En 2008, un joven parisino de tan sólo veinticuatro años sorprendía a los lectores con una obra intimista dibujada con un tratamiento gráfico bastante innovador. La obra El gusto del cloro (Le goût du chlore, 2008), publicada por Diábolo Ediciones en castellano, como el resto de su obra, ganaba unos meses después el Premio Esencial Revelación en la 36ª edición del Festival de la Bande Dessinée d’Angoulême (Francia), convirtiendo a Bastien Vivès en un autor reconocido y admirado por su talento tanto a nivel nacional como internacional.

Desde entonces, ha sido extraordinariamente prolífico, realizando varias obras cómicas, novelas gráficas autoconclusivas elogiadas por la crítica (algunas de ellas adaptadas al cine), también colaboraciones con otros autores y experimentos artísticos y creativos muy interesantes como la producción del manga Lastman (2013-2019), coescrita con Balak y codibujada con Michaël Sanlaville, que ganó el premio a la Mejor Serie en Angoulême en 2015. A todo ello, hay que sumar una gran actividad en Internet, primero en su propio blog (que en muchos casos le sirve de antesala de recopilaciones futuras), y, más tarde, en las redes sociales, normalmente con viñetas cómicas. También ha sido muy generoso participando en presentaciones y entrevistas para diferentes medios de comunicación (como la realizada en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona en 2010 o la realizada durante las Jornadas Comiqueras de 2015), así como firmando su obra en salones de cómic y eventos relacionados con el sector del libro.

En El gusto del cloro la historia acontece casi en su totalidad en una piscina, un reto que el autor resuelve de forma brillante mostrando una composición sencilla que esconde lo que era una gran dificultad en el dibujo para un escenario tan peculiar. El tratamiento de los silencios y las miradas tiene una componente muy destacada entre los dos protagonistas: un joven que tiene que hacer natación por un problema en la espalda y una de las nadadoras con la que coincide cada semana. La joven anónima se convierte en un estímulo y un desafío para poder romper el hielo y empezar a hablar con ella en la intimidad que puede dar una piscina. Esta premiada obra supone la magnificación de lo cotidiano, del gesto, de la mirada, del silencio, todo un poema visual de la sencillez. La novela gráfica es una magnífica muestra de la capacidad narrativa del autor, que ha plasmado en numerosas ocasiones de forma brillante en su heterogénea carrera, y que llevó a la prestigiosa editorial belga Casterman a encargarle una versión actual del célebre personaje de Corto Maltés creado por Hugo Pratt, del que ha publicado hasta ahora dos álbumes, los dos publicados por Norma Editorial en castellano.

Entre tanta versatilidad, en su ingente producción se incluyen tres obras con tintes eróticos (con protagonistas femeninas exageradamente voluptuosas), como Los melones de la ira (Les melons de la colère, 2011), La décharge mentale (2018) y Petit Paul (2018), estas dos últimas inéditas en castellano hasta la fecha, y la última mostrando de forma cómica las vicisitudes de un niño dotado de un miembro viril gigantesco, de 80 centímetros de largo. Después de varios éxitos, el autor realizó un particular y sublime homenaje al festival de Angoulême con la novela gráfica Último fin de semana de enero (Dernier week-end de janvier, 2022), protagonizada por un autor de cómics invitado al festival, que conoce fortuitamente a una mujer, con la que entabla una intensa relación durante el fin de semana que dura el evento.

En 2023, la dirección del Festival de la Bande Dessinée d’Angoulême, el más importante en Europa y de los más prestigiosos a nivel internacional, decidió organizar una gran exposición retrospectiva quince años después de darle el primero de los premios que ganaría a lo largo de su carrera, de poco más de tres lustros aunque muy productiva. Pero, la exposición A través de la mirada de Bastien Vivès nunca llegó a instalarse. Pocas semanas antes del inicio del festival, la dirección anunció la anulación después de que las peticiones de su cancelación se sucedieran en redes y de que el autor y los organizadores recibieran diversas amenazas. «Se han producido amenazas físicas contra Bastien Vivès. En esas condiciones, y ante los riesgos que pesan sobre el autor y potencialmente contra los asistentes al festival, no es posible su programación», afirmaba la dirección en la nota de prensa explicativa de la inédita decisión, y añadían que «el Festival considera que la obra de Bastien Vivès, en su conjunto, está protegida por la libertad de expresión y que incumbe a la ley trazar las fronteras en ese campo, y a la justicia hacerlas respetar».

Las acusaciones eran muy graves: alentar el incesto, la pedofilia y la pornografía infantil. En las críticas también se sumaban mensajes polémicos y/o provocadores escritos en las redes sociales en los últimos años y enfrentamientos virulentos de forma pública con algunos de sus detractores, que, al final, fueron los inductores de todo lo que aconteció a principios de 2023, cuando recogieron más de cien mil firmas para que no se realizara la citada exposición. Y lo consiguieron, y no solo eso. La cancelación de la exposición provocó una crítica en cascada que favoreció titulares en prensa del tipo «El dibujante de cómics Bastien Vivès, acusado de pedofilia», perjudicando al prestigio del autor, poniendo en peligro el futuro de su obra, además de tener que dedicarse a defenderse ante las denuncias que se acabarían produciendo, en todos los sentidos.

Antes de continuar, es importante indicar algunas de las novedades recientes del caso. Después de dos años y medio de controversia y de investigación por parte de la fiscalía de Nanterre (población cercana a París), en el juicio celebrado el martes 27 de mayo de 2025, el tribunal ha sobreseído el caso. Solo necesitaron una mañana para realizar el fallo. El autor se enfrentaba a cinco años de prisión y una multa de 75.000 euros por realizar y difundir imágenes de pornografía infantil. Ya se sabe que el fiscal no ha apelado la decisión, quizás valorando que la razón que estimaba el tribunal, presidido por Céline Ballerini, era que consideraban que el Ministerio Público de Nanterre no era competente para juzgar este caso. Así que el futuro judicial no está claro, puesto que la duda está en si la fiscalía de París decide reabrirlo o no.

Un dato curioso que destacaba el propio autor a la salida del juicio, una vez leída la sentencia: en el banquillo de las víctimas no había nadie sentado, ni allí ni en ningún sitio. De hecho, resultó sorprendente el contraste de lo que tuvo que observar cuando una asociación en defensa de la infancia imprimió posters de las viñetas interiores de su supuesta novela gráfica pornográfica y los mostraron en la televisión (que no las pixeló), además de colgarlos por la ciudad. Un contraste evidente teniendo en cuenta que su novela gráfica se publicaba en una colección erótica y se vendía en tiendas especializadas con todos los ejemplares retractilados, lo que dificultaba ver el interior antes de su compra, y con una etiqueta que indicaba claramente que su venta estaba prohibida a menores de 18 años.

«Nunca ha habido ninguna incitación ni apología de la pedofilia por parte de Bastien Vivès en sus obras. Un autor de novela negra no es responsable del asesinato de sus personajes», alegó Richard Malka, abogado del dibujante, durante el juicio. Antes, ya habían ganado otro juicio, en cuya sentencia se condenaba a prisión entre dos y cinco meses a cinco personas por amenazar de muerte a Vivès. Por cierto, todos ellos reconocieron en el juicio que no conocían al autor y que nunca habían leído nada de él, simplemente, se sumaron a las acusaciones públicas, cada uno de ellos por su cuenta, realizando serias amenazas públicas en las redes sociales, sin saber exactamente de qué estaban hablando. Los tres hombres y dos mujeres de entre 21 y 31 años deberán indemnizar al autor, además de pagar los honorarios de su abogado. No entrarán en prisión aunque quedarán con antecedentes penales y una buena lección aprendida.

En mayo de 2025, Diábolo Ediciones publica La verdad sobre el caso Vivès (La vérité sur l’affaire Vivès, 2024), con traducción al castellano de Violeta Alarcón Muñoz, y apenas seis meses después de su publicación original en francés por Charlotte Éditions. El autor también ha vuelto a publicar con normalidad con Casterman tras un inesperado y forzado paréntesis de dos años, y ya se está preparando su edición en castellano. En La verdad, el autor realiza un ejercicio de metaficción abstracto, escrito con mucha ironía y, sobre todo, con mucho sarcasmo, y siempre vigilando exactamente lo que puede decir, pero con una intencionalidad última: la de fomentar el debate sobre la libertad de expresión y los efectos de la cancelación, especialmente en el sector del cómic (en algún momento, por ejemplo, alude a la polémica del cómic Tintin en el Congo, de 1931, de Hergé, que también ha sufrido una crítica por el racismo y colonialismo implícito en esa primera obra del popular personaje). La novela gráfica está formada por diferentes escenas que suceden en el ámbito familiar con su pareja y sus dos hijos de uno y cuatro años, con imaginarias escenas en la comisaría de policía y las consecuencias de dichas conversaciones.

Entre otras acciones, se imagina realizando por obligación un curso contra la pedofilia, de una semana intensiva e inmersiva (aunque pueden ser de más en función de los avances del alumno), que debe de pasar durmiendo en una especie de celda, a modo de muestra de lo que le puede pasar si persiste en su supuesto delito. El curso se realiza cada mes y recibe asistentes de toda Francia, pero justo en esa convocatoria solo estaba Vivès, solo un único alumno, al que, entre otras cosas, le monitorean sus reacciones mientras le proyectan imágenes pedófilas. Un sinsentido cómico en proporción a algunas acciones que sí le pasaron en realidad, como que le tomaran muestras de ADN o que tuviera que explicar a la policía con qué se excitaba cuando se masturbaba. Lo absurdo de todo y la incredulidad del acusado tiene similitudes y hace recordar por momentos a la novela El proceso (Der Prozess, 1925) de Franz Kafka.

El autor añade su particular dosis de cinismo y crítica al mostrar como los policías le proponen una rebaja de condena si trabaja para ellos y se infiltra entre los estudiantes de bellas artes de Angoulême (precisamente, uno de los colectivos que firmaron en contra de que se realizara la exposición). Ante la perplejidad del autor, le pregunta a la policía que por qué son una amenaza: «Corren rumores de que están preparando un fanzine de cómic contra Francia». El delirio continua en las páginas siguientes cuando, en una convención de cómics, el mismo autor desenmascara a un policía infiltrado que intenta pasar desapercibido como un fan en busca de firmas, o cuando descubre que quién mide la cantidad de pedofilia que hay en sus cómics en realidad es una inteligencia artificial. Si lo dice una IA debe de ser verdad.

En una de las últimas escenas que trascurren en la comisaría, la inspectora de policía le reconoce que «parece que su asunto se ha calmado bastante. Esas cosas vienen y van… la gente se cansa [] Yo no leo muchos cómics, ahora me han entrado ganas de echarle un ojo a sus libros. ¿Ha hecho alguno no pedófilo?», a lo que Bastien Vivès le responde: «Ninguno de mis libros es pedófilo». Unos libros que el autor reconoce que fueron devueltos en estos dos últimos años de las librerías, básicamente para evitarse problemas, bajando las ventas considerablemente y, en consecuencia, también de sus derechos de autor (hubo el riesgo de que se retirase toda su obra, y varios proyectos tuvieron que ser cancelados o aplazados). El prestigio de una persona es equivalente a las plumas de una gallina. Cuando se las han quitado todas y al final se descubre que las acusaciones eran falsas o infundadas… ¿Cómo se vuelven a poner las plumas en su sitio? ¿Qué titulares publican ahora los medios de comunicación?

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