Palestina es un estado sin fronteras definidas, ni capital definida. El gobierno palestino no ostenta el control de su territorio, y su pequeña estructura administrativa no permite que pueda ser un aprovisionador de servicios públicos a la ciudadanía. Al mismo tiempo, una parte de ese territorio está controlado por una facción considerada terrorista por la Unión Europea: Hamás. Aun así, España ha reconocido como Estado a Palestina, una forma de apoyar lo que se conoce como solución de los Dos Estados, y es que exista un Estado de Israel y un Estado de Palestina que convivan conjuntamente.

Uno de los puntos es que las fronteras de este Estado de Palestina serán las llamadas fronteras de 1967. Realmente no es una frontera, sino la llamada Línea Verde o línea de armisticio de la guerra de 1948. Esta línea separaba el territorio israelí del territorio que había quedado bajo mandato egipcio (Franja de Gaza) y bajo administración jordana (Cisjordania). Las fronteras con el Líbano volvieron a la posición internacionalmente reconocida, y las fronteras con Siria fueron desmilitarizadas. Por este motivo no debemos creer que la Línea Verde es una frontera, porque ni Jordania ni Egipto reconocerían a Israel hasta décadas más tarde. Y la segunda parte de la frase, de 1967, es porque dibujan el territorio anterior a la Guerra de los Seis Días, donde Israel lanza un ataque preventivo contra Siria, Jordania y Egipto y ocupa el Este de Jerusalén, los Altos del Golán, Cisjordania, la Franja de Gaza y la Península del Sinaí.

En 1973 estalla la Guerra de Octubre o Guerra del Yom Kippur, según se mire la historiografía árabe o israelí. Por sorpresa, Egipto y Siria atacaron simultáneamente las posiciones israelíes. Fue la victoria inicial de Egipto, al cruzar el Canal de Suez, que consideraría la guerra una victoria moral, aunque los países árabes perdieran, mientras que en Siria, en tres días el ejército sirio desplegado tenía serios problemas, y se consideró una derrota. El hecho de que Estados Unidos hiciera de mediador entre Egipto e Israel, salvando la 3ª División Egipcia de una derrota estrepitosa, y al mismo tiempo entre Jordania e Israel, haciendo que Jordania no se implicara más de lo era necesario, hizo virar la diplomacia egipcia de la Unión Soviética hacia Estados Unidos.

Al año siguiente, en 1974, la Liga Árabe reconoce a la Organización por la Liberación de Palestina como único representante del pueblo palestino. Esto tiene como consecuencia que se reconozca internacionalmente dentro de los países árabes a una autoridad palestina, separada de la jordana. Hasta el momento, el rey y el gobierno de Jordania, como gobernantes de Cisjordania, aunque ocupada, era el representante de los palestinos en la palestra internacional como ciudadanos jordanos. Cinco años después, los Acuerdos de Camp David entre Egipto e Israel, de 1979, establecerían una frontera clara entre Israel y Egipto, y Egipto sería el primer país árabe en reconocer a Israel como Estado. Egipto recuperaría el Sinaí, pero la nueva frontera no decía nada de la Franja de Gaza, dejándola de facto bajo control militar israelí. Y en 1988, Jordania deja de considerar a Cisjordania como territorio legítimo del reino hachimita, y considera que debe ser gobernada por la OLP.

Con la renuncia territorial de Egipto de los territorios de la Franja de Gaza, y de Jordania de los territorios de Cisjordania, en 1991 se celebra la Conferencia de Madrid y en 1993 se firman los Acuerdos de Oslo. Ambos se consideran un fracaso por no conseguir los objetivos que se pretendían, pero al mismo tiempo marcan un punto de inicio en las relaciones diplomáticas entre Israel y Palestina. Y es que se reconoce por parte de Israel que existe un gobierno interino palestino, formado por la OLP, que tendrá la competencia de gestionar Cisjordania y la Franja de Gaza. Como respuesta a ello, Hamás –acrónimo de Movimiento de Resistencia Islámica– funda en 1991 las Brigadas de Ezzeldin Al Qassam, su brazo militar, con el objetivo de sabotear los Acuerdos de Madrid, posteriormente los Acuerdos de Oslo. Y pasan a ser un grupo que comete diferentes atentados suicidas para dificultar la normalización de las relaciones entre palestinos e israelíes y, al mismo tiempo, ganarse la opinión pública a su favor. La llamada Segunda Intifada, o Intifada de Al Aqsa, como respuesta de la visita de Ariel Sharon a la explanada de las Mezquitas de Jerusalén, provocó una respuesta violenta que acabaría con más de 5000 palestinos, y más de 1000 israelíes fallecidos.

Esto tendría como consecuencia la retirada unilateral del ejército y del gobierno israelí de Gaza, junto con los 8.000 israelíes que vivían en asentamientos en el 2005. Fue entonces cuando, en las elecciones palestinas, en Cisjordania ganó Fatah, partido de la OLP, y en la Franja de Gaza ganó Hamás. Tras una guerra entre Fatah y Hamás por el control de la Franja de Gaza, los miembros de Fatah y la OLP se retiraron también, dejando la Franja de Gaza bajo control de Hamás y las Brigadas Al Qasam. Y esto nos lleva al segundo punto del reconocimiento de Palestina.

España no sólo establece el reconocimiento del Estado de Palestina dentro de las fronteras de la Línea Verde, y las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas 242 y 338, sino que también rechaza la legitimidad de Hamás como actor político. España pues, reconoce a la Autoridad Palestina como legítima gobernante del pueblo palestino, y por tanto, no reconoce como interlocutor político a Hamás, ni a su brazo militar. De ahí que no hay que confundirse al valorar que el reconocimiento de Palestina es un regalo o reconocimiento de Hamás; Hamás no está en la ecuación del reconocimiento de España, y su señalamiento como grupo terrorista no ha cambiado, por mucho que ostenten el control político de la Franja de Gaza.

Cualquier relación entre España y el Estado de Palestina será entre el gobierno reconocido como legítimo por todo el territorio, que actualmente reside en Ramalla, y por otra parte Moncloa. De ahí que el posicionamiento español no dista de los que hay hasta el momento por parte de otros países, y al mismo tiempo destaca que también quiere profundizar con los vínculos con Israel, aunque la respuesta israelí haya sido valorarlo como un ataque diplomático. Aunque reconoce a Jerusalén Este como parte de Palestina, y como capital de la misma. Este territorio formaba parte de la administración local jordana entre 1949 y 1967, y se considera la capital legítima del Estado de Palestina. Algo que genera polémica entre los árabes porque Israel la reconoce en su totalidad israelí. Hay que hacer un apunte, y es que la Resolución 2334 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, de 2016, considera a Jerusalén Este como territorio ocupado, de ahí el posicionamiento español.

El tercer apunte de la declaración de reconocimiento de Palestina como Estado por parte de España correspondería a su relación con los países árabes. El proyecto español en Oriente Medio y en los países árabes no sólo abarca la cuestión del Sáhara Occidental con Marruecos, o el AVE de la Meca a Medina en Arabia Saudita. España mantiene relaciones cordiales y profundas con Jordania, también con Egipto y existen vínculos estratégicos con Qatar y Kuwait; también existen proyectos conjuntos con Omán, y buenas relaciones con los Emiratos Árabes Unidos. La Liga Árabe hizo una importante labor diplomática de apoyo durante la Transición Española, para que España normalizara relaciones con todo aquel que fuera posible. La reunión del 29 de mayo entre la Moncloa y los primeros ministros de la Autoridad Palestina y Qatar, junto a los ministros de Exteriores de Arabia Saudí, Jordania y Turquía, así como con el secretario general de la Organización de Cooperación Islámica, demuestran la buena relación entre todos los países citados.

Para concluir, deberíamos ver cuál ha sido la repercusión de este reconocimiento por parte de España del Estado de Palestina. En la práctica inmediata no supone ningún cambio respecto a la situación de los palestinos, ni tampoco tiene una consecuencia directa en el curso de la actual ofensiva militar. Éste sí cambia la relación de España respecto a los países árabes y el mundo islámico, no porque sea un premio hacia Hamás –al contrario–, sino porque se reconoce una de las peticiones históricas de la Liga Árabe, que es el establecimiento de un Estado para los palestinos. Y al mismo tiempo se materializa el apoyo a la solución de los Dos Estados, reconociendo al Estado de Israel y al Estado de Palestina como independientes y soberanos.

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