Nacido en Cornellà hace setenta años y de familia obrera, Joan Tardà, fue concejal de su ciudad, elegido como independiente en las listas del PSUC en 1979. Más tarde se incorporó a Nacionalistes d’Esquerra y, finalmente, a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Fue diputado de este partido en el Congreso desde marzo de 2004 hasta marzo de 2019. Actualmente es miembro del Consejo Nacional del partido. Apuesta porque ERC facilite la investidura del socialista Salvador Illa como presidente de la Generalitat y que su partido pase a la oposición.
¿Esquerra Republicana debe hacer a Salvador Illa presidente de la Generalitat?
Esquerra Republicana y el PSC deben hacer todo lo posible para entenderse. El PSC debe salir de su zona de confort y Esquerra Republicana debe salir de su zona de confort. En todo proceso de negociación, las partes llega un momento que ya no pueden esconder si han ido hasta el máximo de dónde pueden ir. El PSC tiene que entender que debe hacer todos los esfuerzos para llegar a un acuerdo con Esquerra Republicana y Esquerra Republicana debe hacer todos los esfuerzos para que este acuerdo sea posible. Y si ambas partes no están dispuestas a salir de su zona de confort, acabará pasando aquello que no sería bueno que pasase. Defiendo y no de ahora sino que ya lo escribí en el libro “En defensa propia” que todo el catalanismo, desde el PSC hasta la CUP, tiene que participar en un proceso popular de construcción de una solución. En este sentido, Esquerra Republicana debe asumir que construir una solución exige confrontar políticamente con el PSC y al mismo tiempo colaborar con él. Y lo mismo el Partido Socialista. Si haces una fotografía de las clases populares catalanas, una parte importante de esta fotografía está ocupada -no lo digo de forma exclusiva ni mucho menos- por el electorado de Esquerra y del PSC. Y, evidentemente, también existen otros electorados de izquierda, como, por ejemplo, el mundo de Iniciativa, de los comunes, etc. Estoy convencido de que sería bueno que el PSC y Esquerra Republicana llegaran a un acuerdo y, aun asumiendo en estos momentos que no hay condiciones objetivas como para que sea posible un gobierno de izquierdas, creo que sería bueno que Esquerra Republicana y el PSC llegaran a un acuerdo que permitiera la investidura de Illa y que ERC pasara a la oposición.
¿La idea sería, pues, facilitar la investidura de Illa sin entrar en el gobierno?
Asumir la realidad significa reconocer que no existen condiciones objetivas suficientemente maduras en estos momentos como para que sea posible un gobierno de izquierdas. El reto está justamente en que esta dialéctica entre la confrontación y la colaboración vaya labrando una progresiva unidad de izquierdas. Pero esto se tendrá que ir conquistando a través de las complicidades, a través del debate ideológico, a través de la confrontación y de ver cómo y de qué manera somos capaces de construir esta solución de acuerdo también con la política de alianzas que podamos establecer en España. Es evidente que construir esta solución requiere una convergencia de la mayoría del catalanismo político, que la hegemonía y el liderazgo lo lleven las izquierdas y es básico e imprescindible que en España gobiernen las fuerzas políticas progresistas, de modo que en el Reino de España haya el gobierno más de izquierdas que hoy en día sea posible en el marco de la sociedad española, que como todas las sociedades, también la catalana y las europeas, van evolucionando hacia un predominio del pensamiento reaccionario.
¿Su posición es mayoritaria o minoritaria en Esquerra Republicana?
En el último congreso del partido presenté una enmienda que la pude transaccionar con la dirección gracias a que en el Baix Llobregat la ganamos, en contra de la opinión de la dirección. Esta enmienda pasó algo desapercibida, pero lo digo para que se sepa de dónde venimos. Tenemos que intentar que llegue un momento en que seamos capaces de entender que el republicanismo debe participar activamente en las propuestas que plantee la contraparte, entendiendo por contraparte a los partidos catalanistas no independentistas; no hablo ni del PP, ni de Vox, ni de Ciutadans. De la misma forma que deberemos exigir a la contraparte que participen en nuestras propuestas. ¿Por qué? Porque había un agujero negro del que teníamos que aprender. Cuando Miquel Iceta dijo que “no participaremos de las leyes de desconexión”, nosotros, que en aquella época estábamos convencidos de que las condiciones objetivas eran suficientes como para poder hacer una revolución democrática, dijimos “si no queréis participar, no participéis. Ya nos lo haremos solos”. De igual modo, previamente, meses, años antes, pocos, la contraparte, el catalanismo no independentista se había desentendido un poco de las consecuencias de la falta de capacidad de diálogo por parte del Estado español, hasta el extremo de que Pere Navarro llegó un momento en que dijo que era favorable a un referéndum, siempre y cuando fuera acordado. Tarde o temprano se hará, posiblemente no de carácter vinculante, sino consultivo. Lo que no podíamos hacer es, en el postprocés, no superar ese agujero negro. Lo importante es que la inmensa mayoría del catalanismo político, desde el PSC hasta la CUP, se sienta llamada a participar y si no a participar que asuma que por delegación está de acuerdo en la construcción de una solución. Y la única posibilidad que existe es hacerla conjuntamente. El PSC algún día hará una propuesta X en el Parlament de Catalunya. Tarde o temprano, dirá que propone recuperar las competencias que nos laminaron en el Tribunal Constitucional, o un pacto fiscal. Lo ignoro pero algún día dirá que “nuestro proyecto es éste”. Dicen que quieren más autogobierno. Al final tendrán que decir que “nosotros entendemos que más autogobierno quiere decir esto”. El independentismo, al menos el republicanismo, debe participar activamente en esta propuesta. De igual modo, si algún día, en el Parlament de Catalunya, el republicanismo presenta una ponencia o quiere abrir una comisión de estudio sobre cómo y de qué manera puede confeccionarse una ley de claridad, el PSC debería participar. Lo llamo el Cruzado Mágico. “Yo participo de tu solución. Tú participas de la mía”. Construimos dos soluciones. Y al final, de estas dos soluciones construidas, ¿qué hacemos? ¿Las pactamos en Madrid? ¿Las votamos antes en Cataluña a ver cuál tiene más apoyo? Esto sólo pueden liderarlo el republicanismo y el PSC. Y si ambas fuerzas estuvieran en el gobierno, aún sería más fácil. Pero si no, aunque Esquerra esté en la oposición, puede confrontar y a la vez colaborar. Y la mejor forma de colaborar es ahora, en su origen, en el momento cero, entenderse en un pacto de investidura. O eso lo hacemos el PSC y ERC, con las muletas que haga falta, y es básico, imprescindible, también, todo el mundo de los comunes, el mundo de Iniciativa, o lo lideraremos nosotros, o difícilmente saldremos adelante, porque unos quedarán aplastados por el sucursalismo y otros acabaremos aplastados por los nacionalistas catalanes.

Si se traslada a las bases del partido la decisión de si se inviste a Illa o no, puede salir cualquier cosa, ¿no? Las bases de ERC debían votar la entrada en el gobierno de Jaume Collboni en el ayuntamiento de Barcelona y se acabó suspendiendo la votación
Todo dependerá del acuerdo. Es que así es cualquier negociación. Lo que no vale es hacernos trampa. Estamos en un momento cero, y si ahora el PSC y Esquerra Republicana se hacen trampas, iremos por el mal camino. Aunque estemos destinados a competir, también estamos destinados a colaborar. Es así, entre otras cosas, porque no vivimos tiempos gloriosos; más bien, vivimos tiempos en los que incluso la socialdemocracia sufre y todavía sufrirá más. No sabemos dentro de cuatro días qué pasará en el estado español. No sabemos qué va a pasar aquí. El proceso de desnacionalización de Cataluña es muy acelerado. Incluso está en peligro la catalanidad. La fractura social se incrementa cada vez más. Incluso el sentimiento de orgullo de ser catalán se deteriora en la medida en que vivimos en una sociedad que ni siquiera garantiza que la gente pueda aspirar a vivir con cierta dignidad. Una parte importante de la población, que además es una población recién llegada que ocupa los espacios sociales de menor renta, apenas acaba de tener un cierto conocimiento que vive en un lugar llamado Cataluña. En estos momentos ser patriota es sacar el país adelante, entendiendo por país al conjunto de todas las personas que vivimos en él. Tenemos un 21% de inmigración, pero si tú segmentas a la población por renta, en los tramos más bajos hay mucha más gente extranjera. Aquí tenemos un reto extraordinario. Las izquierdas debemos asumir la complejidad del momento y ser conscientes de que en estos momentos no sólo para los independentistas sino también para los catalanistas no independentistas las condiciones objetivas para poder lograr el proyecto de cada uno son más adversas que en 2017. La Cataluña de 2024 es una Cataluña que está en peores condiciones que en 2017. Las condiciones internacionales son peores. Y en España la democracia sufre mucho más ahora que en el 2017. Aunque fuera sólo por un cierto egoísmo político, el conjunto del catalanismo no puede autoexcluirse. Creo que hemos ganado la batalla de hacer entender que nos conviene que los gobiernos españoles, de izquierdas, progresistas, se consoliden, que las alianzas cuajen, que aunque no estemos ni mucho menos en condiciones de poder llegar a un pacto de San Sebastián en poco tiempo, no debemos perderlo de vista. Habría que encontrar cómo y de qué manera el independentismo vasco, el independentismo gallego, el republicanismo catalán, las izquierdas españolas, vamos firmando una estrategia que nos permita, de entrada, parar el golpe. Y en segundo lugar, construir una solución que pase por salvaguardar el estado del bienestar, que la fractura social no vaya a más y preservar todo lo que tiene que ver con la catalanidad. El retroceso en el uso social de la lengua es muy evidente por razones demográficas, por razones culturales, por razones tecnológicas, etcétera. Es necesario construir una solución.
No hay condiciones objetivas suficientemente maduras en estos momentos como para que sea posible un gobierno de izquierdas
¿Cuál debería ser la solución?
Ir reconstruyendo. La solución pasa por entender que nadie puede excluir la opción del otro. Illa también lo va entendiendo. Decía a los comunes y a Esquerra Republicana, “participo de todas las soluciones o puedo llegar intelectualmente a participar de todas las soluciones menos la de un referéndum”. Esto ya no es admisible hoy en día. De alguna forma el independentismo debe entender también que ya no es admisible decir que podemos participar sólo de las soluciones que garanticen una única salida, la de referéndum de independencia. Es un cambio de paradigma mental. La validez de lo que digo es que algunos empezamos a decirlo en el 2018 cuando vimos que la realidad era la que era.
La alternativa es, si no llega ese acuerdo entre Esquerra y el PSC, una nueva convocatoria electoral
Suicidio. Insisto en la idea de no hacernos trampas. El PSC tiene la tentación, de decir que “si vamos a elecciones, ERC en lugar de 20 diputados sacará 18 o quizás menos; por tanto, no hace falta que salgamos mucho de la zona de confort”. Yo lo que quiero es que los míos se lo tomen con interés, con ganas y con la certeza política de que es imprescindible la dialéctica de confrontar y colaborar con el PSC. Digo el PSC, entendiéndolo como la pata grande de las izquierdas catalanas. En mi imaginario entra, evidentemente, también el mundo de los comunes y de la CUP. El catalanismo debemos arrastrarlo las izquierdas. Si el PSC especula, fracasará. Si ERC va a la negociación poniendo poca voluntad, buscando la excusa para decir que los malos son los socialistas y así justificar una nueva convocatoria electoral, haremos un mal negocio. ¿Al final quién debe sacar el país adelante? El país sólo pueden sacarlo adelante aquellas personas que tienen un pensamiento político que se basa en criterios muy básicos. Uno es repartir la riqueza de una forma más equitativa. Esquerra Republicana es un partido socialdemócrata como el PSC. Los comunes tampoco van mucho más allá. Nadie habla de nacionalizar absolutamente nada. Hablamos de lecturas más o menos intensas de la socialdemocracia. Coges el programa electoral de Esquerra, del PSC y de los comunes y evidentemente tienen matices distintos pero en ningún sitio se habla de según qué medidas que hace unos años todavía se ponían en él aunque fuera por estética. Estamos hablando de un reparto más equitativo de la riqueza dando mayor énfasis a los poderes públicos, al estado del bienestar. Encarar el gran reto de la vivienda. Encarar el gran reto de la integración de la población recién llegada, entendiendo como integración que, justamente porque son los últimos en llegar y normalmente los últimos en llegar viven en circunstancias y situaciones más duras, requieren mayor atención. Hay gente que teme decirlo porque creen que esto fomenta el racismo, la xenofobia, y aquí no podemos aflojar. Y después hay que salvaguardar la lengua. Cosas muy básicas. Y en la medida en que nos pongamos de acuerdo en estas cosas tan básicas deberemos intentar consolidar poderes progresistas de Cataluña y fomentarlos en España. Y tendremos que ir encarando cómo y de qué manera somos capaces de construir una solución que tenga aquí el máximo apoyo de la población, que allí haya un gobierno español que pueda entenderlo, que se pueda negociar, que se pueda legalizar y que a la vez, pueda servir también para el reto que tiene el estado español de resolver otros conflictos territoriales.
Una nueva convocatoria electoral sería un suicidio
El cebo que puso Junts para que ERC se apunte a una lista encabezada por Carles Puigdemont es que le ofrecerá muchos más sitios con opción a obtener el escaño que los que obtendría yendo sola. ¿Funcionará?
Esto no pasará. Imposible, imposible. Conozco mi partido y hoy por hoy es impensable que la militancia de Esquerra Republicana asumiera una repetición de lo que ocurrió en 2015. De hecho, en 2015 finalmente lo hicimos en contra de lo que habíamos aprobado en nuestro Congreso. Recuerdo, y ahora me sabe mal decirlo así pero es que si no lo dijera faltaría a la verdad, que en 2015 hubo un Consejo Nacional en el que yo pedí que no se votara ese tema. ¿Por qué? Porque así nos ahorrábamos tener que votar en contra y nos ahorrábamos una división. Entendimos que, teniendo presente que se trataba de unas elecciones de carácter plebiscitario, se podía llegar a realizar. Pero se hizo con mucho recelo.
¿Se votó o no?
No, no votamos. Salí y dije que no se votase y que permitiéramos la propuesta que presentaba la dirección. Todo el mundo era muy consciente de que era algo singular, excepcional; si entonces ya se asumió de manera muy excepcional, porque tal vez esto permitiría arrastrar a los convergentes, hoy en día esto es impensable. Es decir, si en Junts creen, que si hubiera ahora una nueva convocatoria electoral, e intensificaran esta campaña que ya han comenzado, podrían hacer una lista conjunta, están condenados al fracaso. Puigdemont llegó a decir que estaba dispuesto a ofrecer 25 puestos de una hipotética lista. Creo que incluso no habría debate. Algunas voces ha habido en ese sentido en el Consejo Nacional, pero muy, muy, muy minoritarias. Casi diría de personas que podían contarse con los dedos de una mano. No tiene futuro.

La Assemblea Nacional Catalana de Lluís Llach dice que se movilizará contra Junts, ERC y la CUP si por activa o pasiva facilitan el acceso de Illa a la Presidencia
De Llach hace mucho tiempo que sólo escucho los discos. Me sigue gustando escuchar sus discos. La batalla ideológica de cómo las izquierdas lideran el proceso de construcción de una solución en la que nadie se sienta excluido no está ganada. Es evidente que existen heridas entre Esquerra Republicana y el PSC. Incluso hay heridas entre Esquerra Republicana y los comunes, pese a que pensamos de forma parecida en muchos casos. La batalla de este cierto compromiso histórico que las izquierdas catalanas deben encarar estos años que vienen no está ganada. La prueba ha sido, por ejemplo, en Barcelona, donde se ha demostrado que había gente de Esquerra Republicana que estaba herida con Ada Colau y la triangulación con Collboni y hay gente de los comunes que están heridos con ERC. La batalla ideológica está por hacer. Pero que existan problemas entre las izquierdas catalanas, el republicanismo, la socialdemocracia del PSC, federal, autonomista, no quiere decir que las bases de Esquerra Republicana sean proclives a un pacto con Junts. Más bien, yo diría que en estos últimos años hemos sufrido mucho. Incluso podría hablar de mí. Hemos sufrido mucho, mucho, mucho. ¿Por qué? Porque nosotros hicimos un ejercicio en momentos muy difíciles, con Oriol en prisión, compañeros encarcelados, Marta en el exilio, crujidos a multas, que no fue nada fácil y que no todo el mundo en ERC puso el mismo afán en ello. Un ejercicio de decir qué hemos hecho bien y cuántas cosas hemos hecho mal y con qué intensidad. Este ejercicio lo hemos hecho. Nosotros hemos sido los únicos independentistas que hemos hecho los deberes para saber lo que habíamos hecho bien, lo que habíamos hecho más o menos bien y lo que habíamos hecho fatal. Lo hemos hecho solos. Es más, algunos han confundido esa reflexión que ha durado años con debilidad. Y cuando han creído que éramos débiles, han construido una superestructura que asociaba a ERC con traición, botiflerismo, rendición. La gente de ERC está también muy herida con Junts. Es impensable una candidatura con ellos.
La gente de ERC está también muy herida con Junts. Es impensable una candidatura con ellos
Si esto ocurriera…
No va a pasar. Objetivamente es impensable. Yo no conozco a los mil militantes que tiene Esquerra Republicana en el Baix Llobregat, pero conozco 250 y te aseguro que no conozco ninguna que quiera ir con Junts.
Los malos resultados de las últimas elecciones han generado tensión en el partido. Se ha hecho público un Manifiesto que pide cambios en la dirección. Oriol Junqueras ha dejado la presidencia pero quiere volver a presentarse en noviembre. ¿Cómo se superará esta crisis?
Es muy importante no equivocarnos o equivocarnos lo menos posible en ese momento cero. Quizás soy un poco ingenuo. Lo he hablado con algún amigo socialista. A mí me gustaría que la misma inquietud que algunos tenemos, la misma voluntad que tenemos de construir una solución la tuvieran en el PSC y algunos sé que la tienen. Es muy importante que en ese momento cero, la investidura, este debate se haga bien. Y que la gente sea consciente de que es el inicio de un compromiso histórico, que no deja de ser la segunda parte de lo que en 2003 intuíamos, en un contexto diferente. Es tan importante que haber desvirtuado ese momento no tiene perdón alguno. El manifiesto que firmaron mil compañeros es tan inoportuno porque ha introducido un debate que no es lo importante en estos momentos. En estos momentos, ¿qué es importante? ¿Qué quiero creer? Dime ingenuo. Que el PSC está reflexionando y se pregunta por qué es importante llegar a un acuerdo con Esquerra Republicana. Quiero pensar que ellos reflexionan sobre ello. Y que los comunes reflexionan sobre ello. Y quiero pensar que Esquerra Republicana también estamos reflexionando al respecto. Y que podamos hablar dentro de Esquerra Republicana sobre los pros y los contras, qué significa desde el punto de vista estratégico. Y en cambio, ahora que deberíamos estar empleando todas las inteligencias y toda la fuerza en debatir este momento y ojalá pudiera haber debate con compañeros socialistas, con compañeros de los comunes, ahora resulta que se les ocurre hacer un manifiesto. Un manifiesto para tratar un tema de noviembre. ¿Qué sentido tiene? El gran pecado que han cometido es que es inoportuno, más allá de los objetivos, porque el documento habla de dos cosas con las que ningún militante de Esquerra puede estar en desacuerdo. Es necesaria una izquierda nacional y, como el mundo cambia muy rápido, es necesario renovarnos. ¿Quién puede estar en contra de esto? El problema no es lo que dice el texto, sino cuál es el objetivo de ese manifiesto. El objetivo era intentar que Oriol Junqueras renunciara a presentarse en noviembre. Tiene todo el derecho a presentarse y si no tiene el apoyo de los militantes no será presidente. Alguien me dijo que “eres tú que sospechas que es éste el objetivo”. “Sí. ¿Sabes por qué lo sospecho? Porque a mí no me lo habéis pasado para firmar. ¿Es que yo no estoy a favor de la izquierda nacional o es que yo estoy en contra de la renovación? ¿Por qué no me lo has pasado a firmar?”. Esa persona me dijo que no me lo pasaron a firmar porque debieron pensar que era de Junqueras. De entrada, aquí ha habido pocos que hemos sido críticos con la dirección. Esto ha distorsionado el debate.

¿Qué importancia da al escándalo de los carteles que parecían criticar a Ernest Maragall como candidato a alcalde de Barcelona pero que resultó que habían salido del propio partido?
Estoy muy ofendido. Estoy muy ofendido de pensar que en Esquerra Republicana haya podido pasar esto. Lo que reclamo es muy sencillo. Los militantes merecemos saber la verdad. Esquerra Republicana debe dar satisfacción a la militancia. La dirección debe explicar cuanto antes la verdad. Cuando se sepa la verdad hace falta que se actúe de forma diligente y se depuren responsabilidades si hay responsables y cuando se sepa la verdad y cuando se hayan depurado responsabilidades, los militantes concederán o no el perdón. Asimismo, la ciudadanía, los votantes, los amigos, las personas que se han sentido heridas podrán perdonar a Esquerra Republicana. Requiere unos días pero hasta que no se sepa la verdad, hasta que no se depuren responsabilidades, pedir perdón es medio creíble. Me pregunto: ¿Si no hubiera habido la investigación del diario ARA quizás no lo hubiéramos sabido nunca? ¿Lo hubieran escondido? Yo soy miembro del Consejo Nacional, que es el Parlamento del partido. Creo que nunca he faltado a una reunión. Nunca se nos informó de nada. Estoy convencido de que en pocas horas, en pocos días, lo sabremos todo y se sacarán consecuencias. No nos merecemos esto. La militancia de ERC ha dado muestras de una madurez brutal. Sabíamos que había dos bienes superiores que había que preservar. Uno, conseguir la amnistía. Dos, ser solidarios con los compañeros que más sufrían. Muchas veces, incluso en estos años, hemos ponderado y moderado las críticas a la dirección. Y si la dirección merecía tres aplausos, le hemos dado cinco. ¿Por qué? Por qué por encima de todo estaba la solidaridad y teníamos que cerrar filas. Si la militancia ha sido tan responsable, tan sensata, que durante estos años, aunque ha habido muchos debates, siempre lo hemos hecho puertas adentro, sin escándalo alguno, no recibir el tratamiento de la verdad es pagarnos con moneda falsa. Estoy convencido de que en las próximas horas, en los próximos días, la dirección dirá “pasó esto y esto y esto, hay una persona implicada, hay cuatro, hay ocho, o no hay ninguna”. Lo que quiero saber es la verdad. Nosotros, durante unos años, hemos puesto el listón muy alto, hemos sido muy duros con nosotros mismos. Expulsamos a Jordi Ausàs, cuando apenas la policía estaba investigando un caso de contrabando de tabaco y sólo había llegado a los juzgados para la instrucción. Un día me discutí con Xavier Antich, el presidente de Òmnium Cultural, en Catalunya Ràdio, porque pretendían que a Laura Borràs se la considerara represaliada y yo fui duro con ella y dije que podía serlo porque lo habíamos sido antes con nosotros mismos. Hemos puesto el listón muy alto y durante muchos años hemos sido un espejo de ejemplaridad. Ahora debemos seguir igual. No podemos aceptar disculpas que no son de recibo. Que la dirección realice una investigación y que explique por qué no se activaron los protocolos. Que se sepa la verdad.
El manifiesto que firmaron mil compañeros es inoportuno. ¿Qué sentido tiene hacerlo ahora para tratar un tema de noviembre?
¿Por qué la izquierda francesa en cuatro días se ha puesto de acuerdo en las elecciones generales y en Catalunya es tan complicado un pacto similar?
Porque en Francia todo el mundo ha visto las orejas al lobo. En el fondo, cuando decimos que es necesario construir una solución, entendiendo por solución buscar cómo y de qué manera finalmente el pueblo de Cataluña puede expresar su voluntad y se resuelve el conflicto secular, esto no va disociado de qué hacemos con la democracia y cómo se detiene su proceso de deterioro. Unos aspiran a ser un estado federal, otros a ser una república, otros a ser una comunidad autónoma de excelencia, o lo que sea. Todas las personas que quieren más autogobierno en un marco español o en un marco de independencia, saben perfectamente que esta salida, esta otra o esta otra, sólo son factibles en un sistema democrático mejor que el que tenemos ahora. Ahora resulta que percibimos que el sistema democrático se va deteriorando. Se va deteriorando la estructura democrática y se va deteriorando el pensamiento progresista y democrático de la ciudadanía. Sólo hace falta ver el comportamiento electoral en todas partes de las personas que tienen menos de 35 años. La izquierda en general, la izquierda catalana, la izquierda española y también la interrelación entre la izquierda catalana y la izquierda española debemos ser conscientes del mundo en el que vivimos. Cataluña, España, Europa , el mundo del 2024 no son los del 2017. Han empeorado todos los parámetros, todos, desde la distribución de la riqueza a nivel planetario, al incremento del belicismo, las cuestiones medioambientales, las cuestiones de salud democrática; incluso la Europa de 2024 se ha alejado de la Europa sueño y utopía de los pueblos y cada vez más es la Europa de los estados. Las condiciones subjetivas son ahora peores que las de 2017 y eso obliga a una reflexión por parte de las izquierdas catalanas. ¿Sabes cuál es mi tristeza hoy? Que voy a buscar documentos en el PSC, en la Fundació Campalans, y apenas hay nada. La izquierda ha dejado incluso de escribir. Esquerra Republicana tiene las ponencias de los congresos y poco más. Hablas con los compañeros de los comunes y carecen de materiales. Hemos dejado incluso de escribir, de reflexionar. Yo pregunto: en los últimos ocho meses, cuántos actos ha habido de debate y reflexión en los que hayan participado políticos, intelectuales del PSC, de Esquerra, de los comunes, de los de la CUP. Uno.
En estos momentos ser patriota es sacar el país adelante, entendiendo por país el conjunto de todas las personas que vivimos en él
Esta semana está el que se hace cada año en la Universitat Progressista d’Estiu de Catalunya
Sí, sí. Menos mal que hay uno. Pero me has entendido. Después de siete años de tripartitos dime si encuentras en la hemeroteca un solo acto en el que Carod, Saura y Maragall dieran una charla, un mitin juntos, donde los militantes y los votantes de ERC, Iniciativa y el PSC nos hubiéramos podido encontrar para aplaudirlos. Si buscas una fotografía sólo encontrarás la del acto del Salón del Tinell, al principio. O sea fueron siete años de gobiernos de algo que estaba en pañales y no dejamos lastre cultural de ningún tipo. Yo lo peleé mucho pero no lo sacamos adelante en Esquerra. Tampoco interesó al PSC e Iniciativa. La unidad de las izquierdas debe currarse. Por eso es tan importante preguntarse en ese momento cero si hay condiciones para gobernar juntos. ¿Existen condiciones para colaborar? Sí. ¿Cómo lo hacemos? Con la voluntad de encontrar un punto que permita a unos ser investidos y a otros investir. Evidentemente, debemos dar un paso adelante en cuanto a la financiación, debemos reconocer lo bueno que ha hecho el gobierno Aragonés, intensificarlo y, si conviene, mejorarlo. Y es necesario tener presentes los temas de la lengua, de la educación, de la vivienda. Cuesta creer que no estamos en condiciones de dar un paso adelante. El PSC debe dar un paso adelante; debe realizar un gran esfuerzo. Y debe hacerlo Esquerra Republicana, también. Por eso, yo siempre he pensado que en el gobierno de Barcelona, desde el 2015, habría sido necesario y siempre he defendido un gobierno tripartito.


