25-N: “Que la vergüenza y el miedo cambien de bando y sean para los agresores”

“Que la vergüenza y el miedo cambie de bando y sea para los agresores”, la frase pronunciada por Gisèle Pelicot, víctima de múltiples violaciones durante el juicio en París, ha inspirado del 25-N de este año. El juicio en Francia contra su marido, Dominique Pelicot, que incitó a 50 hombres a violar a su mujer mientras estaba inconsciente, ha estado muy presentes en la convocatoria, organizada por la plataforma de entidades Novembre Feminista.

“Denunciamos las violencias que se manifiestan en muchos espacios de nuestra vida: las violencias sexuales, el acoso por razón de género en ámbitos laborales, académicos, culturales, deportivos, entre otros, a menudo percibidos como seguros, pero que son, en realidad, actos de violencia”, proclamaron las organizadoras de la manifestación.

“Exigimos la erradicación de todas las formas de violencia machista, señalar a los agresores que actúan de forma impune y presionar a las autoridades y los gobiernos para que tomen medidas efectivas”, continúa el texto, que también reclama políticas públicas integrales y más recursos para atender a las víctimas. El manifiesto denuncia además que “la ley de extranjería es una de las herramientas que tiene el sistema más cruel e injusta contra las mujeres extranjeras”.

El manifiesto fue leído por ocho mujeres: la comunicadora Gisela Cano; la educadora Carolina Andreu; la actriz Mont Plans; Valentina, de Sindillar; Esther Viñas, de la Federación de Personas Sordas de Cataluña; Fanny, de Regularización Ya; Paula Santos, de Mujeres Migrantes Diversas; y la activista trans Patricia Caballero.

Al inicio del acto, los manifestantes han recordado la catástrofe del País Valencià. La hija de una víctima mortal de Paiporta habló de esperanza porque “del barro crecerán flores” y las feministas “tenemos la experiencia de sobrevivir y transformar la miseria en vida”.

Antes de comenzar la manifestación, mujeres de países en conflicto como Irán, Palestina, Líbano, Nicaragua, Afganistán y Ucrania realizaron una lectura de textos para visibilizar las luchas que enfrentan en sus países de origen. Como mujeres perseguidas y refugiadas, expresaron que su “grito no tiene fronteras” y destacaron la importancia de asegurar que sus voces “no se pierdan”. “No podemos quedarnos en silencio ante el genocidio, necesitamos actuar, la compasión no es suficiente”.

Las cifras muestran la magnitud insoportable de la violencia machista. En lo que va de año, 41 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas. Son 1.286 asesinadas desde 2003. Sólo desde 2013, 61 menores han sido asesinados por sus padres o las parejas de sus madres, y 465 niños y niñas más han quedado huérfanos.

La Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género condena toda “manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, que se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia”, y “comprende todo acto de violencia física y psicológica, incluidas las agresiones a la libertad sexual, las amenazas, las coacciones o la privación arbitraria de libertad.”

La marcha se inició a partir de las siete y media en paseo de Gràcia con diagonal hasta Gran Via. Como cada año, hubo dos bloques diferenciados: el no mixto –exclusivo para mujeres, lesbianas, trans e identidades disidentes– y el mixto, abierto a todo el que quiera sumarse a la marcha.