Estamos sufriendo una sequía de persistencia poco habitual, pero no faltaban noticias de que podría suceder. Hace años que la ONU y el mundo científico que estudia el llamado “cambio climático” lo avisaban, en el futuro (presente ya) se producirán más a menudo situaciones tanto de sequía como de tormentas violentas. En nuestra casa, sin embargo, se ha actuado como si esto fuera más bien una película y no una realidad: Cataluña sólo obtiene un 13% de su demanda energética de fuentes renovables, hemos modificado corrientes marítimas con construcciones costeras que están provocando la desaparición de muchas playas y, en relación a la sequía, utilizamos el agua de forma poco eficiente y contaminamos muchos acuíferos subterráneos. El presente artículo pretende hacer una recopilación de datos sobre cómo utilizamos el agua.

En España, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, en su “Informe de seguimiento de los planes hidrológicos de cuenca y de los recursos hídricos en España”, en 2021 el consumo de agua se dedicó en un 80 ,4% a la agricultura y ganadería, un 15,6% al consumo doméstico, un 3,4% a la industria y un 0,6% a otros usos. En Cataluña los datos son algo distintos, sobre todo entre los dos ámbitos administrativos hidrográficos. La Agencia Catalana del Agua regula las cuencas internas, que básicamente incluyen los ríos y rieras desde la frontera con Francia hasta el desagüe del río Sènia, mientras que la Confederación Hidrográfica del Ebro regula las cuencas catalanas del Ebro. En la siguiente figura se pueden ver datos de la Agencia Catalana del Agua en relación a las dos cuencas. El consumo doméstico de agua es el más importante en las cuencas internas, donde se acumula el 92% de la población catalana. En cambio, en las cuencas catalanas del Ebro el consumo de agua para la agricultura y ganadería representa el 95% del total.

El consumo industrial representa aproximadamente el 8-9% del consumo de agua de Cataluña y no se tratará en este artículo, aunque las restricciones que impone el gobierno de la Generalitat de Catalunya también afectan a la industria. Comentar que, tanto el uso doméstico como el industrial, están grabados con un cánon que ha inducido a un consumo más ajustado a las necesidades. En el caso de la agricultura y la ganadería el cánon sólo se aplica a aquellas actividades en las que se genera contaminación.

Consumo doméstico

El consumo doméstico en España, según el Instituto Nacional de Estadística, en 2020 se situó en 133 litros por habitante y día, exactamente igual que en 2018. En el siguiente gráfico se puede observar el consumo de agua doméstico en las CCAA. Cantabria, Valencia y Murcia son las que más litros de agua de uso doméstico consumen por habitante y día. Las que menos consumen son Euskadi, Baleares y Extremadura. Cataluña está en el grupo que menos agua por habitante y día consume y queda por debajo de la media española.

Tal y como puede verse en el gráfico siguiente, elaborado con datos de 2020 del portal de datos abiertos de la Generalitat de Catalunya, en Cataluña existen diferencias importantes de consumo doméstico entre comarcas. Val d’Aran y Alta Ribagorça muestran consumos muy elevados, por encima de los 300 litros por habitante y día, seguidas por el Baix Empordà, Pallars Sobirà y La Cerdanya, con consumos muy superiores a la media de Cataluña (124 litros diarios por habitante).

De las cinco comarcas catalanas con más de 400.000 habitantes, cuatro (Barcelonés, Vallès Occidental, Baix Llobregat y Vallès Oriental) muestran consumos por debajo de la media de Catalunya, y únicamente el Maresme (125 litros diarios por habitante) está un poco por encima. De las comarcas con un número de habitantes entre 190 y 400.000, el Gironès (106 litros) está por debajo de la media catalana, el Segrià está en la media (124 litros), pero el Baix Camp (136 litros) y el Tarragonès (138) litros) están por encima de la media.

Parece, pues, que el consumo que hace la población en general es bastante razonable. Esto no significa que no haya viviendas con un consumo elevado, por el riego de jardines o por llenar piscinas, pero puede ser de fácil detección utilizando los datos individualizados. Son, por otra parte, bastante preocupantes las pérdidas en la distribución. En España, según el citado informe del INE, en 2020 se suministraron a la red de consumo doméstico 4.243 hm3, y de éstos a los consumidores llegaron (registraron) 3.178. Es decir, entre pérdidas reales y aparentes se perdió un 25% del agua. En Cataluña, el porcentaje de pérdidas en la distribución doméstica es similar (25%), representando aproximadamente la capacidad del pantano de Sau, tal y como refleja un artículo de La Vanguardia. La inversión para detener estas pérdidas es muy elevada, y los municipios (donde se pierde la mayor parte de agua) no tienen capacidad financiera. La Generalitat destina además una cantidad claramente insuficiente, unos 50 millones anuales. Como ejemplo de la inacción administrativa, podemos citar el escape del barrio de Canyet de Badalona, descrito en el anterior artículo y en un documento de RTVE, donde se señala que, desde 2005, se pierden a diario 180.000 litros de agua. Al evitar el desperdicio de agua por fugas en la distribución, sí hay un margen importante de mejora.

Consumo en Agricultura y Ganadería

En relación al consumo de agua en la agricultura y ganadería, indicar que el consumo en ganadería representa un porcentaje muy pequeño comparado con el de agricultura, pero no se puede obviar que en Cataluña se dedican cerca de 60.000 ha a la producción de forrajes por consumo animal (2/3 mercado local y 1/3 exportación), y que de los cereales cultivados más de un 50% se destinan a pienso.

Según la Encuesta sobre superficies y rendimientos de cultivos, ESYRCE 2022, en España, las comunidades con mayor superficie cultivada son las dos Castillas y Andalucía, siendo Cataluña la sexta. Ocupa, sin embargo, la cuarta posición en el porcentaje de superficie regada del total de cultivada.

Superficie cultivada y porcentaje de regada por CCAA

Si tenemos en cuenta los sistemas de riego, cabe destacar que la eficiencia (agua aprovechada en relación a la suministrada) varía según tipos de riego, siendo de un 40-50% en el riego por gravedad (también llamado a manta), 55-65% en el riego por aspersión o de un 70-80% en el caso de riego localizado (también llamado por goteo). En España, la superficie regada por gravedad es el 21%, el 23,3% se riega por aspersión y el regadío localizado se realiza en un 55,7% de la superficie.

Si se analiza la evolución de los últimos diez años, en España la superficie de riego por gravedad de 2012 a 2022 ha disminuido un 22,2%, mientras que la superficie de riego localizado ha incrementado un 26,4%.

Entre las 8 comunidades autónomas con mayor superficie cultivada, Cataluña es la que presenta un porcentaje mayor (46,3%) de superficie regada por gravedad, el sistema menos eficiente. Algunas comunidades han hecho en los últimos años una apuesta por modernizar sus sistemas de riego y hacerlos más eficientes. Murcia y Andalucía presentan porcentajes de superficie regada con riego localizado por encima del 80%, y Valencia, Castilla La Mancha y Extremadura por encima del 64%. En Castilla y León y en Aragón, aunque en menor proporción, el riego por aspersión está muy extendido. Cataluña destaca por un porcentaje bajito en superficie de riego localizado (37,7%) y con un incremento muy limitado durante los últimos 10 años (15,3%). Únicamente Murcia y Valencia muestran menores incrementos de superficies con riego localizado (6,6% y 11,6%), pero ambas con porcentajes de superficie con riego localizado muy superiores, 85,6% en Murcia y 72,9 en Valencia. Vemos, pues, que Cataluña destaca por la utilización del tipo de riego menos eficiente.

Según Albert González, el retraso en la modernización del riego se debe, en Catalunya, a la falta de inversión pública. Si al uso de sistemas de riego poco eficientes se añade que la distribución de agua presenta, como en el caso de uso doméstico, fugas importantes, se desprende que hay mucho trabajo por hacer, tanto en la modernización de los sistemas de riego riego como en la inversión pública para evitar fugas. Parece que hay movimientos para modernizar algunos canales como el de Urgell y el de Pinyana, habrá que seguirlo. Xavi Duran indicaba, en 2017, que el Ministerio de Agricultura cifraba ya la pérdida de agua en España por deficiencias en la distribución en 7.536 hm3, el equivalente a todos los embalses de la cuenca catalana del Ebro.

A pesar de que el consumo directo de agua para la ganadería no es muy importante, el consumo indirecto por producción de forraje y pienso ya se ha mencionado, si cabe mencionar, junto con el uso de abonos, en la contaminación de las aguas. El Síndic de Greuges en varios informes, como en el de 2016, indicaba que, según la ACA, el 41% de las masas de agua subterráneas estaban contaminadas con un exceso de nitratos.

Más recientemente, en el anexo XIII del “Plan de Gestión del distrito de cuenca fluvial de Cataluña 2022-2027” de la ACA, se señala que, en el 2019, el 64% de las masas de agua subterránea que se han analizado presentan un estado malo, tal y como puede verse en la tabla resumen donde se comparan los datos con los de otros años. Podemos concluir que en 10 años la mejora es muy poco perceptible, pues aunque el número de masas analizadas ha aumentado, y también el número de las que presentan un buen estado, también han aumentado las que muestran un estado malo.

Estado de las masas de agua subterránea

Consideraciones finales

En tiempos de bonanza, cuando ha llovido y nevado y los embalses están llenos, nadie piensa que se puede llegar a la situación de emergencia que estamos sufriendo. Sin embargo, que en el mediterráneo haya sequías graves no es algo poco habitual y si, además, como ya se ha comentado, los datos de los investigadores indican que estos procesos serán cada vez más frecuentes, lo que se puede constatar ahora es la falta de previsión y de inversiones para hacerle frente. La campaña de la Generalitat de Catalunya “la lluvia no la controlas, el grifo sí”, muy acertada por cierto, la podemos modificar y dirigir a la propia administración, diciéndole por ejemplo que “la lluvia no la controlas, pero las fugas sí las deberías controlar”, “la lluvia no la controlas, pero los sistemas de regadío sí deberías controlarlos”, “la lluvia no la controlas, pero la contaminación del agua sí la deberías controlar”.

Además de hacernos tomar conciencia del problema de la falta de agua, para optimizar su consumo, sería necesario que la ACA y el Gobierno de la Generalitat también den explicaciones de qué objetivos se han planteado en los últimos 10 años y qué grado de cumplimiento se ha alcanzado. Sólo así se puede saber si los objetivos respondían a las necesidades.

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