«Estamos muy abducidos por la industria norteamericana y cuesta mucho que nos lleguen películas de un continente que produce prácticamente tres cuartas partes del cine que se hace en el mundo», afirma Quim Crusellas Padrós en una entrevista en el Telenotícies del 3Cat. Crusellas es el director del Festival Nits de Cinema Oriental de Vic (o en su nombre internacional, Asian Summer Film Festival, ASFF), que en 2024 ha llegado a su vigésima primera edición: «La producción es tan grandiosa que es muy fácil encontrar excelentes títulos, excelentes producciones y de diferentes ámbitos, como cine de autor o más comercial», y así lo demuestra la programación, realizada junto a Domingo López, que han seleccionado cuarenta y cinco producciones (36 largos y 9 cortos), de diferentes procedencias, como Corea del Sur, China, Hong Kong, India, Japón, Mongolia, Singapur o Tailandia.

Y una buena muestra de ello también lo ha sido el ecléctico palmarés del festival. El Jurado oficial del Festival, formado por los directores Caye Casas y Dhanraj Barkote y el programador cinematográfico Juan Pérez de la Torre, otorgó el Gran Premio del Festival a la película japonesa Single8 (2023), de Kazuya Konaka, un homenaje al clásico Star Wars de 1977 de Georges Lucas, y de cómo esa película despertó vocaciones cinematográficas en tres jóvenes adolescentes. El jurado decidió dar también menciones especiales a tres películas: la china A long shot (2023), de Gao Peng, la surcoreana Soulmate (2023), de Min Yong-keun, y la india Aatmapamphlet (2023), de Ashish Avinash Bende. Por su parte, el Premio de la Crítica fue a parar a la mongola If Only I Could Hibernate (2023), de Zoljargal Purevdash, y el premio del Público (bautizado como «Gato de la Suerte») fue para la japonesa Sabakan. Summer days 1986 (2023), de Tomoki Kanazawa. El festival contó con la visita del mítico director japonés Minoru Kawasaki, que recibió el Gran Premio Honorífico del Festival, además de presentar tres de sus películas y participar en diferentes presentaciones y encuentros con el público.

Muy pocas de las producciones seleccionadas por el festival serán estrenadas en las salas de cine españolas en los próximos meses, y, probablemente, si lo hacen tendrán un corto recorrido. Unas pocas más, con mucha fortuna, las podremos ver en alguna de las plataformas audiovisuales accesibles en el territorio. Esto explica también que la mayoría de las producciones sean del 2023. Este dato es importante, porque la mayoría fueron concebidas y rodadas en plena pandemia, un año o dos antes, con los consiguientes efectos relacionados con el confinamiento y las medidas sanitarias prescritas.

Ese es el caso de la película india Aatmapamphlet (आत्मपॅम्फ्लेट, 2023), dirigida por el debutante Ashish Avinash Bende, realizada en idioma maratí (proyectada en el festival con subtítulos en catalán, como la gran mayoría del certamen). El rodaje comenzó en marzo de 2021, justo después del primer confinamiento, y con permiso para disponer de un equipo limitado. Poco después, por un segundo confinamiento, con la mitad de la película rodada, tuvieron que suspender el rodaje. El director viajó entonces a la casa familiar en Pune, donde contrajo la covid y tuvo que ser ingresado en el hospital durante veintitrés días por complicaciones respiratorias, así que una parte de su trabajo posterior lo realizó desde la distancia mientras se recuperaba de las secuelas físicas que le dejó el virus, que fueron importantes, contando con la colaboración de todo el equipo técnico y gracias a una programación meticulosa previa que fue fundamental, teniendo en cuenta que estaba previsto rodar en treinta y siete ubicaciones diferentes, tal y como se consiguió finalmente.

Todo el tratamiento de la película estaba detallado hasta el mínimo detalle en la preproducción, todos los planos, los efectos, los tiempos de las secuencias o el orden de las tomas, pero había surgido un imponderable inesperado: ¿Cuánto tiempo estaría parado el rodaje por culpa del confinamiento? ¿Y por qué era tan importante? Pues porque los protagonistas de la historia eran adolescentes. Les preocupaban los cambios físicos que pudieran tener al cabo de varios meses en esa edad, lo que impactaría directamente en la continuidad de la historia y confundiría al espectador. Finalmente, arrancó el rodaje, con el set en la ciudad de Damán mientras el director dirigía las escenas desde Pune, lo que le permitía centrarse en la dirección de los actores y delegar la parte técnica a los presentes, mientras una persona estaba permanentemente en contacto con las dos partes para asegurar una correcta comunicación.

A pesar de todas estas adversidades, Aatmapamphlet es una película divertida, agradable y desenfadada, en palabras del mismo director. «Generalmente, las películas que tienen la discriminación de castas como tema central terminan en una tragedia. Paresh y yo queríamos cambiarlo deliberadamente. En lugar de ofender al opresor/represor, queríamos poner una mano sobre su hombro y mirar la misma situación desde el mismo punto de vista. Después de todo, se trata de encontrar tu humanidad», afirmaba Bende, que es, además, el nombre del protagonista de la película, Ashish Bende, interpretado por varios actores durante la película, pero el que lleva más peso en el metraje es el joven debutante Om Bendkhale, brillante en su papel.

A pesar de que el protagonista lleve el nombre del director, no es exactamente una autobiografía, aunque sí recoge experiencias propias y de sus amigos, y contextualiza su juventud realizando un paralelismo con los avances sociales y políticos de la India en los años ochenta y principios de los noventa, por lo que decidió inventarse un nombre para lo que estaba haciendo y que podría traducirse como «autobioplanfeto», que es el título final de la película. Todo comenzó con un ultimátum del guionista y director Paresh Mokashi y la guionista y productora Madhugandha Kulkarni, una pareja con la que Bende había trabajado como ayudante de dirección en varias películas desde hacía años. Literalmente le pidieron que escribiera algunas de las historias que siempre explicaba de su vida y su familia. Unas primeras hojas con la idea inicial sirvieron para que la pareja escribiera dos guiones en paralelo, pero fue el de Mokashi el que supo dotar de un tono cómico al relato, especialmente al decidirse por una voz en off durante los primeros treinta minutos, que explicara lo que estaba pasando a lo largo de los años, en un montaje muy dinámico y gráfico sobre la trayectoria de una familia india a lo largo del siglo XX.

Y el punto de partida se inicia con la bisabuela del protagonista, coetánea de la conocida como la Marcha de la Sal (o Marcha Dandi), una manifestación dirigida por Mahatma Gandhi (1869-1948), llevada a cabo entre el 12 de marzo y el 6 de abril de 1930. Esta marcha se convirtió en uno de los más importantes acontecimientos que condujeron a la independencia de la India del Imperio británico. En ese contexto, la bisabuela decidió que la mejor forma de luchar contra la segregación y la pobreza era la educación: «La educación es la leche del tigre», afirmó como si de un lema se tratara.

Después de muchos años de amistad y trabajo conjunto, la pareja Mokashi y Kulkarni descubrieron que Bende era de la casta dalit. Los dalits son los miembros más pobres y discriminados del sistema de castas indio. De hecho, se les conoce como «los intocables», porque las personas que nacen dalit mueren con esa condición, viviendo en la extrema pobreza y sufriendo una gran desigualdad social y económica. Que Bende sea dalit, en realidad, hoy en día no importa, pero hubo un tiempo en que sí era determinante, y no hace mucho de ello.

Precisamente, una de las escenas de la película más impactante trascurre poco después de que les expliquen las diferencias sociales asociadas a las castas y a las diferentes religiones, lo que desemboca en una terrible pelea en un aula entre el grupo de amigos adolescentes. Después del fragor de la batalla, literalmente, se dan cuenta que la sangre de todos ellos es roja. Esa visión hace que se comprometan a permanecer unidos con una conmovedora promesa que trasciende a las diferencias que la sociedad les impone de forma artificial. Por fortuna, el espectador no solo sabía que la sangre era del mismo color para todos ellos, sino que no éramos capaces de distinguir esas diferencias por el hecho de que los veíamos en clase a todos vestidos exactamente igual, con el uniforme de la escuela. En ese contexto, esa uniformidad era una ventaja ante la desigualdad manifiesta fuera de la escuela.

El joven protagonista se cría con unos cariñosos padres, que son repudiados por el abuelo cuando estos apoyan una boda intercastal de unos amigos. A partir de ese momento veremos las condiciones de vida de la familia, que acaba alquilando una habitación, que no es más que una chabola en uno de los barrios bajos de la ciudad, por cierto, una de las más pobladas de la India. El joven descubre el amor a primera vista (bueno, en realidad, el amor a primera mano, como indica realmente el locutor, puesto que es el instante en que la joven le coge de la mano en un momento de una representación teatral que se produce el flechazo).

Esa joven, Srushti, interpretada por varias actrices en tres edades diferentes, será una protagonista silenciosa a lo largo de todo el metraje, puesto que no la oiremos hablar en ningún momento, o casi, pero siempre estará omnipresente, especialmente cuando los amigos de Ashish descubren su secreto y deciden ayudarlo para conseguir a su amor platónico. Los cambios de la adolescencia a la madurez servirán de metáfora respecto a los cambios que en paralelo también se producían en la sociedad y la política en la India. Contemplaremos, de forma fugaz, personajes y momentos históricos fundamentales para el país, como el Dr. B. R. Ambedkar (1891-1956), el primer intocable que llegó a ser universitario y graduarse, el atentado terrorista del 6 de diciembre de 1992 que destruyó la mezquita Babri, perpetrado por integristas hindúes, el terrible terremoto del 30 de septiembre de 1993 en Latur, o figuras políticas destacadas como el primer ministro H. D. Deve Gowda o populares deportistas como el jugador de cricket Vinod Kambli. Pero, eso sí, siempre con humor, con un lenguaje hiperbólico y con un mensaje positivo sobre lo que el amor puede lograr en momentos de división y agitación. Memorable es la escena en que, por fin, tienen su primera cita, y el joven acude con una moto, vestuario y accesorios que le han prestado sus amigos, cada uno de una casta y de una religión diferente.

Descubriremos que la joven pertenece a la casta brahmán, la más importante de las cuatro principales de la tradición india. Así que la relación intercastal era entre extremos, entre la primera y la cuarta casta. Pero lo descubriremos al final de la película, cuando comprobamos que ya no es importante, que lo más importante han sido las acciones que ha realizado el joven para llamar la atención de su amor platónico a lo largo de los años y los diferentes cursos en la escuela, de los valores con los que ha actuado en todo momento, incluso cuando pensaba que tenía un rival que se anteponía a su objetivo. Ese respeto y esos valores se muestran a través de las acciones de los diferentes protagonistas, transmitiendo un discurso positivo que es universal, especialmente apropiados para un público juvenil de cualquier parte del mundo.

Unos valores que conocemos muy bien los asistentes y seguidores del Festival Nits de Cinema Oriental de Vic, que en esta edición han superado los 13.000 espectadores, que, junto a los organizadores, viven ese espíritu de camaradería y complicidad durante toda una semana durante el mes de julio, cada año en pleno verano. La película Aatmapamphlet tuvo su estreno internacional en la 73ª Berlinale, en febrero de 2023, con una buena acogida de crítica y público, así como en otros eventos como el Festival Internacional de Cine de Toronto, en septiembre de ese año. En India, se estrenó en octubre con una gran recepción, además de nominaciones y premios… A nosotros siempre nos quedará Vic.

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