El contundente triunfo del Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen en las elecciones europeas del pasado domingo ha provocado una crisis política inédita en Francia. El presidente Emmanuel Macron, gran derrotado al obtener la mitad de votos que el partido ultra, ha convocado por sorpresa elecciones legislativas para el 30 de junio, provocando el terror de parte de la opinión pública. El sistema mayoritario a dos vueltas ha perjudicado hasta ahora a la ultraderecha en las elecciones legislativas y presidenciales, pero la posición de fuerza de Le Pen es tal que nadie se atreve a descartar la posibilidad de un triunfo electoral que llevaría a los ultras al gobierno, aunque Macron mantendría la presidencia.
El anuncio de Macron fuerza a los partidos de izquierda a intentar formar rápidamente una coalición como la de 2022. En las legislativas de hace dos años, la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, el Partido Socialista, los ecologistas y el Partido Comunista formaron la Nueva Unión Popular, Ecologista y Social (NUPES), una alianza preelectoral que consiguió formar el tercer grupo en el parlamento, rompiendo la mayoría absoluta de Emmanuel Macron y dando cierto protagonismo a la izquierda en un panorama político dominado por la ultraderecha y un macronismo derechizado.
Dos años después, no queda nada de la NUPES. Fue una “alianza muy circunstancial”, explica Nicolas Framont, sociólogo y redactor jefe de la revista Frustration Magazine. “Tenía interés porque las legislativas son una votación a dos vueltas. Las condiciones de la alianza fueron muy favorables a FI, que había quedado muy por delante del resto de partidos en la elección presidencial”. Gracias a la coalición, que evitó la competencia electoral entre izquierdas, el PS y Europa Ecología-Los Verdes sobrevivieron, mientras que FI incrementó considerablemente su número de diputados y consolidó su liderazgo en la izquierda. Sin embargo, explica Framont, “no había un programa obligatorio y los diputados mantenían la libertad de voto”. Poco después de las elecciones, cada partido volvió a su estrategia y la NUPES se convirtió en un recuerdo.
La izquierda ha concurrido separada a estas elecciones europeas. El socialista Raphaël Glucksmann, que ocultó las siglas de su partido durante la campaña, ha obtenido el 14% de los votos, muy cerca de la candidata macronista, mientras que LFI ha mejorado sus expectativas rozando el 10%. Las europeas son unas elecciones tradicionalmente complicadas para los ‘insumisos’, ya que “la abstención es alta y los votantes tienen un perfil diplomado y acomodado, mientras que el electorado de FI es más popular”, precisa Framont. Los malos resultados de FI en los anteriores comicios europeos no impidieron a Mélenchon conseguir el tercer puesto en las presidenciales de 2022, a solo un punto porcentual de Marine Le Pen. Los verdes, que suelen tener un buen resultado en las europeas, apenas han superado el 5%, empatando con la ultraderecha radical de Reconquête, liderada por Marion Maréchal Le-Pen. El Partido Comunista no llega al 3%, después del polémico giro nacionalista de su líder Fabien Roussel.
Pese a los discretos resultados individuales, el conjunto de los partidos de izquierda supera al victorioso Reagrupamiento Nacional y dobla en votos a la candidata del presidente Macron, la impopular Valérie Hayer –lo que puede alentar el impulso unitario en las formaciones de izquierda. El debate sobre la unidad para las legislativas permitirá aplazar una vez más el elefante en la habitación de La Francia Insumisa: la sucesión de Mélenchon.
El veterano y polémico político, de 72 años, ya ha sido candidato a tres elecciones presidenciales y, tras las de 2022, por primera vez habló de su posible retirada, aunque no lo ha dado por seguro. Los nombres que más suenan para sucederle al frente de FI son Mathilde Panot, joven presidenta del grupo parlamentario y fiel seguidora del actual líder, Clémentine Autain, del sector más izquierdista y urbano del partido, y sobre todo François Ruffin, un popular periodista que entró en política en 2017, con un discurso soberanista dirigido a las clases populares que a veces es visto con hostilidad por las bases ‘insumisas’. Ruffin “tiene una línea más de derecha que Mélenchon sobre las cuestiones económicas y sociales y sobre el antirracismo”, explica Framont. Inmigración y antirracismo son temas claves en un país donde Macron acaba de impulsar una ley de inmigración copiada del Reagrupamiento Nacional, en un desesperado intento por recuperar la popularidad perdida.
El inesperado adelanto electoral decidido por Macron devuelve la izquierda al centro del debate público. La duda es si el temor al Reagrupamiento Nacional y la responsabilidad de evitar su llegada al poder serán suficientes para suspender, al menos por unas semanas, las dinámicas fratricidas en las que los partidos progresistas llevan años enfrascados. El futuro de la democracia francesa puede depender de ello.


