En España, la mayor parte de la población activa está empleada como asalariada. Según los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística (INE) y la Encuesta de Población Activa (EPA), alrededor del 84-85% de la población ocupada en España es asalariada. En Europa el porcentaje de asalariados es similar y en los últimos años hemos visto como una parte importante de la clase trabajadora ha comenzado a votar por partidos de derecha o extrema derecha. Concretamente en Francia con el ascenso del Frente Nacional y en Italia con partidos como La Liga, el porcentaje de trabajadores que vota a la derecha puede oscilar entre el 30% y el 50%. En Estados Unidos, en las elecciones presidenciales de 2016, alrededor del 40-45% del voto de la clase trabajadora blanca votaron a Trump.
En Europa, el voto de los trabajadores hacia partidos de derecha ha crecido en Francia, Italia, Hungría, Polonia, Austria, Alemania, Reino Unido, Holanda y España entre otros países. Sin lugar a dudas, esos datos indican un cambio en la dinámica política tradicional. En principio las causas de ese cambio deberían atribuirse al descontento con las políticas sociales y migratorias, pero sin lugar a dudas también lo han impulsado factores económicos, culturales y sociales.
Es razonable pensar que los trabajadores asalariados pueden beneficiarse más del apoyo a partidos de izquierda, especialmente en lo que se refiere a la protección de sus derechos laborales, la lucha por la igualdad económica y social, y la defensa del Estado de bienestar. Los partidos de izquierda tradicionalmente han promovido políticas redistributivas, acceso universal a servicios como la salud y la educación, y han luchado por condiciones laborales más justas. Por ello sería lógico que los asalariados voten a partidos de izquierda, sin embargo, en los últimos años un porcentaje de los trabajadores ha dejado de identificarse con los mensajes actuales de la izquierda, y están empezando a votar a partidos de derechas. A continuación, voy a comentar algunas posibles explicaciones de esa conducta.
Cuando las personas se sienten económicamente inseguras o amenazadas, es más probable que busquen respuestas claras y soluciones rápidas y sencillas. Los partidos de derecha a menudo utilizan un discurso que promete seguridad y estabilidad, lo que puede atraer a los asalariados que sienten que su situación económica o personal está en peligro. La forma en que los temas son planteados puede tener un gran impacto en la percepción de los votantes, y los partidos de derecha a menudo encuadran los temas en términos de amenaza, seguridad, y defensa de la identidad, lo que puede influir en los asalariados y hacerles sentir que sus intereses están en peligro.
La globalización y los cambios económicos pueden amenazar el estatus social percibido de los trabajadores asalariados. Según muchos expertos, las personas que temen perder su estatus o su posición en la sociedad pueden ser más susceptibles al discurso de la derecha, que a menudo promete restaurar un orden tradicional o proteger a los “de casa” frente a los “de fuera.” Los partidos de derecha en Europa utilizan estrategias populistas y se presentan como defensores de la “gente común” contra las “élites”. Prometen soluciones sencillas a problemas complejos como la inmigración o la globalización, que son vistos por algunos trabajadores como amenazas. La globalización ha sido vista por muchos trabajadores (y no sin razón) como una fuerza que ha beneficiado a las élites mientras ha dejado atrás a la clase trabajadora. Los partidos de derecha que critican la globalización pueden resultar más atractivos para aquellos que se sienten perjudicados por estos procesos. Algunos trabajadores pueden sentir que sus valores tradicionales están amenazados por el multiculturalismo, la inmigración o los cambios sociales, y ven en los partidos de derecha una defensa contra esos cambios percibidos como negativos. Finalmente, la derecha a menudo capitaliza el miedo a lo desconocido, como la inmigración o los cambios rápidos en la sociedad. Los asalariados que experimentan ansiedad por estos cambios pueden ser más propensos a votar por partidos que prometen controlar o revertir estos procesos.
Dos elementos adicionales que se constata que últimamente decantan el voto de trabajadores y asalariados hacia la derecha son el nacionalismo y el sentimiento de pertenencia. Últimamente, muchos asalariados se identifican menos con la clase social y más con otras identidades (nacional, cultural, regional, etc.). Esto puede llevarlos a apoyar a partidos de derecha que enfatizan la protección de la identidad nacional, el control de la inmigración y la seguridad. Además, el nacionalismo puede proporcionar un sentido de pertenencia y orgullo, especialmente en tiempos de incertidumbre. Los asalariados pueden encontrar en los partidos de derecha una fuerte afirmación de su identidad nacional, lo que puede ser psicológicamente reconfortante. En muchos casos, el descontento económico puede hacer que ciertos segmentos de trabajadores apoyen a partidos de derecha, especialmente aquellos que promueven políticas proteccionistas o critican a la globalización. Tradicionalmente, los partidos de izquierda eran vistos como los principales defensores de los derechos de los trabajadores. Sin embargo, en las últimas décadas, algunos trabajadores se han alejado de estos partidos, percibiéndolos como más orientados hacia las clases profesionales y académicas, mientras que los partidos de derecha han captado el voto de aquellos preocupados por la inmigración, el proteccionismo económico, y la identidad nacional.
Finalmente, hay que subrayar que las redes sociales han amplificado la capacidad de los partidos de extrema derecha para difundir sus mensajes y movilizar a sus bases. Estas plataformas promueven que los trabajadores pueden ser constantemente expuestos a mensajes que refuerzan sus miedos y resentimientos. La polarización resultante reduce la capacidad para el diálogo y la reflexión crítica, haciendo que las personas se aferren aún más a sus creencias y elecciones políticas, independientemente de si estas van o no en contra de sus intereses objetivos.
Podemos concluir que el voto de los asalariados a partidos de derecha en los últimos años es una respuesta compleja influida por factores emocionales, cognitivos y sociales. El sentimiento de amenaza, el miedo a lo desconocido, la inseguridad económica y personal, cambios en la identidad de la clase obrera, el papel del nacionalismo y el deseo de pertenencia, el resentimiento y la percepción de alejamiento de la izquierda de las clases trabajadoras, la influencia de los sesgos cognitivos y el efecto de las redes sociales que fomentan la polarización, han creado un ambiente en el que las promesas simplistas y autoritarias de la extrema derecha se vuelven atractivas, a pesar de las posibles contradicciones con los intereses económicos y sociales de estos votantes.
Comprender estas dinámicas es crucial para desarrollar estrategias que puedan contrarrestar estas tendencias y promover un discurso político más inclusivo y basado en los intereses reales de la clase trabajadora. Para ello, es fundamental: i) Fomentar una educación crítica; ii) Promover políticas que aborden las preocupaciones de los trabajadores, como la seguridad económica y la identidad cultural; iii) Incrementar la transparencia y la responsabilidad de los medios de comunicación y las plataformas de redes sociales para reducir la difusión de información polarizadora y manipuladora y las fake news que se difunden a una mayor velocidad que la información veraz.


