Según el informe El papel de la educación en la transformación social, que días atrás hacía público el Observatori per a la Transformació Social (OTS), el diagnóstico del sistema de educación de nuestro país nos aporta cinco indicadores principales que habría que afrontar de manera urgente. Específicamente referido a la escuela, se señala que no están suficientemente equilibradas las priorizaciones de los aspectos académicos con aquellos que afectan a la dimensión personal, y que se percibe que no responde a las necesidades actuales de la sociedad. Y desde una mirada transversal a la educación, se detectan inequidades, insuficiente financiación y carencias en la colaboración e intercooperación entre los diferentes agentes educativos.
A partir de esta fotografía inicial, el documento recoge las principales conclusiones del debate que mantuvieron seis profesionales de referencia del sector en el marco del segundo de los Diálogos por el cambio de la OTS, partiendo de la premisa de que la educación tiene el máximo potencial como catalizador de cambios profundos y duraderos en la comunidad. Hablamos de uno de los pilares del estado del bienestar y seguramente el más sensible, junto a la salud, para la mayoría de la ciudadanía. Por ello se hace evidente que la situación actual exige una gran transformación que permita hacer frente a los retos que tenemos como sociedad y actuar para construir un futuro más justo, equitativo y sostenible.
¿Y cuáles son estos retos? El informe identifica hasta una docena. Algunos bien conocidos y analizados, como la diversidad y el compromiso con la inclusión, las desigualdades socioeconómicas y educativas o la segregación. Otros estructurales, como por ejemplo el absentismo y el abandono escolar prematuro, el reconocimiento y prestigio de los docentes o el sistema competencial. Un tercer grupo agruparía aspectos vinculados a la promoción, como son los valores sociales positivos y la participación activa, Y finalmente retos estratégicos: la inclusión de la educación no formal en la educación integral, la transformación tecnológica, la coordinación entre los diferentes agentes educativos y la escuela como eje vertebrador del entorno comunitario.
El debate también sirvió para hacer evidente la necesidad de un cambio urgente de paradigma para transformar la educación y avanzar hacia un modelo que incorpore la idea de que el derecho a la educación ya no se cubre sólo con el acceso a la escuela, que dé mayor atención a la educación emocional y que ponga énfasis en la inclusión, la equidad y la sostenibilidad. Tal y como señalaba uno de los participantes: “Un sistema educativo de calidad es el que garantiza unos resultados equitativos y la equidad se da cuando se está proveyendo de oportunidades de calidad a todo el alumnado. Por lo tanto, calidad y equidad no pueden darse por separado“.
El documento centra otra parte de su contenido en identificar los principales agentes del cambio transformador y identificar los respectivos roles. Niños y jóvenes como protagonistas evidentes del proceso, acompañados por las familias, los docentes y los equipos directivos, sin olvidar asignar su papel a los poderes políticos, las entidades sociales y las empresas.
Otro apartado importante del estudio es el dedicado al último Informe PISA de 2023, que situaba a Catalunya a la cola de los resultados a nivel estatal y europeo, sobre todo en competencias básicas, lectura y matemáticas. Desde la publicación de los datos, la comunidad educativa ha emprendido un debate intenso buscando explicaciones y soluciones. El Govern, por su parte, ha encargado a un grupo de expertos que definan mejoras educativas que ayuden a revertir estos resultados. El informe Medidas para mejorar la educación en Catalunya propone 154 medidas concretas, de las cuales 18 son prioritarias y hay que empezar a desarrollar desde el curso 2024-2025, y una propuesta de acuerdo de país para su aplicación progresiva.
Como conclusión del informe, se enumeran un buen puñado de sugerencias para dibujar el futuro de la educación. La transformación educativa requiere un alcance político y social amplio, liderado por las administraciones públicas, la comunidad educativa, los grupos de investigación y representantes de la sociedad civil. Por ello las propuestas se agrupan en diferentes bloques. Reformas urgentes vinculadas a los retos identificados (inclusión, segregación, abandono, brecha digital, …), apuesta por el conocimiento y la evaluación, conexión de los centros educativos con sus entornos, corresponsabilidad entre los diferentes agentes y la formación y el bienestar de los profesionales de la educación.
En el año 2022, durante la Cumbre Mundial para la Transformación de la Educación organizada por la ONU, y donde más de 130 países se comprometieron a reiniciar sus sistemas educativos y a apostar por la transformación de la educación como palanca de transformación del mundo, António Gutérres, secretario general de la organización, afirmó: “En lugar de ser la gran facilitadora, la educación se está convirtiendo rápidamente en la gran divisora“. Por ello reclamó a los países la urgencia de subsanar las pérdidas de aprendizaje en niños y jóvenes derivadas de la pandemia sin recurrir a soluciones pasadas, sino repensando y transformando globalmente los sistemas educativos y revalorizando el estatus y el prestigio de la educación. De esta manera, las Naciones Unidas se adherían a las demandas de la UNESCO de hacer de la educación la palanca de logro de los 17 ODS y a la vez impulsar el logro del ODS 4. Educación de calidad. “Para redimir y rehacer el estado del mundo, primero debemos transformar la educación misma”, manifestó la Declaración Joven presentada en la cumbre, en la que se veían reflejadas las voces de casi medio millón de jóvenes de todo el mundo.


