La obra de Paul Auster es un gran rompecabezas donde cada pieza nos revela matices nuevos que redondean un universo propio, que se completa a sí mismo con cada libro y donde nunca expresa la última palabra. La obra del artífice de ‘Trilogía de Nueva York’ se nutre de fórmulas dispares, acaricia la poesía, delibera ensayos, fantasea en la pantalla de cine y discurre por la narrativa con la naturalidad del observador tenaz que bebe de la tradición y asimila las tendencias heterogéneas de la literatura actual.

Paul Auster (Newark, 1947 – Nueva York, 2024) ha sido la puerta de entrada para muchos lectores a la metaficción a través de sus novelas laberínticas, donde el doble, el juego de espejos, la soledad y especialmente el azar han sido los ingredientes inseparables. En la obra de Auster, no hay un solo destino sino bifurcaciones impensadas, extraídas de la vida que en un instante pueden modificar o desencadenar historias y hacerlas complejas. En sus libros la linealidad se ve alterada: además de los personajes, por el entorno, y sobre todo por factores imponderables, ingobernables, imposibles de predecir, que rompen con lo establecido. Auster encontró una nueva clave de bóveda: los accidentes son virajes necesarios para que su literatura avance.

Ahora bien, ¿qué nos ha cautivado de los libros de Paul Auster? Si nos sumergimos en su obra, estos son algunos de los grandes temas que eclipsan la narrativa austeriana:

Viajar a lugares impensados: ‘La música del azar’ (1980), una de sus primeras novelas, es quizás por eso la más sensible, aunque la trama pareciera indicar lo contrario. Abandonado por su esposa, Jim Nashe recibe una herencia y decide viajar por los Estados Unidos en una vida errática de carretera a bordo de un Saab rojo. Cuando solo le quedan diez mil dólares conoce a un joven jugador de póker, Jack Pozzi, y deciden emprender juntos la deriva del juego. La historia toma un giro y otro y luego otro más para mostrar el submundo del ludópata y del sueño americano.e

(Auto) reflexiones sobre la escritura: en ‘La invención de la soledad’ (1982) encontramos un personaje ultrareferencial: en la segunda parte, ‘Libro de la memoria’, Auster se narra a sí mismo y se hace llamar A., un escritor que escribe para pensar en el acto de narrar, para recordar a su padre, reflexionar sobre la misma paternidad y la soledad en los inicios de su carrera.

Conocer Nueva York incluso sin viajar allí: sin duda su obra más representativa, en ‘La trilogía de Nueva York’ —compuesta por ‘Ciudad de cristal’ (1985), ‘Fantasmas’ (1986) y ‘La habitación cerrada’ (1986)— realiza una lectura postmoderna y metafísica de la novela negra y con esta ciudad como marco teórico y campo de pruebas. Allí se confunden identidades, el perseguido es a la vez perseguidor y los eventos fortuitos postulan la historia como farsa o bien como ficción única.

Entender el cambio como única constante de la vida: encubierto como una aparente historia sencilla, ‘El palacio de la luna’ (1989) fue el libro que le valió la primera gran oleada de fans. Ambientado en los sesenta, década que culmina con la llegada a la Luna, con gran arquitectura narrativa entrecruza esta trama con la historia profunda de un huérfano en busca de su identidad y orígenes.

Plantearse las cosas en términos cinematográficos: Auster se convirtió en guionista y cineasta en 1995 con ‘Smoke’. Un film que escribió y dirigió con Wayne Wang y que ganó el Oso de Plata en el festival de Berlín. Es uno de los mejores papeles de Harvey Keitel en una historia de vidas cruzadas en la que también destacó William Hurt.

Tensar los límites de la probabilidad con caminos

o alternativas narrativas: escrita a mano —con casi mil páginas—, ‘4 3 2 1’ (2017), su obra de ficción más larga, despliega la vida de un personaje que se bifurca en cuatro historias: con críticas variadas, la prensa la adoró en alto grado, pero también la tomó como una broma.

El carácter político: entre los últimos trabajos de su prolífica obra destacan ‘La llama inmortal de Stephen Crane’ (2021), inspirada en la vida de este escritor corresponsal de guerra del último tercio del siglo XIX, y ‘Un país bañado de sangre’ (2023), donde mezcla biografía, anécdotas históricas desde el origen de los Estados Unidos hasta los conflictos armados en la actualidad informativa. Es un texto profundo que carga contra las leyes sobre armas de fuego y su fundamento constitucional, una mirada crítica sobre la historia nacional y su frívola y elitista sociedad actual.

Una elegía sobre el ocaso vital: hace unos días, por Sant Jordi, su última novela ‘Baumgartner’, una historia sobre el amor, el deseo y la pérdida entró en el top 10 de las obras de ficción más vendidas. Escrita durante la lucha contra el cáncer, la última novela del escritor norteamericano teje un reconfortante entramado de melancolía gracias a un viejo profesor que huye del desconsuelo de la soledad de la vejez.

Auster no fue autor de uno o dos grandes libros, sino de una obra extensa y cambiante, que fue mutando y reinventándose a lo largo de su carrera. Si no lo entendemos así, nunca llegaremos a contemplar en su magnificencia el paisaje que muestra a través de su gran angular. Encontramos en los personajes de Auster una constante evolución del carácter humano. Vemos con claridad diáfana los aspectos más amables de nuestra condición, pero también lo más brutal de la psicosis colectiva a la que nos arrastra nuestra forma de vida. Entre estos aspectos, Auster destacó la angustia existencial, el tormento del creador y las miserias humanas, con un lenguaje limpio y directo, capaz de transmitir ideas de notable profundidad sin perder en ningún momento la sencillez, la transparencia y la claridad en el discurso. Pues eso, ahora toca, releerlo.

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