Cuando se alcanzan temperaturas extremas como estos últimos días –en algún lugar a mediodía pueden llegar a sobrepasar los 40°C–, trabajar al aire libre durante las horas punta de calor requiere mucha precaución. Agricultores, trabajadores de la construcción, jardineros, personal de limpieza en exteriores, pero también en interiores sin ventilación, y cualquier persona, especialmente las más vulnerables por sus condiciones físicas o el estado de salud, son mucho más candidatas para sufrir un golpe de calor.
“El golpe de calor es la punta del iceberg. Quiere decir que antes ya ha habido en el cuerpo todo un proceso de agotamiento por calor hasta llegar a sobrepasar los cuarenta grados”, precisa Montse Bassa, enfermera especialista en salud en el ámbito laboral y Vocal de Enfermería del Trabajo del Colegio Oficial de Enfermeras y Enfermeros de Barcelona (COIB). El golpe de calor requiere la intervención médica urgente porque el organismo, por sí solo, ya no es capaz de compensar el líquido, minerales y vitaminas perdidos y, por lo tanto, –como precisa Bassa– “por sí mismo no puede mantener el equilibrio homeostático”. Puede ser, pues, un proceso irreversible si no se actúa rápido.
Las señales de un cuerpo que está entrando en una situación que puede desencadenar un golpe de calor pueden ser en forma de agotamiento, pérdida de conciencia, delirios, piel seca porque ya se ha dejado de sudar, enrojecimiento del rostro y otras partes del cuerpo, y pueden sentirse también rampas y taquicardias. Si no se está orinando lo suficiente también puede ser una buena pista. En este sentido, Montse Bassa recuerda que “la gente mayor no siente tanta necesidad de beber agua porque no tiene la alarma de la sed tan activada como las personas de menos edad, y por eso son un colectivo con más riesgo de sufrir un golpe de calor”.
Para evitar llegar a este extremo, la enfermera y vocal del COIB, que también es técnica superior de prevención de riesgos laborales, señala que hay que hidratarse bien y detener el ejercicio físico hasta recuperarse. En el ámbito laboral, por lo tanto, “con más de 34 grados se deben tomar medidas para poder trabajar con seguridad, si el trabajo es en el exterior, como es el caso de los agricultores, los constructores, el personal de limpieza o cualquier persona especialmente vulnerable, como embarazadas o gente con dolencias crónicas”, puntualiza Montse Bassa.
“En el interior, como pasa en las escuelas –dice–, cuando no hay aire acondicionado, se tiene que poder contar con medios para aclimatar bien los espacios y, si no se puede hacer, se tienen que cambiar los horarios e instaurar más pausas. Sobre todo, si se trabaja en el exterior. En función del esfuerzo físico y de la temperatura externa, se marcan estos descansos. Por ejemplo, con 30° y un trabajo que requiera un esfuerzo físico importante, como los que hace un trabajador en una obra, cada 45 minutos se tiene que hacer 15 minutos de descanso”.
En el ámbito sanitario, ya están establecidos requisitos necesarios de temperatura, humedad, también para el personal sanitario que se desplaza a domicilios, y tiene que cargar pacientes, por lo que tienen un suplemento de riesgo. Y, tal como precisa la enfermera especialista en salud en el ámbito laboral, “los pacientes no tendrían que sufrir por motivo de la temperatura, porque, en principio todas las instalaciones tienen que cumplir la normativa”.
Temperatura adecuada
Tanto el Real Decreto 486/1997 como la Ley de Prevención de Riesgos Laborales establecen los límites de temperatura en el puesto de trabajo, poniendo énfasis en la protección del trabajador en caso de altas temperaturas. Según esto, la temperatura de las consultas no tendría que superar los 25°C. Esto es el que precisan desde el sindicado Infermeres de Catalunya (IdC) que, en su cuenta de Instagram instan a contactar al Comité de Salud laboral en caso de no se tenga garantizada la temperatura adecuada en los espacios de trabajo.
Eso es lo que hace unos días hicieron las enfermeras del Consorci Sanitari de Terrassa, después de que se detectara y fotografiaran termómetros que marcaban 27, 28 y hasta 30 grados en algunas consultas. “A partir de 25 grados, no tendríamos que estar visitando”, expone la enfermera miembro de la IdC, Rebeca Mesa Vera. “En uno de los centros sanitarios del consorcio pasaron diez días sin aire acondicionado y mientras tanto utilizaron ventiladores, cosa que denunciamos, porque en un centro de salud, donde llegan pacientes vulnerables, no puede haber un ventilador que esparza virus y bacterias. De hecho, con casos de Covid como vuelve a haber y sarampión, el ventilador puede dar lugar a un problema de salud pública”, explica. A pesar de que fue un problema puntual, la denuncia de las enfermeras sirvió para concienciar a las y los profesionales sobre la necesidad de trabajar con la temperatura idónea, tanto para todos ellos, como para los pacientes. “Todo esto nos ayuda a ponernos las pilas, porque somos un poco una oenegé que cuidamos siempre de los otros, pero no de nosotras y esto no nos favorece, y pone en riesgo la salud de los pacientes”.
Rebeca explica que en la atención Primaria ya se tiene en cuenta el calor. Durante los meses de verano, si el horario es de 8 a 15h y las agendas acostumbran a estar estructuradas a primera hora consulta y a mediodía visitas a domicilio, muchas direcciones de CAP’s dan la vuelta al horario. Pero, si por lo que sea, se detectan temperaturas más altas de lo que tocaría y alguna enfermera se siente baja de tensión o mareada, piden que vayan directamente a urgencias y coja la baja.
Tal como explica Montse Bassa, “si existe una ley que obliga a evaluar el riesgo de estrés térmico, todas las empresas dentro de sus protocolos de riesgos laborales lo tendrían que recoger, para poder establecer medidas de prevención. Identificar el riesgo es la manera de establecer medidas preventivas, informar a los trabajadores, facilitar puntos de hidratación, refugios climáticos, etc.”. Y la detección de estos riesgos la tendría que hacer una enfermera o un médico de intervención laboral. Son ellos quienes deben identificar también a las personas con patologías clínicas o embarazadas que serían las primeras a reubicar o con las cuales hacer una incorporación más progresiva al trabajo. Y lo mismo con personal de ambulancias y de urgencias que deberían tener habilitados espacios para protegerse del calor”.
Metges de Catalunya (MC), ante la llegada de la primera ola de calor de este año, activó de nuevo su campaña de verano de riesgos laborales para recordar a los profesionales de los centros de salud que sus espacios de trabajo no pueden superar los umbrales de climatización establecidos por la normativa de seguridad y salud en el trabajo. Esta indica que, en trabajos sedentarios, propios de oficinas o similares, la temperatura tiene que estar comprendida entre los 17 °C y 27 °C, y en el caso de trabajos ligeros, entre los 14 °C y 25 °C.
Más de 1700 refugios climáticos
En portales en línea de varias instituciones públicas y centros sanitarios, como es el caso de Canal Salut de la Generalitat, podemos encontrar consejos para afrontar mejor el calor todos, trabajadores y población en general, y evitar deshidratarnos. En concreto, Canal Salut muestra un video que acompaña 6 Consejos para un verano más fresco. También es de acceso para todo el mundo la lista de Refugios Climáticos publicada por el Departament d’Interior i Seguretat Pública. Son todos aquellos espacios donde podemos ir libremente a pasar ratos sin sufrir un calor excesivo, como por ejemplo piscinas, parques, equipamientos cívicos, casales, bibliotecas... Y nos indican si hay agua disponible y mobiliario para sentarse. Hay una relación de más de 1700 refugios climáticos ordenados por municipios de Catalunya.
En general, iglesias, claustros y espacios como el umbráculo del parque de la Ciutadella de Barcelona son también propicios para quienes quieran estar frescos.
La enfermera Montse Bassa, que también es licenciada en Antropología y ha vivido y trabajado siete años en los Emiratos Árabes, apunta la necesidad de aprender de estos países más áridos acostumbrados a afrontar temperaturas mucho más elevadas que las nuestras. Bassa precisa que este aprendizaje será necesario si hacemos caso de las tendencias que apuntan a veranos cada vez más calientes en nuestro país.
Medidas como empezar el trabajo a las seis de la mañana, reducir la jornada laboral en verano y recuperar horas de trabajo en invierno se tienen que contemplar si se quiere evitar trabajar en condiciones que no son óptimas para la salud. Adaptar los trabajos, cerrar terrazas durante el día y recuperar la siesta son parte del cambio cultural que, pese a las dificultades que implica, tendremos que ir tomando, en opinión de la enfermera. Entre las 12 y las 16 h, en veranos tan calurosos como este, no debería haber nadie en la calle. “El calor es muy peligroso”, insiste Bassa. Y –añade– “tenemos que aprender y saber cuándo salir y cuándo no, qué alimentación y qué ropa conviene más, porque viviremos cada vez más en un entorno más árido”. Además –dice– estamos viendo que “cada vez hace menos fresco, y por la noche no baja tanto el calor, y este es el gran riesgo, porque hace que el cuerpo no se recupere bien”.
Entre las recomendaciones de la enfermera para afrontar más bien el calor está: vestir prendas de ropa de lino o algodón, materiales transpirables y de colores claros que no atraigan al calor y que se puedan mojar para refrescarnos si conviene. En cuanto a la alimentación, seguir una dieta mediterránea, con bastante fruta y verdura que nos garanticen vitaminas y nutrientes y evitar comidas copiosas y alcohol, como por ejemplo la cerveza fresca que nos produce una falsa sensación de refrescar. También se aconseja dejar de lado refrescos con azúcar y optar para beber agua y no muy fría. De hecho, beber bebidas calientes permite igualar la temperatura interna y externa del cuerpo –del mismo modo que nos ayudaría comer helado para notar menos el frío–. “Nuestro organismo es un sistema de equilibrios. Si ingerimos agua muy fría, el cuerpo tiene que recuperar después la temperatura basal, y esto supone un gasto de energía para el cuerpo. Hay que evitar beber bebidas muy frías y también duchas con agua muy fría”. Bassa vuelve a recordarnos que aquellos de quien tenemos que aprender beben té caliente en pleno desierto y la ropa les cubre todo el cuerpo.
Hacer vida en las estancias de casa más frescas, ventilar en la medida de lo posible con aire natural y, si se tiene, no poner el aire acondicionado muy fuerte para evitar el contraste tan fuerte con la temperatura exterior, puede ayudar a llevar mejor el verano en los interiores donde, se tiene que procurar no dejar entrar el sol, bajando persianas, pero abriendo ventanas. Crema protectora solar, gorras y sombreros y no hacer vermuts en terrazas a pleno sol también deben tenerse en cuenta en la transformación cultural para convivir mejor con los fuertes calores.


Catalunya Plural, 2024 
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