Pili Porta: “Hace falta mucha pedagogía; televisión ven mucha, fútbol de barrio, no tanto”

Nació en Linyola, Pla d’Urgell, el 30 de octubre de 1990. Ha tenido una carrera deportiva muy ligada a la de su hermana, Andrea Porta, que se retiró a finales de la temporada 2021-2022. Fue campeona de liga y ascendió a 2ª RFEF con el CE Europa en la temporada 2021-2022; y a 1ª RFEF, la temporada 2022-2023. Es maestra de Educación Física y Primaria. La actual parece que puede ser su última temporada.

¿Desde cuándo juegas al fútbol?

Empecé a jugar al fútbol a los 5 años, en el pueblo, en Linyola. Mi padre era muy futbolero y vivíamos mucho el deporte. Jugamos en las categorías inferiores del Linyola y después en el Mollerussa, donde estuvimos mientras pudimos jugar en equipos mixtos. Luego vino la UE Lleida, donde di el salto al fútbol femenino y empecé en el fútbol amateur. Después me pasé un par de años sin jugar, por un problema de anorexia. En 2012 fui a estudiar a Barcelona, me llamó el Europa y decidí reanudar mi carrera deportiva hasta la fecha, con ya once temporadas en el club.

¿Es difícil dedicarse al fútbol y hacerlo compatible con la vida profesional, personal…?

Obviamente, nosotras no vivimos de esto; tenemos una compensación económica. Dedicas muchas horas, pero al final lo haces porque te gusta, y aunque no compense a nivel económico, compensa en otros muchos aspectos. Yo tengo la suerte de ser maestra y mi horario laboral me permite compaginar el trabajo con el club. Aunque es cierto que voy muy justa de tiempo; apenas llegas de la escuela, coges la mochila y a entrenar. Se necesitan muchas horas; de gimnasio, análisis de rivales, los fines de semana hipotecados… Nuestra dedicación es como la de las jugadoras profesionales, pero no lo somos porque el salario no nos permite dedicarnos a ello. También te digo que quizás yo no lo haría, porque ser maestra es vocacional y el fútbol es pasional.

Actualmente existe un cierto auge del fútbol femenino, pero ha sido necesario picar piedra.

Me incluyo en este grupo de mujeres que hemos picado piedra. Ahora mismo hay gente que goza de unos privilegios que he tenido que luchar; como yo he gozado de unos privilegios que otra gente ha luchado. Ésta es un poco la rueda, y las generaciones futuras seguramente tendrán que luchar otras cosas. Hasta hace cuatro días no cobrábamos nada; ahora nos lavan la ropa de entreno, pero hace tan solo tres años no era así, y parecerá una tontería, pero lo hemos tenido que luchar para sentir que teníamos las mismas condiciones que el equipo masculino. Hemos tenido que picar mucha piedra, y me siento satisfecha porque creo que hemos evolucionado y nos toca vivir estos momentos de éxitos.

Ser capitana del 1er equipo de un club de base no es lo mismo que serlo de un gran equipo, en lo que se refiere a recursos económicos y materiales; ¿cómo ha afectado y afecta esto a los equipos femeninos?

Cuando llegué al Europa había tres equipos femeninos; ahora tenemos benjamines, dos alevines, tres infantiles, un cadete, tres juveniles, un filial… el club ha tenido que apostar y ha apostado por el fútbol femenino, y eso está dando sus frutos. Muchas personas han apostado a diferentes niveles y están subiendo generaciones muy fuertes, que nos vienen a ver mucho, y me siento muy referente de estas niñas. Te ven aquí, te saludan, te tienen como ejemplo a seguir, y eso, para nosotras, es muy satisfactorio y debemos aprovecharlo. Debemos hacer mucha pedagogía; televisión ven mucha, fútbol de barrio, no tanto.

¿Qué significa jugar en un club con tanta historia, tan arraigado en la vila de Gràcia y con tanto compromiso social?

Siempre que hay algo en Gràcia nos invitan, nos tienen muy en cuenta y nosotras participamos plenamente en la vida del barrio. Es mi club, ¡llevo tantos años aquí! Me siento identificada con sus valores. Ya tengo 33 años y no me queda mucho fútbol en las botas, pero ahora mismo no iría a otro club; quiero al club y siento los valores que transmite. Para mí, esto es mucho más importante que cambiar de club por temas económicos. He tenido otras ofertas pero me ha tirado más el corazón que la cabeza, y creo que no solo a mí, sino también a otras personas. La afición —por cierto, muchísima gente viene a vernos— nos acompaña; viene mucha gente del barrio y me siento mucho del club.

¿Las mujeres futbolistas estáis más comprometidas socialmente que ellos? Al hacer más visibles temas como la homosexualidad, por ejemplo.

Aquí, en el Europa, el equipo masculino también lo está. Cuando yo llegué nadie hablaba del equipo femenino, y ahora somos más visibles y queremos serlo. Nunca decimos que no; es parte de nuestra aportación pedagógica y nuestro compromiso social. Antes no había difusión y ahora debemos aprovechar cualquier medio para reivindicar y reafirmarnos: ¡también estamos aquí! Debemos poner de nuestra parte. El masculino lo tiene más fácil porque siempre se ha hablado de ellos, siempre han sido visibles. El fútbol está todavía muy masculinizado y existe el miedo al qué dirán; en el fútbol femenino, tenemos un espacio muy seguro en el vestuario, dónde hablamos con toda libertad. Los hombres están muy lejos de nosotras, en cuanto a esta capacidad de mostrarnos tal y como somos, y es una pena; nosotras lo llevamos con total naturalidad.

¿Crees que ha habido un cambio; que sois referentes de niñas pero también de niños, y un referente social para el fútbol?

Sí, es una realidad, y más en un club como éste. Ahora recuerdo uno de los últimos partidos, en los que unos niños, desde la grada, no paraban de animarme: “¡Venga Pili!”, o me esperan para saludarme en los entrenamientos. Es algo que da mucha satisfacción. Las niñas vienen mucho a vernos, y nos toman como ejemplo y referente. El “quiero ser como ellas”, ahora sí, también nos ocurre con los niños. También nos vienen a ver, saben quiénes somos, vienen a pedirnos autógrafos… nunca me lo hubiera imaginado, y está llegando. Era impensable que vinieran a ver fútbol femenino. Un día, una madre me comentó que su hijo solo venía a ver al equipo femenino, porque se aburría con el masculino. Es curioso y fantástico, que te digan esto.

A nivel de satisfacción deportiva, ¿cómo te sientes?

El cuerpo es inteligente y diría que las últimas cinco temporadas, para mí, han sido las mejores deportivamente. Y por eso sigo jugando. De hecho, llega una edad en la que empiezas a notarlo; en cuanto a la recuperación del cuerpo, no es lo mismo tener 33 años que 18, no te encuentras en el mismo punto. Pero aprendes a gestionar el cuerpo de otra forma y los últimos años, para mí, han sido muy buenos. Me podría haber planteado dejarlo, pero con dos ascensos seguidos y una categoría exigente el cuerpo me respeta. Lo veo como todo un reto; me siento en mi mejor momento y debo aprovecharlo. No sé cuánto duraré, pero deportiva y personalmente estoy encantada y seguiré jugando. He hecho grandes amistades, para toda la vida, y quiero colgar las botas en el CE Europa.

Artículo original publicado en La Independent