Estatuto de Autonomía que garantice un mayor autogobierno de Catalunya, tal, tal, tal, tal, tal…”. Nadie tiene que votar que no. Una solución tendrá más apoyo que otra. Pero, claro, si yo he podido votar lo mío y resulta que gana mi hermana, mi pariente o mi vecino, que no son indepes pero que son tan catalanes como yo, pues han ganado ellos. Solo existe una solución, que es ésa: construirla entre las dos partes. Y por eso hay que derrotar políticamente al independentismo que no lo ve así y hay que derrotar a los no independentistas que no lo ven así.

¿Por qué un referéndum debe ser entre un Sí y un No? Puede ser con dos Sí y ver cuál de los dos tiene más apoyo

El independentismo que no apuesta por el pacto, el que promueve la Assemblea Nacional Catalana o la Aliança Catalana de Sílvia Orriols ¿se abrirá camino en el nuevo escenario político?

No. Por razones demográficas, sociolingüísticas… No, no, en absoluto. Contaminan, dificultan el camino que es inevitable pero puede fracasar. Puede fracasar, no tanto porque no sea viable, sino porque las dificultades del camino lo ralenticen mucho. De igual modo, que el catalanismo hoy en día acabe en el PSC -es decir, que no haya cultura catalanista más allá del PSC- es una dificultad que tenemos, porque si el PP fuera un partido de derechas catalanista aunque fuese, digamos, cómo la Lliga lo tendríamos mejor. El PSC debe dar un paso, al igual que lo está haciendo Esquerra. La solución pasa porque los dos grandes partidos socialdemócratas lideren la construcción.

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