España decidía 61 de los 720 escaños que conforman el Parlamento Europeo. Es el cuarto país de la Unión Europea en representación después de Alemania (96), Francia (81), e Italia (76). Lo hacía después de conocer los resultados — preocupantes — en las principales potencias europeas. Primera fuerza en Francia y en Austria, segunda fuerza en Alemania. La ola de la derecha y extrema derecha continúa creciendo, también en nuestro país. Lo hace, de hecho, desde el año 1999 en cada elección de forma ininterrumpida. En Francia, la aplastante victoria del partido Reagrupación Nacional de Marine Le Pen ya ha tenido consecuencias: Emmanuel Macron ha anunciado la disolución de la Asamblea Nacional y ha convocado elecciones legislativas el próximo 30 de junio, en primera vuelta, y el 7 de julio en segunda.
Pero a pesar de la vital importancia de las elecciones europeas en un momento en que se decide el rumbo de la política migratoria, la posición del “viejo continente” respecto del genocidio israelí en Gaza, o el rol de Europa respecto de la guerra en Ucrania, las primeras lecturas siempre son en clave nacional. En España este desplazamiento es relativamente más moderado que en otros países. Un premio de consolación, que ni es premio y que difícilmente puede consolar a nadie que tenga ciertos ideales de democracia, igualdad y feminismo.
Los resultados electorales
Empieza a ser una costumbre que el Partido Socialista, en la era de Pedro Sánchez, acabe dando la sorpresa y remonte una situación adversa. Tanto, que casi deja de ser sorpresa. En la política representativa, más que los mismos resultados, importa la gestión de las expectativas. El PP, encabezado por Dolors Montserrat, había hecho de las elecciones europeas un plebiscito al mandato de Pedro Sánchez. Necesitaban una victoria clara para sacudir el gobierno de Sánchez, y esta no ha sido tal.
Si bien es cierto que el incremento en los resultados obtenidos en las elecciones es notable, pues pasan de 13 a 22 diputados, también lo es que los populares venían de unos de los peores resultados en su historia. A pesar de haber ganado, no pueden dar los resultados por buenos. Parte de la “culpa” de los relativamente buenos resultados de los socialistas, que pierden solo un diputado respecto a los anteriores comicios, se debe adjudicar a la solidez de su cabeza de lista, Teresa Ribera.
En tercer lugar, queda VOX, que pasa de dos a seis diputados. La extrema derecha española no está aún al nivel de la extrema derecha europea, pero poco a poco se va acercando. Porque su crecimiento habría sido netamente superior si no fuese porque Se Acabó la Fiesta, un partido de extrema derecha que orbita alrededor de la figura de Alvise Pérez, un ex asesor parlamentario de Ciudadanos, no se hubiese presentado. Ha conseguido tres diputados.
La guerra fratricida a la izquierda del PSOE la ha ganado, por poco, SUMAR. Ahora bien, los tres eurodiputados obtenidos dejan fuera del Parlamento al diputado de Izquierda Unida, que iba en cuarta posición. IU había obtenido representación en todas las elecciones europeas celebradas… hasta ahora. Aun así, Unidas Podemos consigue sobrevivir. Irene Montero ha mantenido dos de los seis diputados que tenía la formación morada.
Ahora Repúblicas es una coalición de partidos nacionalistas e independentistas de ideología de izquierdas formada, entre otros, por EH Bildu, Esquerra Republicana (ERC), el Bloque Nacionalista Gallego (BNG). Encabezada por Diana Riba, han obtenido tres eurodiputados.
Junts per Catalunya tenía tres diputados y ahora tiene uno. Su cabeza de lista, Toni Comín, había intentado convertir las elecciones europeas en un pulso para reivindicar la presidencia de Puigdemont en la Generalitat de Cataluña. Malas noticias para los neoconvergentes, que se ven debilitados internamente.
Finalmente, la coalición por una Europa Solidaria (CEUS), la alianza electoral formada por varios partidos nacionalistas y regionalistas de carácter conservador, entre ellos el Partido Nacionalista Vasco (PNB) y Coalición Canaria (CC-PNC), ha obtenido un diputado.


