Del 14 al 18 de octubre de 2024, se celebró en la ciudad de Milán (Italia), en el mayor centro de conferencias de Europa, la 75ª edición del International Astronautical Congress (IAC), probablemente, el encuentro anual más importante en el que se reúne todo el sector espacial global. Asistieron más de 8.000 expertos de la industria, instituciones de investigación y agencias espaciales de todo el mundo. Cada año se organiza en un país diferente, por lo que, además de tratar sobre los temas asociados al congreso, hay la oportunidad de que los organizadores del evento puedan realizar alguna actividad asociada al país de acogida, con un escaparate único para promocionar aspectos locales destacables. En la tarde del última día del congreso, estaba programado un encuentro con el astronauta italiano Luca Parmitano que, entre otros méritos, estuvo 200 días y 16 horas en el espacio entre el 20 de julio de 2019 y el 6 de febrero de 2020, además, como comandante de la Estación Espacial Internacional, en el que era su segundo viaje al espacio. Pero, esa tarde, en el Congreso, Parmitano no llegó solo.
El comandante Luca Parmitano llegó acompañado por los guionistas Antonio Serra y Bepi Vigna, con el dibujante Sergio Giardo y con Luca Del Savio, director editorial de Bonelli Editore, la editorial más importante del sector del cómic en Italia (o de fumetti, como se denominan en italiano a los cómics), y, también, de las más importantes del mundo en cuanto a volumen de páginas impresas, a punto de cumplir noventa años desde su fundación en 1936. En el Congreso, el astronauta Parmitano se presentaba a los asistentes como coprotagonista del cómic Nathan Never… La Terra si frantuma! ([Nathan Never… ¡La Terra se hace añicos!], 2023), todavía inédito en castellano. Siguiendo la tradición de Bonelli de apostar por los personajes que funcionan, convirtiéndolos en longevos en los quioscos, Nathan Never llegó para quedarse en 1991, después de que un curioso y fructífero equipo creativo de tres guionistas (Michele Medda, Antonio Serra y Bepi Vigna), propusieran los cimientos del universo futurista del personaje, apostando por una ciencia ficción con toques ochenteros, heredera de la literatura y el cine de ciencia ficción del momento. El carácter de Never, forjado por los trágicos acontecimientos familiares, su resiliencia para recuperarse de los infortunios acaecidos y su compromiso en la resolución de los diferentes casos nos cautiva como lectores, como cautivó también a Parmitano en sus lecturas en su infancia y adolescencia.

Más de tres décadas después de su primera aventura, siguen publicándose las aventuras de Nathan Never. En ese número especial en el que aparecían los dos en la portada (astronauta real junto a un personaje de ciencia ficción del cómic) contaba por segunda vez con la ayuda de Parmitano, después de que este fuera un invitado destacado en el especial autoconclusivo Nathan Never. Estación Espacial Internacional (Nathan Never. Stazione Spaziale Internazionale, 2020), publicado en castellano por la Editorial Panini Comics. En esa historia, el protagonista viajará al pasado y necesitará de la ayuda del comandante Parmitano para poder volver al futuro, requiriendo de tecnología de la estación coetánea nuestra, tecnología real presente en la actualidad en el equipamiento. El artífice del guion era Bepi Vigna, que bordaba una historia con evidentes homenajes a clásicos del cine y la televisión, con referencias a películas y series muy populares. En la portada del cómic se puede apreciar, a ambos lados del título, en la parte superior, los logos de la Agencia Espacial Italiana (ASI) y la Agencia Espacial Internacional (ESA), dos entidades científicas que colaboraron decididamente en la edición, reconociendo implícitamente el potencial de comunicación y divulgación del medio.
Esa primera colaboración contenía un contenido extra muy interesante desde diferentes perspectivas. Por un lado, la transcripción de una conversación entre el guionista y el dibujante, Bepi Vigna y Sergio Giardo, confesando sus recuerdos más personales relacionados con la exploración espacial y las películas, series de televisión y cómics que más les impactaron, y cuáles fueron sus referencias e influencias en el momento de escribir y dibujar la historia. También incluía una entrevista a Luca Parmitano, realizada con una clara intención de fomentar vocaciones científicas y tecnológicas en los jóvenes lectores. Al fin y al cabo, quién no ha querido ser astronauta alguna vez en la vida.

Poco antes de la publicación de esta obra, Parmitano había protagonizado todo un hito inédito en la historia del cómic: el 26 de noviembre de 2019 presentó la portada del número especial de Nathan Never, informando, por primera vez, que él mismo era un personaje secundario en esa historia (es posible ver el vídeo en las redes sociales). Pero lo destacable de dicha presentación fue el lugar donde se hizo: en la Estación Espacial Internacional, orbitando alrededor de la Tierra. La expedición 61 a la estación, que despegó coincidiendo con la celebración del cincuenta aniversario de la llegada del hombre a la Luna, pasará a la historia por varios motivos más, en el que destaca la noticia de que Parmitano fue el primer comandante no americano que ha dirigido un paseo espacial en dicha instalación. Además, fue el primer comandante italiano de la historia de la estación y tercero europeo, recibiendo el testigo del astronauta ruso Alexei Ovchinin en una ceremonia en la estación orbital en la que se tocó una campana, para representar simbólicamente el cambio de liderazgo, como es tradición.
Antes de este evento, Parmitano ya era un personaje popular, después de que en su primer viaje al espacio en 2013 se considerase el primer astronauta de la historia que casi estuvo a punto de morir… ahogado. Pues sí, aunque parezca increíble, un pequeño problema en el interior del traje mientras realizaba un paseo espacial, le ocasionó una condensación inesperada de agua en el casco, que le obligó a volver a la estación. La avería puso en evidencia un problema en el diseño que ha permitido mejorar los trajes espaciales desde entonces, evitando el riesgo de que pueda volver a suceder en el futuro. Parmitano es un buen ejemplo de cómo se ha realizado la exploración espacial, a partir de la preparación, el conocimiento y la perseverancia, y de como la ficción tiene una importancia fundamental en fomentar vocaciones científicas y tecnológicas, y en divulgar los avances de la ciencia, más allá del puro entretenimiento. Y eso lo saben muy bien las agencias científicas.

De nuevo, la Agencia Espacial Internacional (ESA), esta vez conjuntamente con la Agencia Espacial Francesa (Centre National d’Études Spatiales, CNES), han colaborado en una titánica obra en cómic, narrando la historia de la exploración espacial, desde la astronomía babilónica a los descubrimientos de Arquímedes, desde la Guerra Fría hasta hoy. El resultado es el cómic La odisea del espacio. Historia de la conquista espacial (L’Odyssée de l’espace. Une histoire de la conquête spatiale, 2024), con guion de Arnaud Delalande y dibujo de Éric Lambert, publicado en castellano por Liana Editorial, con traducción del francés de Julia C. Gómez Sáez y María Serna Aguirre.
El trabajo de más de dos años de los artistas tiene como resultado casi 200 páginas en blanco y negro, una obra diseñada a modo de documental, realizando un recorrido extraordinariamente detallado y visual de la historia de la conquista espacial, desde los orígenes en las Antigüedad hasta la actualidad. Para su elaboración, han contado con el soporte del Proyecto Historia de la ESA, una iniciativa creada en 1989 por los profesores John Krige y Arturo Russo, con el objetivo de documentar la crónica desde la creación de la agencia en 1975, y todas las actividades anteriores que fueran precursoras de la futura institución. El Proyecto Historia de la ESA está dirigido por la científica NathalieTinjod desde 2015.

Delalande y Lambert se centran especialmente en aquellos instantes icónicos que hicieron avanzar la exploración espacial, tanto en positivo como en negativo (con trágicos accidentes), con un cierto toque competitivo durante la Guerra Fría, en la que las dos superpotencias intentaban adelantarse la una a la otra, como medida diferenciadora del potencial de cada una de ellas. Los autores también recuperan algunas de las obras y de los autores de la ciencia ficción, que tuvieron una contribución destacada en el imaginario colectivo, como el reconocido escritor Jules Verne (1828-1905) y su De la Tierra a la Luna (De la Terre à la Lune Trajet direct en 97 heures, 1865), o el mítico corto de George Méliès (1861-1938) titulado Viaje a la Luna (Le Voyage dans la Lune, 1902).
También hay un emotivo recuerdo, por motivos obvios, a la película La mujer en la Luna (Frau im Mond, 1929), dirigida por Fritz Lang (1890-1976). Aunque no aparezca reflejado en el cómic, hay que destacar que esta película es la primera en utilizar una cuenta atrás para el despegue del cohete. La voluntad de ser lo más verosímil posible desde un punto de vista científico le llevó a aceptar una cuenta para provocar una cierta tensión dramática, y fue Lang quién introdujo que esta cuenta fuera hacia atrás, hasta el cero. Su justificación se basaba en que el espectador sabría, sin explicación alguna, que acabaría en cero (al revés no hay por qué saber dónde acabará), contribuyendo así a añadir emoción a la escena. El resultado fue tal y como lo había previsto, hasta el punto de que, desde entonces, ha sido aceptado por la comunidad científica y es habitual hablar de cuenta atrás antes de pulsar un botón o una palanca, y no sólo en el ámbito de la astronáutica.

La odisea del espacio. Historia de la conquista espacial va más allá de las iniciativas de la Unión Soviética y Estados Unidos, recuperando las acciones en Europa por la ESA y, también, de la China o la India, más recientemente, así como los proyectos privados que se están desarrollando en la última década, con diferentes soluciones y aplicaciones de viajes al espacio, algunas con resultados espectaculares. El recurso utilizado por los autores del cómic como hilo conductor entre tantos momentos destacados de la historia es la de incorporar a una inteligencia artificial a modo de narrador. El blanco y negro detallista con tonalidades de grises escogidos por el dibujante, permite dar una cierta uniformidad a todo el conjunto, con un diseño ciertamente atractivo, explotando al máximo las capacidades pedagógicas del medio, y una estructura de la página espectacular.
En las páginas del cómic descubrimos la respuesta a una de las preguntas que se hacen los aficionados a Tintín, el mítico personaje creado por Hergé: ¿Por qué el cohete espacial está pintado a cuadros, blancos y rojos? Hay que recordar que el díptico formado por Objetivo: La Luna (Objectif Lune, 1950-1952) y Aterrizaje en la Luna (On a marché sur la Lune, 1952-1953), intentaba ser lo más verosímil posible desde un punto de vista científico, por ejemplo, en como representar la ausencia de gravedad en la nave o caminando en el satélite. La respuesta a la pregunta de los colores se encuentra en los trabajos de uno de los pioneros de la conquista espacial, el nazi Werhner Von Braun (1912-1977), que diseñó los terribles cohetes V2 en una base secreta báltica, con el objetivo de bombardear a sus enemigos desde la distancia.
En el cómic de Delalande y Lambert vemos como Von Braun y su equipo huyen hacia Suiza en los últimos instantes de la Segunda Guerra Mundial y, ante una segura derrota del ejército alemán, deciden entregarse a los militares estadounidenses, en lugar de hacerlo a la resistencia francesa, por miedo a las posibles represalias y sabiendo que los americanos estarían encantados de que pudiera compartir su experiencia, como así fue finalmente.
Pues bien, la cuadrícula roja y blanca tan llamativa y característica «¡Está sacada de los V2! En el lanzamiento, la cuadrícula permite observar la inclinación del cohete respecto al eje de su trayectoria… y el balanceo en el momento crítico del despegue. Ingenioso, ¿no?», pues sí, y una prueba más del potencial pedagógico del cómic, que nos aporta mucha más información de lo que aparenta. Y el caso de La odisea del espacio. Historia de la conquista espacial es una prueba de ella, van a disfrutar su lectura tanto los aficionados como los profanos en el tema. Palabra de tintinófilo.



