Hacía tiempo que me rondaba por la cabeza escribir sobre la jubilación anticipada y el mundo paralelo hecho a medida que se va creando y ampliando a su alrededor, y hasta cuando el sistema podrá aguantar esta realidad. Pero siempre había un motivo u otro que me lo impedía, hasta que hace unos días unas causualidades* me obligaron a ello.

Mi relato pretendía ser un clamor, una reivindicación: “No desaprovechen aquella generación que cabalga entre los mal llamados boomers y la desconocida generación X, ese grupo de población que ha bebido del saber hacer de los que les preceden y que escuchan y están junto a los que les siguen”. Aquellos que son el nexo de unión entre el mundo analógico y el digital, entre el slow y el fast… pero, como decía más arriba, unas causualidades se me cruzaron por el camino y me obligaron a ello, aunque dando un giro en el discurso.

Siempre me gusta leer el periódico fuera de tiempo, esos artículos y reportajes atemporales que no están ligados a una noticia que mañana habrá caducado, o cambiado tanto en tan poco tiempo que la noticia parece otra.

Un sábado, mientras desayunaba, me encontré frente a un artículo titulado: La vida encoge. Sobre la crisis de la edad media de Ignacio Peyró. Podría transcribir buena parte del escrito, pero me quedo con este fragmento: “el día que cumplí cuarenta años fue un día muy feliz, pero –como una nube que de repente oculta el sol– se me cruzó por un instante un pensamiento: Lo que debe matarme ya ha nacido”. Volví a leer el título y pensé que éste se prestaba a debate, pero seguí leyendo. Según avanzaba en la lectura, parecía que aquel texto no lo hubiera escrito una persona de ‘mediana edad’ (siguiendo la lógica del título), a menos que esta persona se encontrara de lleno en la llamada ‘crisis de los 40’. Sin embargo, y si no era así, y si realmente el autor era el perfil de persona de esa edad que conduce nuestras riendas, quien marca las reglas del juego, aquellos para quien las personas llegadas a los sesenta y en algunos casos a los 55, ya no son productivas y, por tanto, hay que defenestrar, cesar.

Hay personas que a los cuarenta comienzan a ser padres y madres, otras que todavía son aprendices de hijo. Otros que a los 50 y 60, sobre todo las mujeres –con la menopausia a flor de piel– aprenden a quererse, no les da miedo decir en voz alta que saben que no saben, sabiendo que saben mucho más que aquellos que se creen que lo saben todo.

Porque… qué saben de lo que una maestra que lleva años enseña, acompañando, aprendiendo, observando, cuidando a las criaturas, en definitiva, qué saben de una profesional con una experiencia de casi dos tercios de su vida vivida. Qué saben de lo que esta maestra de sesenta años puede aportar a la maestra joven, con ilusión y conocimientos tecnológicos pero inexperta en el acompañamiento, en la observación, en el trato. Quizás no les interesa saber que hay sitio para otra forma de hacer, la del relevo con acompañamiento, donde convivan dos generaciones para atender y encaminar a la tercera generación.

Y qué saben de esa directiva experta en coordinar grupos intergeneracionales y encajar desajustes, de ese jefe de recursos humanos que sigue asesorando a la sombra a quienes hubiera podido acompañar en plena luz del día, de aquella técnica que se ingeniaba actividades que nutriendo aulas y talleres. La lista sería interminable…

Hace unos días quedamos para cenar cuatro amigas de toda la vida, de la misma edad, sesenta años. De todas, una ya jubilada, y a mi pregunta de, ¿qué sintió el día que se jubiló?, su respuesta fue: “libertad”. Sin apenas pensármelo, dije: “me recuerda a Plan 75“… pero no continué, creí que quizá no tocaba.

Plan 75 era la otra causualidad que me llevó a ponerme a escribir. Esta película, de un realismo que hiere, ópera prima de la directora japonesa Chie Hayakawa, es una distopía ambientada en un futuro no lejano que muestra cómo en un mundo capitalista, donde la persona no vale más de lo que produce, el gobierno propone un acompañamiento planificado financiera y logísticamente para acabar con la vida de la gente a los 75 años. En un momento dado se oyen en off las noticias de la TV que dicen: “Han pasado tres años desde que empezó el Plan 75. Se han multiplicado las empresas del sector privado que ingresan más de 10.000 millones de dólares. El gobierno se plantea bajar la edad del Plan a 65 años en los próximos diez años. Los expertos creen que en un país tan envejecido como el nuestro esta medida podría ser de gran ayuda”.

Podría seguir, pero como dice la frase: ¡Hasta aquí puedo leer!.

 

* Causualidades. Suma de casualidad i causalidad

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