El periodista Jaume Collell ha escrito el libro “Serrat, la música de una vida” que han publicado La Rosa dels Vents, en catalán, y Debate, de Penguin Random House, en castellano. En una de las solapas del libro leemos que su aportación a las muchas biografías que se han hecho de Joan Manuel Serrat es “escuchar el murmullo de las fuentes que lo han alimentado y ver los ingredientes con los que ha amasado sus canciones”.
¿Qué se encontrará la gente que lea “Serrat, la música de una vida”?
No encontrará una biografía. Pensaba que lo más importante aquí era hablar del artista, cómo se ha forjado, dónde nació, qué le ha influenciado, qué ha mamado, qué ha vivido, qué nos ha transmitido y qué ha dejado de poso artístico a las generaciones posteriores. Esto es en síntesis el contenido del libro.
Dedicas 275 páginas a hablar de los músicos que han influido en Serrat. ¿Hay algunos que lo hayan hecho de forma especial?
Él bebe de lo que siente de pequeño de los labios de su madre; es decir, de las coplas de Concha Piquer que oía por la radio, y vive del caldo de cultivo que había en el Poble Sec, que era un barrio con una riqueza musical interminable. Allí hay una tradición que él la tiene enganchada en el cuerpo, que es toda la canción popular catalana. Nos podemos remitir a los Coros de Clavé, las Caramelles de Pascua. Clavé fue un músico de la mitad del XIX que fue diputado en las Cortes de Madrid y que formó aquellos coros cuyo mérito decían que era haber sacado a los obreros de las tabernas, ponerlos a cantar y a agruparse, y a partir de ahí nació un movimiento obrero, nacieron los sindicatos. Es una tradición que él mama de su padre, Josep Serrat, que no era un hombre especialmente dotado para el canto, pero que hacía de barítono en estos coros que cantaban las Caramelles en el Poble Sec. Y de su madre, la copla, y, junto a la copla, el flamenco, y lo que viene mucho después de todo esto es la Nova Cançó, lo que fue la Nova Cançó.

También explicas que le influye la música clásica.
Evidentemente. En el Poble Sec, aparte de estos coros obreros, nacieron Los 4 de la Torre, que era un conjunto pop, Los Salvajes, Los Cheyenes y muchos miembros de Los Mustang. Había una sala llamada El Pinar, donde hacían baile cada semana. Allí también se asomaba, años después, Jaume Sisa, con el que se llevan cuatro años a diferencia. Una de las principales virtudes de Serrat en el momento de articular su oficio es rodearse de los mejores músicos del país. Esto significa desde Tete Montoliu, hasta Ricard Miralles, Josep Maria Bardagí, Francesc Burrull, Josep Mas ‘Kitflus’, Joan Albert Amargós… Todos son músicos de formación de conservatorio, por lo que es muy natural que él tenga una inclinación por la música clásica. Es un buen espectador de música clásica. No sólo de música clásica, también de ópera, de los musicales. Piensa que, además del Poble Sec, tenía un barrio muy cercano en el que hay una exposición artística impresionante, desde los años veinte, y que la guerra no la acaba de matar del todo, que es el Paralelo. Allí escuchaba las largas sesiones de zarzuelas que se hacían por las tardes. Empezaban a las cuatro y terminaban a las diez. Se interpretaban dos zarzuelas largas. Todo esto le llega dentro. Es una persona que es capaz de articular un tango, de articular una soleá, o de articular una canción catalana, al más estilo de Eduard Toldrà, por ejemplo.
Serrat y Sabina son poseedores de dos estilos muy diversos, pero cuando se encuentran son como si fueran dos gotas de agua
Ha realizado muchas colaboraciones con otros músicos y cantantes. ¿Seleccionarías, destacarías alguna?
Las más evidentes… Están los compañeros de la Nova Cançó, con los que ha hecho sus colaboraciones. Es muy amigo de Francesc Pi de la Serra, de Raimon, también aunque el estilo es muy diferente. Pero quizás el tándem que queda más en la memoria colectiva es el que forma años después con Joaquín Sabina. Se llegan a encontrar. Son poseedores de estilos muy diversos, pero realmente cuando se encuentran es como si fuesen dos gotas de agua. La gente también recordará las giras que hizo con Miguel Ríos, Ana Belén y Víctor Manuel, con los que colabora de una manera especial. Pero colabora con cantantes de todo el mundo. En 2014, con ocasión de Antología Desordenada, que es una recopilación de temas suyos en cuatro CDs, hace colaboraciones con los artistas más diversos: Silvio Rodríguez, Mercedes Sosa, Estopa… Incluso Andreu Buenafuente hace un tema con él. Es decir, es un abanico impresionante de amistades, evidentemente musicales, pero sobre todo humanas, que es de donde parte él. Yo pienso que el material de Serrat es un material tremendamente humano y poético. Y ahora que hablamos de poesía podríamos entrar en su poesía y los poetas que musicó, ¿no?
Entremos.
Un Papaseit, un Machado… Él nos hizo descubrir a Machado. Lo descubre, de hecho, a través de ediciones sudamericanas. Por entonces en España, en la escuela raramente se hablaba de Antonio Machado, y mucho menos de Miguel Hernández. Miguel Hernández es un poeta completamente desconocido. Llega a sintonizar tanto que le dedica dos LPs. Hace un LP en los años 70 con temas suyos, y al cabo de casi cuarenta años hace un segundo con temas nuevos. Es muy curioso el trabajo que hace de Salvat Papasseit, un personaje muy singular de la literatura catalana. Tanto Hernández como Papasseit son poetas que se mueren con apenas 30 años. Son personas de una salud frágil, de gran intensidad de producción artística, que desaparecen muy pronto pero que dejan una obra muy intensa. Con el único poeta vivo con el que puede fabricar un trabajo de tú a tú es Mario Benedetti. Es un trabajo, pienso, que es de los más importantes de su carrera, aunque la crítica lo deja un poco de lado. Hablamos de El Sur también existe, con poemas del uruguayo. Yo creo que es un trabajo muy importante en su carrera.
Un trabajo de los más importantes de su carrera, aunque la crítica lo deja un poco de lado, es El Sur también existe
Tiene un montón de canciones que los que le hemos seguido las conocemos todas.
Es fruto de una carrera larga. Se jubila a las puertas de cumplir 80 años. Son más de 60 años de carrera porque la comienza muy joven. Los inicios de la Nova Cançó son importantes, porque coinciden con una cierta reivindicación, un reavivamiento de lo que era la canción en catalán. Aquí cabe recordar, por ejemplo, la influencia que ejerce en él la chanson, sobre todo Georges Brassens, y también, en esa época, la de la canción italiana, de la que se ha hablado poco. Es muy importante toda la influencia del pop británico y del folk estadounidense, y el rico aporte que en su obra significa la integración del folclore latinoamericano. A partir de estos ingredientes, en la cocina es capaz de fabricar unos menús musicales de una variedad impresionante. Son muchos años de carrera, un abanico de estilos amplísimos, y un procedimiento laborioso de horas y horas de trabajo, porque detrás de cada canción hay no sólo días sino meses y, a veces, años de trabajo. Ha llegado a decir que hacer una canción pueden ser dos meses, pero normalmente es un año. Incluso especifica que, en ocasiones, hacer una canción de tres minutos significa toda una vida.

Quizás esté componiendo ahora.
Seguro, seguro. Te contaré una anécdota personal. Coincidí hace pocas semanas con Jordi Soler, que es un escritor catalano-mexicano, y me explicó que estaba trabajando con Serrat en una canción. Le dije que eso quiere decir que no había dejado de trabajar después de jubilarse, y le pregunté si apenas empezaban a trabajar la canción, pero me dijo que la habían empezado antes de la pandemia, a partir de un personaje de una de sus novelas. Y todavía están haciéndola.
¿Tu relación con Serrat cómo ha sido? ¿Has hablado con él para escribir este libro?
Sí, por supuesto. He podido hablar con él. Escribí una biografía de Joan Viladomat, que es el compositor de Fumando espero, y, como le ocurrió a Serrat con los poetas, yo a Viladomat, que murió en 1940, nunca pude verlo. Solo pude hablar con su nieta y algunos familiares directos. Cuando escribí la biografía de Pep Guardiola, entonces recién nombrado entrenador del Barça, tuve claro que era inexcusable que escribir una biografía de un personaje vivo comportaba hablar con él. Y pude hacerlo aunque brevemente durante dos mañanas en el Camp Nou. Y con Serrat, igual. Me costó, porque es una persona ocupada, muy celoso de su espacio personal, pero he podido tener algunas sesiones personales, intercambiar correos electrónicos, tener conversaciones telefónicas, y esto ha sido importante a la hora de escribir, porque a veces vas con el prejuicio de unas ideas prefabricadas y cuando hablas con él tienes que cambiarlas, porque ves que no va por ahí. Ha sido importante poder tener su testimonio.
Alguna entrevista le habías hecho antes.
Yo había publicado en La Vanguardia algunas entrevistas con él. Cuando sacó el cuádruple álbum de Antología Desordenada, en 2014, le hice una entrevista para el Magazine. También he escrito reportajes sobre él a partir de otros grupos musicales que se habían interesado en su obra y habían realizado versiones.
Detrás de cada canción de Serrat hay no sólo días sino meses y, a veces, años de trabajo
¿Tienes tu canción favorita de Serrat? ¿Palabras de amor? ¿Mediterráneo?
No tengo ninguna favorita, pero cuando a mí me piden qué etapas creativas o evolutivas hay en Serrat, pongo el ejemplo estas dos. Tú coge Paraules d’amor y coge Mediterráneo y en medio pones las estaciones de metro que quieras. Y ahí está el camino del artista. De la sencillez de una balada que explica un amor adolescente, de cuando “no sabíamos más porque teníamos 15 años”, hasta una obra tan completa como Mediterráneo, que lo incluye todo. En Mediterráneo están los Beatles, está la chanson, está la melodía italiana, está la samba, está el folclore estadounidense. Y es capaz de realizar una síntesis en una obra tan redonda que, no en vano, muchas veces ha sido calificada como una de las mejores canciones del siglo.
Hacia el final del libro dices que la canción que mejor representa al universo serratiano es De vez en cuando la vida. ¿Por qué llegas a esa conclusión?
Por qué lo dice él. En alguna ocasión le preguntan qué canción de las suyas prefiere, que es un poco como decir si prefieres a tu padre o a tu madre. A veces le han pedido que elija un tema de los Beatles y dice uno, pero supongo que le gustan muchos. Y en alguna ocasión había leído que él, entre sus canciones favoritas, elegía Cançó de Matinada, Aquellas pequeñas cosas, que es una miniatura musical muy delicada y sensible, y De vez en cuando la vida. A mí esta canción me va bien para terminar el libro. Me fue muy bien coger la metáfora de De vez en cuando la vida te da sorpresas, te da bofetadas, va tu compás, a veces se te revuelve o “te encuentra chupando un palo sentado en una calabaza”; es decir, que te da calabazas. Tal cual. La vida son blancos y negros.
“Toma contigo café y está tan bonita que da gusto verla”.
Sí, sí.
Cuentas muchas anécdotas en el libro. Por ejemplo que el tribunal franquista que repartía los títulos de profesionales de la canción le suspendió.
Hablo de esto cuando lo hago de uno de sus referentes, Atahualpa Yupanqui. Yupanqui es un payador argentino. Serrat explica que en su casa primero hubo Concha Piquer y que después hubo muchos estímulos musicales, pero que mucho antes que los Beatles, le entró Atahualpa Yupanqui. Se presentó a este tribunal con Los ejes de mi carreta, una canción de Yupanqui y, evidentemente, el tribunal franquista le suspendió. Les debería sonar a subversivo.
También explicas que ha llegado a actuar frente a 200.000 personas.
Lo he recogido también de las muchas biografías que se han publicado. Esto fue en Buenos Aires. Serrat funciona en un salón de actos de 50 personas, poniendo el pie sobre una silla y rascando la guitarra, y funciona ante una orquesta sinfónica de 100 músicos en un auditorio multitudinario. Ésta es la inmensidad del personaje. Funciona en pequeño formato y en gran formato. Su formato habitual era siempre una orquestina de 6, 7, 8 músicos, que era el formato que siempre presentaba, con una factura sonora impecable. Es una persona que sabe escribir, sabe componer, pero además es generoso y sabe de quién debe rodearse para que ese pequeño producto tenga el acabado más completo.
Serrat funciona en un salón de actos de 50 personas, poniendo el pie encima de una silla y rascando la guitarra, y funciona con una orquesta sinfónica de 100 músicos en un auditorio multitudinario
Has hablado con mucha gente para hacer el libro, incluidos los que han realizado los arreglos de sus canciones.
Son seis básicos. Hay mucha gente que ha colaborado con él, pero yo pensaba que debía hacerse justicia con ellos porque ningún libro ha recogido la trayectoria de estos músicos que le han acompañado a lo largo de su vida. El primero es Antoni Ros Marbà. Quizás lo que define más lo que se llama el dring, el sonido Serrat, sería Ricard Miralles. Con él se encuentran desde muy jóvenes, están muchos años juntos. Hay una temporada en que se separan artísticamente, vuelven a juntarse. La pericia de un Josep Maria Bardagí, que con el sonido de las cuerdas de su guitarra le da un aire mediterráneo, por ejemplo, en el álbum de Papasseit, que es suyo, o el inmenso trabajo del Serrat sinfónico que hace Joan Albert Amargós, o, más hacia aquí, la búsqueda en el abanico de sonidos electrónicos de los teclados que hace Josep Mas Kitflus. Sin olvidar a Francesc Burrull, que es uno de los primeros que le acompaña, y que le resuelve el ritmo de Mediterráneo. Mediterráneo está basado en un patrón rítmico de un quinteto de jazz americano del Dave Brubeck, pero que con el patrón musical que Serrat coge no le funcionaba, porque era un compás irregular de cuatro por cinco, y los compases deben estar divididos por dos o por tres, pero no por cinco. Y Burrull le soluciona esto. Era un hombre de un oficio impresionante, que había colaborado con Julio Iglesias, Sara Montiel o Lluís Llach.
El libro sirve también para conocer un poco de las biografías de muchas de las personas que han influido o con las que ha cantado Serrat.
Sí, Estopa, por ejemplo, que tiene una versión de Me’n vaig a peu. Nosotros los conocemos. pero a mí me parecía que siempre que citaba a un artista había que sintetizar, aunque fuera en dos líneas, quién es. Sintetizarlo desde un punto de vista artístico, no biográfico. Los apuntes biográficos del libro, empezando por el propio Serrat, son mínimos. Hablo poco de la familia, de los hijos, de los trapicheos que ha tenido o que puede haber tenido, incluso políticos.
Del oficio no se ha jubilado. Es posible que en unos meses, o algún año, nos salga con un disco
Sabe mal no poder verlo en concierto.
Sí. De hecho, desde que lo dejó, ha actuado, ha participado en algunos actos. Es posible que en unos meses, o algún año, nos salga con un disco. Esto sería posible. Seguramente no hará gira ni recitales, pero puede ser una forma de dar continuidad a un oficio, porque él del oficio no se ha jubilado. Ya lo ha dicho. Los artistas nunca se jubilan. Otra cosa es que ponga punto y final a esa mecánica infernal de las giras, por una cuestión de edad, por una cuestión, también hay que decirlo, de la voz. No es la misma la voz de Serrat, con 80 años, que la de cuando tenía 25 y cantaba “ahora que tengo 20 años y siento como me hierve la sangre”. De todas formas lo resuelve muy bien. Algo también muy importante, característico suyo, que lo define mucho, es que tú lo oyes y por el timbre adivinas que es él. No todo el mundo tiene que ser igual. Hay gente joven muy buena, pero a menudo tienes la sensación de que muchas voces jóvenes suenan todas igual. La de Serrat es muy peculiar.
Hay quien pide que le den el premio Nobel de Literatura como a Bob Dylan.
Él, cuando le dicen que también se lo merecería, contesta que deberían habérselo dado también a Atahualpa Yupanqui o a Silvio Rodríguez. Ahora, en octubre, le dan, en ceremonia oficial, el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2024. Es una culminación. Son unos premios que puede decirse que son como los Nobel españoles. Es importante.


