Desde que Joe Biden anunció el 21 de julio que no aspiraba a un segundo mandato, la dinámica de la campaña electoral ha cambiado radicalmente. Su vicepresidenta, Kamala Harris, rápidamente obtuvo la lealtad de la mayoría de los 4.700 delegados que el tícket Biden-Harris acumuló durante las primarias del partido Demócrata. En poco más de un mes Harris ha logrado recaudar la extraordinaria cantidad de 540 millones de dólares. Más de doscientas mil personas se apuntaron como voluntarios de su campaña. Todos los presidentes Demócratas vivos (Barack Obama, Bill Clinton, Jimmy Carter) y los legisladores del partido en el Senado y la Cámara de Representantes públicamente anunciaron su apoyo a Harris. La convención Demócrata en Chicago fue un éxito, reflejando la unidad del partido.
Harris optó como candidato a vicepresidente por Tim Walz. Los votantes no se fijan mucho en quien es el candidato a vicepresidente. Pero en una elección muy ajustada el equipo de Harris espera que el actual gobernador de Minnesota arrebate algunos votos de los blancos (especialmente hombres) de pequeñas poblaciones y zonas rurales de los estados donde se decidirán las elecciones. Actualmente se considera que los estados competitivos son siete: Pensilvania, Michigan, Wisconsin, Georgia, Arizona, Nevada y Carolina del Norte.
La nueva candidata presidencial ha recuperado ya gran parte del entusiasmo entre los afroamericanos y jóvenes que Biden había perdido. Donald Trump no ha sabido reaccionar al relevo de Biden por Harris. Tras sobrevivir el intento de asesinato y la unidad mostrada en la convención Republicana en Milwaukee, claramente aventajaba a Biden en las encuestas a nivel nacional y en los estados decisivos. Biden ya no tenía posibilidades para alcanzar los 270 votos electorales necesarios para ganar. Los donantes Demócratas y sus asesores más cercanos le convencieron de esta cruda realidad.
Repentinamente, Trump y los Republicanos se quedaron sin la baza de descalificar a su rival debido a su edad, pérdida de facultad de movilidad y cognitiva. Harris tiene 59 años, frente a los 81 de Biden. Ahora son los Demócratas quienes destacan la edad de su contrincante: Trump tiene 78 años. El electorado además exige una nueva generación de líderes. El jefe de los Republicanos en el Senado, Mitch McConnell, tiene 82 años. La todavía influyente ex presidenta Demócrata de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi tiene 84. Gran parte de los dirigentes de ambos partidos en el Congreso superan los setenta años.
Los donantes del partido Republicano y los asesores de Trump están desesperados porque su candidato no ha sabido cambiar su mensaje. Muestra a veces melancolía por no poder enfrentarse a Biden. Ha recurrido a un alud de insultos y descalificaciones personales contra Harris. Por ejemplo, ha cuestionado que se sienta verdaderamente afroamericana. También alega que su carrera política avanzó gracias a su relación sentimental con el ex alcalde de San Francisco, Willie Brown. Parte del electorado de EEUU -especialmente los Republicanos- se ha acostumbrado a los insultos y burlas de Trump. Pero dirigirlos contra la primera mujer vicepresidenta y primera afroamericana en ocupar el cargo es muy arriesgado por su parte. Provoca una fuerte indignación entre las mujeres, ya sean afroamericanas, hispanas o blancas. Los Republicanos ya han perdido el apoyo de muchas mujeres por querer restringir o incluso prohibir completamente el aborto. El Tribunal Supremo tumbó en 2022 el derecho a hacerlo hasta finales del segundo trimestre, que existía desde 1973.
Es cierto que Trump derrotó a Hillary Clinton a pesar de insultarla. Pero Clinton no tenía buena imagen entre los votantes blancos sin estudios universitarios, un grupo demográfico que apoyó a Trump en el 2016 y parcialmente recuperó Joe Biden en el 2020.
No es sorprendente, pues, que Harris aventaje a Trump por 21 puntos entre las mujeres. El Republicano en cambio supera a Harris en el voto masculino por 18 puntos. Trump tendría muchas más posibilidades si criticara con argumentos sólidos la gestión de Kamala Harris como vicepresidenta y las posturas radicales, desde el punto de vista Republicano, que adoptó y algunas de ellas todavía defiende.
Encuestas Harris-Trump: Empate técnico
Tras la celebración de la convención del partido Demócrata se produjo el anuncio de la retirada del candidato independiente Robert Kennedy Jr., que ahora apoya a Trump. Los analistas han discutido durante meses si Kennedy quitaba más votos a Trump o a Biden. Kennedy hace meses tenía una intención de voto del 10%. Había disminuido radicalmente hasta situarse entre el 4 y el 5%. No era seguro que Kennedy pudiera estar en la papeleta electoral en algunos estados.
Por un lado, para Demócratas desencantados con Biden, el hijo mayor del ex senador y ministro de Justicia de John F. Kennedy ofrecía una alternativa dentro del mismo partido, aunque Robert Kennedy Jr. se presentara técnicamente como independiente. Todo el mundo asocia el apellido Kennedy con el Partido Demócrata. En algunos temas sus posicionamientos son más cercanos a los Demócratas, como perdonar la deuda universitaria y financiar redes sociales. En cambio, como Trump, se opone a la guerra en Ucrania. Para muchos, Kennedy era atractivo porque el 75% de los estadounidenses no quería una nueva confrontación Biden-Trump. Representaba una alternativa a la clase política actual. Con el abandono de Biden, Harris discutiblemente encarna esa alternativa tanto o mejor que Kennedy.
En la mayoría de sondeos se produce un empate o bien Trump o Harris disfrutan de una ventaja tan estrecha (menos de cuatro puntos) que se sitúa dentro del margen error. Los cuatro realizados después de la retirada de Kennedy son los siguientes. El más favorable a Harris es el de Reuters/Ipsos, que le da 45% por 41% a Trump. En el de Rasmussen, Trump alcanza un 48% por 46% Harris. El de Quinnipiac otorga un 49% a Harris y un 48% a Trump. La igualdad queda patente por el hecho de que en la encuesta de Quinnipiac cada uno recibe un 45% del voto de los independientes. En el del Wall Street Journal, gana Harris por 48% a 47%.
El debate televisado del 9 de septiembre será decisivo. Se negocia un posible segundo debate el 25 de septiembre. Si la elección se celebrara en los próximos días seguramente ganaría Harris por un margen muy estrecho en el voto nacional y en el colegio electoral.
Sin embargo, los últimos meses han demostrado que circunstancias imprevistas han dado la vuelta a la campaña. Puede haber una intención de voto camuflada para Trump en algunas encuestas. Además, en las que se incluía a los otros candidatos independientes (Kennedy, la verde Jill Stein, el filósofo afroamericano Cornel West) Harris alcanzaba un primer puesto por mínimos. En cambio, en los sondeos en los que hay que optar por Trump o Harris, el ex presidente puntúa más alto. Esto quizás sugiere que el apoyo para los independientes, que no es sólido, no se convertirá en votos para Harris.
La continuación de la guerra de Israel en Gaza y del suministro de armamento de EEUU no favorece a Harris. En este tema claramente ha cambiado de posición. Los Republicanos también la critican por no haber concedido ninguna entrevista ni celebrado ninguna conferencia de prensa como candidata. Finalmente concedió dos entrevistas. En ambas, aunque se consideran un éxito, da munición a los Republicanos al no poder ocultar que ha moderado sus posturas anteriores. Ya no se opone al fracking para extraer petróleo y gas natural. Ya no es partidaria de recortar los presupuestos de la policía. Los votantes sospechan a menudo de los políticos que modifican sus intenciones. Trump puede ser detestado por muchos. Pero no cambia de opinión respecto a las políticas que defiende.
Harris se presenta como defensora de la democracia, del derecho a abortar y de continuar la lucha contra el cambio climático. A mediados del pasado año se calculó que de los 5 billones de dólares en paquetes de estímulo que se aprobaron entre 2020 y 2023, a los estadounidenses sólo les quedan 100.000 millones ahorrados. Un axioma de la política estadounidense es que, si el país no está involucrado en una guerra y la economía va bien, al presidente en ejercicio normalmente se le da un segundo mandato. Trump ya fue presidente. Pero Harris tampoco es una recién llegada a la política y tendrá que defender la gestión de Biden. La deuda total de las familias en EEUU es de 17 billones. Un 40% vive de nómina en nómina.
La movilización es lo que decide las elecciones. Los Demócratas han hecho muchos progresos registrando a afroamericanos en estados como Georgia y Carolina del Norte. Pero ambos estados, junto a Arizona, fueron conservadores durante muchas décadas. El último Demócrata en ganar en Carolina del Norte en unas presidenciales fue Barack Obama en 2012. Las carreras para gobernadores, senadores y congresistas también influirán. En Michigan, Harris disfruta actualmente de una pequeña ventaja. Pero las asociaciones de musulmanes y árabes del partido Demócrata (se concentran en Michigan) han anunciado protestas en los actos de Harris.
Al fin y al cabo, las elecciones demostrarán si las nuevas tendencias demográficas, culturales y sociales de EEUU, representadas ahora por Harris, se imponen a las tradicionales, encarnadas por Trump. Gane quien gane, es previsible que el perdedor platee recursos ante los tribunales por irregularidades porque unas decenas de miles de votos en siete estados decidirán el resultado.
En uno de los pasajes de su famoso discurso inaugural, el presidente John F. Kennedy proclamó que “en la larga historia del mundo, a sólo unas pocas generaciones se les ha concedido el papel de defender la libertad en su hora de máximo peligro. No rehúyo la responsabilidad, la acojo con satisfacción. No creo que ninguno de nosotros se cambiara por cualquier otro pueblo ni por ninguna otra generación.”
A Donald Trump, el resto del mundo le importa en la medida en que afecta a EEUU. Esta postura también la comparten otros líderes de otros países. Su Constitución es la más antigua del mundo. Ha jugado un papel decisivo en salvar la democracia en las dos Guerras Mundiales. La noción del excepcionalismo de EEUU no es absurda. Si gana Harris, hará bien en recordar la responsabilidad de la que habló Kennedy de EEUU en el resto del mundo.



1 comentari
una visió completísima de la pugna electoral entre. Harris i Trump. M’ha interessat molt. Abundància de dades.