Enfermeras y comadronas gritan “¡basta!” y reclaman “condiciones dignas”

En el comunicado final, hecho público delante de la Estació de França, una portavoz de las convocantes desgranó el sentido de la protesta de enfermeras y comadronas: “decimos basta al desprecio reiterado hacia nuestra profesión; pedimos condiciones dignas, porque ofrecemos cuidados de primera a precio de segunda; estamos en una situación límite, y no queremos dejar la profesión, ni irnos al exilio”.

El fantasma del exilio estuvo muy presente durante la manifestación. Al finalizar, una treintena de enfermeras simbolizaron ese riesgo entrando con maletas a la Estació de França, algunas acompañadas de sus hijas e hijos. De esta forma querían denunciar que muchas profesionales se ven obligadas a irse a trabajar a otros países, donde son mucho más valoradas.

La Estació de França se encontraba blindada por los Mossos d’Esquadra, que accedieron a que sólo entrara este pequeño grupo de manifestantes. El resto había coreado durante un buen rato sus reivindicaciones en un clima de fiesta y de fondo batucadas y bengalas. La manifestación empezó a las 11.30 en Diagonal con Paseo de Gracia, y terminó dos horas y media después en la avenida Marquès de l’Argentera.

Las reivindicaciones coreadas abarcaron desde los aspectos más profesionales –como el reconocimiento de la categoría académica y profesional– hasta la necesidad de mejorar el sistema sanitario. “Con nuestro sacrificio nos toca salvar un sistema en quiebra, y lo hacemos sin el reconocimiento que nos toca: ¡Basta de explotarnos!”. Y por eso durante la manifestación proclamaban que “la vocación no puede justificarlo todo”.

A lo largo de todo el recorrido fueron evidentes las muestras de agradecimiento y de solidaridad por parte de los ciudadanos que se cruzaban con las manifestantes. En la memoria de todos estaba muy presente la pandemia. Algunas pancartas se dirigían a los gobernantes: “es triste que nos den la espalda cuando dimos la cara durante la pandemia”, o “los políticos se quedaron nuestros aplausos”. Algunos, concretamente, dirigidos al conseller: “Mira, mira, Balcells, ¡ya no somos minoría!”. El conflicto seguía abierto un mes después de iniciarse.