A menudo se han reconocido ”dos Cataluñas”, casi siempre divididas por la mitad: la progresista y la de izquierdas, la independentista y la constitucionalista, la generadora de energía y la consumidora, etc. Ahora, a causa de la sequía, hemos descubierto otras dos: la de las cuencas internas de Cataluña (que suponen el 52% del territorio) y la de las cuencas del Ebro (un 48% del territorio). La primera concentra un 92% de la población mientras que sólo consume un 40% del agua (la doméstica e industrial supone casi un 70%); en cambio, las Cuencas del Ebro, con sólo un 8% de la población, consumen un 60% de los recursos hídricos del país (solo un 5% se destina al uso doméstico e industrial).
Son diferencias suficientemente significativas que tienen su traducción en el PIB: las Cuencas Internas (fundamentalmente Girona y Barcelona) concentran casi un 80% del PIB de Cataluña. Estamos ante un verdadero desequilibrio territorial interno de Cataluña que la carencia de agua ha puesto claramente en evidencia. Nada en el horizonte parece que quiera introducir un cambio fundamental del modelo: nos empeñamos en seguir creciendo y produciendo donde no hay agua. Y ante una emergencia, los que mandan insisten en poner ocurrencias encima de la mesa: que si agua en barcos, desaladoras portátiles, desaladora en el puerto de Barcelona… Mientras tanto, vamos mirando al cielo deseando que las borrascas hagan el trabajo que no ha hecho nuestro gobierno.
Llegados a este punto, deberíamos plantear el tema de la soberanía en los recursos, que algunos consideran ligada a la otra, a la política. Y, sobre todo, definir cuál es la “unidad” de soberanía. En el caso de la energía parece ser el conjunto del país; al menos, algunos defensores de determinado modo de desarrollo de las renovables lo justifican diciendo que Cataluña debe ser capaz de generar toda la energía eléctrica que necesita (hito muy difícil de conseguir), a fin de evitar que la energía nos venga de Aragón donde han apostado decididamente por la solar y fotovoltaica (en Cataluña sólo un 14% de la energía eléctrica producida en el territorio es renovable, mientras que en Aragón supone un 75%). Para recuperar el terreno perdido, incluso hay quien ha dicho que sería bueno poner docenas de parques eólicos en la Albera…
Desde un enfoque federal, no parece un problema que la suficiencia eléctrica de Catalunya se consiga en parte por la energía que viene del resto del Estado. En cambio, con una visión soberanista de la electricidad, el sujeto de soberanía es Cataluña; en consecuencia es indiferente que se produzca en la Terra Alta, en Ponent o en el Alt Empordà. Todo estará en red y el objetivo es no necesitar importar la energía eléctrica de ninguna parte más allá de nuestras fronteras. Empequeñecer el marco del problema no parece la mejor vía para su resolución.
Pero curiosamente, lo que estamos dispuestos a hacer con la energía eléctrica, algunos no piensan practicarlo con el agua. En ese momento, cuando escribo este artículo, las reservas de las Cuencas Internas son unos 125 hectómetros cúbicos (un 18% de la capacidad máxima), mientras que los del Ebro almacenan unos 968 hectómetros cúbicos (al 52% de su capacidad). Parece evidente que en la mitad de Cataluña hay suficiente agua para suministrar a la otra mitad (como ya se hace ahora mismo con la electricidad, dado que las comarcas de Tarragona producen el 70% de la energía eléctrica que se genera en Cataluña y las de Girona sólo un 2%).
¿Qué impide esta solución? Pues una palabra maldita llamada trasvase, ya que las Administraciones han decidido no realizar ningún traspaso más de agua de una cuenca a otra (a pesar de que el del Ter hasta Barcelona y el del Ebro hasta Tarragona llevan años funcionando ). Se rechaza a priori una solución que podría utilizarse al menos en momentos críticos de emergencia, a un coste incomparablemente menor que las ocurrencias del Consejero del ramo. Y este posicionamiento se adopta sin haber realizado ningún estudio serio de cuál sería el impacto real de aprovechar determinados caudales de las cuencas del Ebro ante situaciones de emergencia. Es algo más político que técnico. Pero somos ricos y podemos gastarnos lo que sea necesario en desaladoras.
Pues lo que decíamos: dos cataluñas políticas, dos cataluñas por nivel de riqueza, dos cataluñas eléctricas pero conectadas… y ahora dos cataluñas hídricas, disjuntas.


