Los Cines Girona vuelven a llenarse de cinéfilos y de personas con una estrecha relación con el mundo educativo: maestros de escuela en activo, profesorado de instituto y personal ya jubilado, entre otros. Cada uno de estos perfiles encuentra su asiento en una sala de cine ténuemente iluminada, preparados para una nueva sesión de cinefórum y debate sobre el estado actual de la educación en Cataluña. en esta ocasión bajo la mirada de François Truffaut, director de cine francés.
En el tercer cinefórum del ciclo educativo Cinema i debats per créixer junts se proyecta la película Les quatre cents coups, un film a priori cómico sobre las travesuras de un niño que es educado en la Francia de posguerra y que acaba teniendo un trasfondo mucho más profundo, sobre el sistema educativo del momento y sobre el papel fundamental que juegan las familias en la vida de los pequeños, vital para su desarrollo cuando llegan a períodos como la adolescencia.
Ana Basanta, directora del Diari de l’Educació, y Jaume Cela, maestro retirado, son los encargados de abrir el acto cuando todo el mundo está en su butaca. Cela es quien hace una introducción a la audiencia sobre el tema de la película y destaca cómo trata el director los temas de infancia, a los cuales dedica unas cinco películas y también habla sobre el movimento de la nouvelle vague, un movimiento de cine francés que comienza a finales de los años 50 y del que Truffaut es uno de los principales exponentes.
Familia y escuela
Una vez termina esta breve introducción, comienza a proyectarse el film. Va sobre un niño, Antoine Doinel, que tiene lo que se considera un mal comportamiento en la escuela y que siempre está metido en problemas, sobre todo por su tendencia a decir mentiras. Este mal comportamiento también se relaciona con una familia que lo tiene bastante desamparado y que tiene su raíz en la desestructura: su madre lo tuvo estando soltera, cuando era joven, y el marido de ésta se ha encargado de criarlo como un hijo propio, cosa bastante escandalosa en la época.
Durante las primeras escenas se escuchan risas en la sala, quizás porque algunas de las travesuras que vive Antoine resuenan también en los adultos que fueron criados por unos sistemas educativos parecidos, donde la severidad y la rectitud eran la norma habitual, una situación alejada de la que se vive actualmente en Cataluña, pero que a pesar de ello mantiene algunos paralelismos.
La trama de la película avanza y Antoine vive aventuras cada vez más intensas, como saltarse clase e inventarse que su madre está muerta para que el profesor le deje entrar en clase. El punto álgido del film es cuando roba una máquina de escribir de su padrastro y éste lo lleva ante la policía y ante el juez, alegando que ya no pueden más con él. Finalmente, el chico acaba internado en una especie de reformatorio donde tiene que seguir unas normas muy estrictas. Un suspiro ahogado de sorpresa se escapa durante la proyección cuando a Antoine le dan unas fuertes bofetadas por no esperarse a comer el pan en el momento oportuno.
Este es un ejemplo más de la dualidad que muestra la película entre una pretendida ternura y la crueldad de una realidad apabullante: Antoine, a pesar de sufrir mucho, continúa siendo valiente ante un sistema que lo ha abandonado y una red familiar que lo ha dejado absolutamente desamparado, sin un soporte realista. De hecho, en la escena final, el niño consigue escapar del reformatorio en el que lo tienen encerrado y, en un plano de una belleza excepcional, Truffaut nos enseña cómo Antoine no para de correr hasta cumplir uno de sus sueños: ver el mar por primera vez y encontrar la tan anhelada libertad.
Paralelismos
La proyección acaba, como muchas veces ocurre, con algunos aplausos tímidos que van ganando intensidad. La película ha llegado al público. Ana Basanta se encarga de presentar a los cuatro ponentes que intervendrán en el debate: Jaume Cela, quien ha hecho la introducción de la película; Quim Casas, crítico de cine y profesor de Comunicación Audiovisual y dos jóvenes profesores, Sergio Cumplido, que da clases en un instituto público y Anna Serna, maestra de primaria en el barrio del Carmel.
La pregunta que enciende la llama del debate es si existe algún paralelismo entre lo que ocurre en el film y lo que pasa en la vida real, tanto desde el punto de vista cinematográfico como desde el punto de vista educativo.
Quim Casas, desde su bagaje como crítico de cine, explica qué es lo que hay detrás y quién fue Truffaut, director de la película. Les quatre cents coups es uno de los films que marcan el inicio del movimiento de la nouvelle vague, un nuevo estilo de hacer cine que buscaba modernizarse y romper con el cine de posguerra, demasiado teatral y anticuado para los precursores de este movimiento.
Casas explica que Truffaut muestra durante su filmografía cosas que le pasaron a él, creando una obra en parte autobiográfica. “Truffaut narra cosas que le pasaron, como la huida final, explicadas de forma sencilla y transparente. Esta película tiene, de hecho, cuatro continuaciones con el personaje de Antoine. El actor que interpreta a este personaje, cuando muere Truffaut, dice sentirse huérfano porque había compartido casi una vida de rodajes”.
Ternura
Es aquí cuando se inicia uno de los temas más importantes y donde se recupera la pregunta que abre el debate. Igual que Truffaut fue abandonado y sufrió durante su infancia, Jaume Cela destaca la ternura de la película y también cuando miran a cámara, conectando con la audiencia, buscando un cómplice, preguntando qué están dispuestos a hacer ante esta realidad.
“Cuando miran hacia cámara están buscando al público. Nunca había visto o vuelto a ver la película bajo el símbolo de ternura. Me gustaría que los maestros más jóvenes nos dijeran si lo que pasa en la ficción pasa en nuestra realidad”, se pregunta Cela, dando paso a Sergi y a Anna, profesorado joven con un punto de vista muy claro.
Anna Serna destaca que ve “un gran paralelismo, por ejemplo en la escena en la cual no suena el despertador y el niño está a punto de llegar tarde porque la madre se ha quedado dormida. Esto me pasa a mí cada día en el Carmel. También me resuena mucho el tema de las familias desestructuradas. A veces, tratar con las familias es una pesadilla y crean en los niños una mochila y etiquetas que muchas veces no les puedes quitar de encima”.
En este punto empieza a quedar claro que una película del 58, salvando las distancias obvias, todavía parece muy actual. Es lo que piensa Sergio Pulido, que mientras mirava el film pensaba en la vivienda precaria, el desamparo de las familias; temáticas que afectan a la sociedad actual. Y es que Sergio lo dice claro: “el niño puede ir bien vestido y estar bien alimentado, pero encontrarse en una situación de desamparo”.
Adolescencia
El debate pasa al público y se escuchan voces que destacan otros temas interesantes. Un hombre habla de la soledad que supone el período de la adolescencia y del duelo que supone este cambio de etapa, dejando atrás la infancia y adentrándose en los terrenos oscuros de nuevos miedos, del descubrimiento de la sexualidad…
Otra voz también destaca que la película le ha parecido un poco hiperbólica. Esta persona recuerda una escuela autoritaria, pero no al nivel de lo que se muestra en el film. “Los profesores que salen son caricaturescos, carecen de sensibilidad. Esto lo quiero resaltar para destacar la gran figura de los maestros y las maestras de hoy en día, personas muy preparadas y calificadas”.
Para finalizar el debate, Ana Basanta pide una frase de cierre a cada uno de los ponentes. Quim Casas destaca “la ternura, esta capacidad para hablar de un tema tan duro y que, a pesar de ello, se comunique desde este punto”. Jaume Cela explica que “cuando ves la película te entran ganas de buscar la filmografía de este director”. Sergio Cumplido vuelve a hablar sobre la ternura y añade que “me quedo con como brilla este sentimiento. Sonríe en muchos momentos Antoine”. Para finalizar, Anna Serna se queda con la pureza, “ver a un niño en estado puro. Pureza que demuestra todo el rato”.
El debate que se ha trasladado al público a través de la película es poner en el centro a una familia desestructurada, un caso de muchos, donde viven de aparentar que todo funciona correctamente. Lo que ocurre con estas familias es como un pulpo, tiene muchas patas, no solo lo que pasa dentro de casa, porque esta situación acaba reflejándose en todos los ámbitos de la vida de un niño: relaciones interpersonales, socialización, escuela…
Antoine y su historia son un ejemplo, una pequeña muestra, de una realidad actual. Por eso son importantes la ternura y la valentía, porque hay muchos niños que, como él, a pesar de mantener una sonrisa, se encuentran desamparados por sus redes de apoyo.


