La enfermera escolar, un perfil imprescindible en la escuela inclusiva

Garantizar el bienestar y la salud de los menores es un tema que no se ha resuelto aún en el ámbito educativo. Actualmente, hay muchos niños y niñas que necesitan atención médica durante la jornada escolar, y la salud mental de los jóvenes no pasa tampoco por su mejor momento –más de once millones de niños y adolescentes de la Unión Europea tienen problemas de salud mental, según un informe de Unicef ​​sobre el Estado de la infancia en la Unión Europea 2024–, pero los centros escolares siguen sin disponer de demasiado apoyo sanitario. Un estudio del Sindicato de Enfermería SATSE Catalunya indica que la gran mayoría de escuelas (un 88,8%) no disponen de personal sanitario, y que el 91,3% de los docentes afirma que asisten a algún alumno con problemas de salud o condiciones físicas o psíquicas que requieren la atención de un profesional de la salud. En este contexto, ya hace años que distintos sindicatos educativos y sanitarios piden la incorporación de personal de enfermería en las escuelas.

En el ámbito educativo, el sindicato USTEC-STEs lleva años reclamando la figura de la enfermera escolar, y resalta que “el personal de los centros educativos (profesorado y personal de atención educativa) no somos personal sanitario y no tenemos la formación necesaria para poder administrar ciertos medicamentos y/o llevar a cabo determinados cuidados o protocolos sanitarios, que a menudo se nos piden en los centros”. En esta línea, el sindicato SATSE también solicita la incorporación de una enfermera escolar en la plantilla de cada centro y afirma, en un comunicado, que “profesionales, docentes y familiares están de acuerdo en que la enfermera es una pieza clave para la formación y el desarrollo saludable de las personas durante la etapa formativa’”.

Enfermera escolar versus referente

Actualmente, la mayoría de los centros siguen el programa Salut i Escola del Departament d’Educació i el de Salut de la Generalitat de Catalunya, que pretende promover la colaboración de los centros educativos de secundaria y los servicios de salud comunitaria para mejorar la salud de los adolescentes a través de acciones de promoción de la salud, prevención de situaciones de riesgo y atención precoz de los problemas relacionados con la salud mental, la salud afectiva y sexual; y el consumo de drogas, alcohol y tabaco. Sin embargo, para Engràcia Soler, presidenta de l’Associació Catalana d’Infermeria i Salut Escolar (ACISE), este modelo por el que apuesta la Generalitat “se está cubriendo con enfermeras referentes escolares que están dentro de la atención primaria –normalmente se trata de enfermeras pediátricas o con una formación determinada– y se hace asistencia, pero no presencialmente; pueden ir a la escuela un par de horas por semana para cubrir una necesidad en concreto y ya está. Y no es suficiente”. En la misma línea se posiciona SATSE, que puntualizan que “hace unos veinte años, el programa Salut i Escola fue pionero en toda España al introducir por primera vez la consulta semanal de dos horas y media de un profesional de enfermería en el mismo centro de educación secundaria”, pero –añade– “Ampliar los adheridos al programa no significa que los institutos catalanes cuenten con una enfermera escolar”.

Profesionales con competencias sanitarias

Engràcia Soler asegura que, actualmente, no hay más de diez enfermeras escolares registradas en las escuelas públicas de Catalunya. Y que de las llamadas “enfermeras referentes” existen unas 450 o 500. “Prácticamente todas son referentes, y los niños con vulnerabilidad importante a causa de patologías o necesidades especiales quedan totalmente al descubierto, y su derecho a la educación queda reducido, en el sentido de que se produce mucho más absentismo”, sostiene. ACISE nació para defender la necesidad de incluir enfermeras para cubrir las necesidades sanitarias de un colectivo vulnerable como la infancia y la adolescencia desde la escuela. Su presidenta considera que “el modelo actual es barato pero no cubre las necesidades reales de los niños en las escuelas, y menos cuando quieren que hagamos una escuela inclusiva. Para realizar una escuela inclusiva necesitamos este servicio de enfermería escolar”. Soler defiende este perfil profesional “desde la guardería y hasta que acaben el instituto, porque cada edad tiene sus problemas de salud” y añade que “todos los niños y niñas tienen derecho a la educación y, por motivos de salud, el absentismo se incrementa, pero cuando hay una enfermera en la escuela parte de esto se evita”. La enfermera escolar también puede detectar conductas adictivas y nocivas y hábitos no saludables entre los alumnos, y desempeña un papel fundamental en la detección y seguimiento de trastornos alimentarios, problemas mentales y desequilibrios emocionales o cuestiones como la violencia de género, las enfermedades de transmisión sexual, intentos de suicidio y el bullying.