La película, que ofrece una redención para su protagonista, interpretada por Mikey Madison, se impone ante las cautivadoras All We Imagine as Light, de la india Pakal Kapadia, y Emilia Pérez, del francés Jacques Audiard, Gran Premio del Jurado y Premio del Jurado, respectivamente.
El musical ambientado en México y en castellano de Audiard completa la cosecha con un ex-aequo para sus cuatro actrices empezando por la transexual madrileña Karla Sofía Gascón. El portugués Miguel Gomes gana la mejor dirección por su hipnótica Grand Tour, la francesa Coralie Fargeat el mejor guion por su crítica gore a los cánones de belleza de Hollywood The Substance, el norteamericano Jesse Plemons el premio al mejor actor por sus psicopatías en Kinds of Kindness, de Yorgos Lanthimos. Y, de forma absolutamente necesaria, el iraní Mohammad Rasoulof obtiene un Premio Especial del Jurado por The Seed of the Sacred Fig que rodó ya bajo una condena de prisión y que ha podido presentar personalmente en Cannes porque hace un par de semanas huyó del país, conjuntamente con sus dos jóvenes actrices.
Para el estadounidense Baker, Anora se trata de su sexta película. Aunque cuando este realizador de 53 años despegó realmente fue en 2017 con The Florida Project, un entrañable largometraje de una comunidad periférica en Orlando con la intervención agradecida de Willem Dafoe. La siguiente, Red Rocket, ya llevó al director a la competición de Cannes con un protagonista narcisista en un pueblo perdido de Texas, que también tenía sus cualidades. La que se ha llevado el primer premio en esta edición es un thriller que se desarrolla en escasos días, empieza en un club de striptease de las afueras de Nueva York, tiene su principal escenario en la casa de un hijo de multimillonarios rusos, con sospechosas fuentes de ingresos, y cuenta con una escapada a Las Vegas. La joven Anora es el eje central de la trama, en su credulidad que un hijo de ricos la sacará de su circuito aunque sigue dependiendo de este intercambio de sexo por dinero. Y su desencanto le servirá, de hecho, como madurez.

Baker acabó recordando al recoger el galardón “todas las trabajadoras del sexo actuales y futuras”, tras haber hecho una encendida defensa del cine en las salas respecto a las plataformas y de haber citado a Francis Ford Coppola y David Cronenberg, integrantes como él de la competición, y haber recibido el galardón de manos de George Lucas, a quien se le otorgó una Palma de Honor (entregada por Coppola). A nosotros, esta espiral de Anora, y su compañero ruso descerebrado (Mark Eidelstein), con las carrerillas de los guardianes armenios de la familia, nos pareció un poco exagerada y falta de contexto. Pero le concedemos a Baker su capacidad de filmar a las trabajadoras del sexo con gracia y sus calidades como cineasta que puede subir todavía un escalón más.
La india Kapadia seguramente hubiera sido una Palma de Oro más redonda con su All We Imagine as Light (Todo lo que imaginamos como luz), un encantador retrato de dos personajes femeninos que nos explican una India tanto urbana (Bombay) como rural y que intentan sacarse de encima todo el peso patriarcal y de una sociedad y dirigentes racistas contra los musulmanes. Y que va acompañado de unas escapadas mágicas, que todavía hacen estimar más el film. En el caso de Audiard, su musical pese a estar rodado en las afueras de París es una nueva manera de acercarse tanto al género como a la tragedia del narcotráfico y las desapariciones en México. Es cómo si Almodóvar se hubiera dirigido en esta dirección, porque Karla Sofía Gascón, que hizo la transición de género hace seis años y hasta ahora actuaba más bien en series, cumple todos los requisitos para abanderar el nuevo musical queer. Y que completan con brillantez las hispanas Zoe Saldaña, Selena Gómez y Adriana Paz. Nadie diría que detrás está el camaleónico Audiard, que además acertó yendo a buscar a Clément Ducol y Camille para la música y letras y a Pierre-Marie Dru para las coreografías. Inicialmente, había pensado en Tom Waits, Nick Cave o Gonzales, pero le hubieran hecho una cosa totalmente anglosajona.
Que el imaginativo y original Miguel Gomes gane la mejor dirección por una ficción, rellena de imágenes documentales de la época colonial en el sudeste asiático, en blanco y negro y casi todo en narración en tercera persona denota el atrevimiento del jurado presidido por Greta Gerwig. En un aspecto completamente diferente, también lo es que el mejor guion sea para una película de género, digna del festival de terror de Sitges. Con una morbosa confrontación Demi Moore-Margaret Qualley. Y inteligente ha sido darle el premio de mejor actor al sobrio Jesse Plemons, dentro de la película pasada de frenada de Yorgos Lanthimos.
Y era imprescindible que Rasoulof se llevara un galardón y subiera al escenario a hacer un discurso, después de arriesgar su libertad haciendo The Seed of the Sacred Fig (La semilla de la higuera sagrada). Cuando llevaba un tercio del rodaje en Irán, lo condenaron a ocho años de prisión por su crítica al régimen de los ayatolás. Esperando la confirmación de la sentencia, se dio prisa para acabar este film que es un alegoría dentro de la familia de la represión del régimen y la forma de cómo hacerlo caer. En la línea del movimiento Mujer, vida y libertad que estalló en septiembre de 2022 tras la muerte de Masha Amini por no llevar el velo suficientemente bien puesto. Rasoulof introduce imágenes de las manifestaciones y cargas de la policía captadas por teléfonos móviles y se sitúa desde el punto de vista femenino. Como en sus anteriores largometrajes se deja de sutilezas y asume su carácter combativo. La suya no es una película perfecta, pero es necesaria y, ahora, además ha tomado el riesgo de no poder volver a su país. Solo lo acompañaban en Cannes las dos jóvenes actrices Masha Rostami y Setareh Maleki, que también han huido. El resto del equipo sigue en Irán bajo las amenazas del régimen.
Artículo completo en Paris/BCN


