Un buen día me llamó Jaume Reixach y me dijo que me fuera con él a El Diari de Barcelona. “Haremos periodismo de investigación del bueno”, vino a ser su mensaje. Mezclado con un “le podremos dar caña a Pujol”, que no es textual pero podría serlo. Vivíamos tiempos en los que el presidente nacionalista conservador de la Generalitat era intocable. La mayoría de medios de comunicación le tenían un miedo reverencial, le debían favores o vivían del dinero que les pasaba desde la administración pública.

Yo vivía cómodamente instalado en Ràdio 4, donde hacía de productor de los programas de la mañana. Los presentadores de esos programas ya no están entre nosotros. Trabajé con Joan Lluch, Joan Barril y Josep Maria Bachs. Este domingo 7 de julio, Enric Sopena se ha sumado a mis compañeros de trabajo que ya se han ido.

Después de escribir el libro Banca Catalana, más que un banco, más que una crisis a contracorriente del periodismo miedoso que se hacía en Cataluña en aquellos años, volver al mundo de la denuncia de las corrupciones y de las trampas del nacionalismo conservador me daba un poco de pereza. Pero “la cabra tira al monte”, y me fui a la calle Tamarit, donde estaba la sede de El Diari de Barcelona. En aquella época lo dirigía Josep Pernau y un tiempo después lo sustituyó Enric Sopena.

Coincidía con Sopena en que el periodismo tiene que servir para hacer sociedades más justas. Y también coincidíamos en que eran las fuerzas políticas progresistas las que tenían que hacerlas realidad. Coincidíamos también en nuestra aversión al nacionalismo. Y divergíamos en la forma de vestir. Él siempre con camisa y corbata; y yo, con la típica pinta de progre de la época.

Nos dio carta abierta para que hiciéramos las maldades periodísticas que quisiéramos, y siempre nos cubrió las espaldas. Recuerdo una investigación que no dio los frutos que esperábamos. Nos columpiamos un poco y nos tiramos a la piscina a la hora de titular. Nos merecíamos una buena bronca, pero Sopena hizo ver que nada había pasado. Me diréis que esto no es buen periodismo. Tenéis razón, pero se lo agradecimos. E intentamos no volver a meter la pata de nuevo.

Eran divertidísimas sus discusiones con Francisco Marhuenda en las tertulias que organizaba Ramon Miravitllas en Com Ràdio. Entonces, Sopena intervenía desde Madrid y Marhuenda venía al estudio de Travessera de les Corts. Las noches que los teníamos a ambos no era necesario preparar grandes guiones, porque la tertulia funcionaba sola. La última vez que le vi, cuando el Alzheimer ya nos lo estaba robando, le volvió el brillo a los ojos cuando le hablé del actual director de La Razón.

Hacer periodismo con él era divertido. Le acusaban de sectario pro-socialista. Aún lo hacen quienes no se cortan en Twitter de insultarlo todavía hoy. Éramos de la misma secta. ¡Tranquilo, Enric! Durante muchos años nos han dicho de todo. No vendrá de aquí ahora. ¡Que nos quiten lo bailao y lo que la hemos liao! ¡Un abrazo, dire!

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