En los últimos años, el número de personas que creen en teorías de la conspiración ha aumentado, según la Encuesta de Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología en España. Aunque puede ser tentador burlarse o enfadarse al hablar con alguien que cree en una teoría de la conspiración, la investigación académica y los expertos señalan que esta actitud suele ser contraproducente. ¿Cuál es la mejor manera de hablar con alguien que cree firmemente en los chemtrails o que asegura que la Tierra es plana? La clave podría ser la empatía.

Primero, debemos entender qué lleva a alguien a creer en una teoría de la conspiración. En un mundo que evoluciona rápidamente y donde estamos rodeados de un bombardeo constante de noticias que nos hablan de desesperanza, es normal buscar respuestas simples que den sentido a fenómenos complejos como la desigualdad, las guerras, el cambio climático o la migración. De hecho, intentar explicar lo que sucede en el mundo es una de las razones psicológicas que se atribuyen a quienes creen en teorías de la conspiración. También lo es el deseo de mantener cierto control ante la incertidumbre y de conectarse con los demás.

Sin embargo, las narrativas conspiranoicas no son inofensivas: se relacionan con la apatía política, la violencia, la erosión de la confianza científica y la disminución de las tasas de vacunación, entre otros efectos.

1. No confrontar ni ridiculizar
Algunas investigaciones vinculan la creencia en teorías de la conspiración con el extremismo y los procesos de radicalización política. Por ello, puede ser útil trasladar las recomendaciones existentes sobre estos fenómenos a las teorías de la conspiración, que aún no han sido tan investigadas, según un artículo académico publicado el año pasado por investigadores de la Universidad de Kent (Reino Unido). “Mostrarse hostil desde el principio puede disuadir a las personas de considerar nuevas ideas”, señala el artículo.

Lo confirma Guido Corradi, profesor de Psicología en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), quien dice a Verificat que “esta sería la peor estrategia, porque la gente responde a la ridiculización atrincherándose en su posición”. Para Corradi, lo importante es ser consistente y no atacar frontalmente, sino construir desde lo que la gente acepta como verdad.

2. Mantener la mente abierta
Una posición dialogante y abierta nos acercará más a nuestro interlocutor. Un artículo divulgativo de la Universidad de La Trobe, escrito por investigadores anglosajones, recomienda hacer preguntas y escuchar al otro para crear un clima de comprensión. Preguntas como “¿Cuándo empezaste a creer en (una teoría de la conspiración concreta)?”, “¿Cómo te ha afectado psicológicamente?” o “¿Qué te aportan estas creencias?” nos permitirán acercarnos al universo psicológico de la otra persona y romper barreras entre puntos de vista opuestos.

Así lo refleja también un estudio que comparó la recepción de información a favor de la vacunación en grupos antivacunas por parte de personas entrenadas en comunicación asertiva frente a otras que simplemente intentaban ser persuasivas. Los antivacunas consideraban más “confiables y razonables” a quienes habían sido entrenados en “receptividad” que a los que no.

Isabel Moreno, meteoróloga de RTVE y autora del libro Atmósfera de bulos, afirma que la clave es tener mucha empatía y entender “que la persona que tienes delante no es tonta”. “Sobre todo lo que hago es preguntar el porqué, profundizar, y decir ‘¿por qué crees esto (…)?’ y, poco a poco, con ese porqué, ayudar a que las propias personas reflexionen sobre sus razonamientos y detecten contradicciones”.

Moreno reconoce que no siempre es fácil. “Incluso cuando ellos mismos te dan argumentos que se contradicen con lo que creen, acaban buscando otra explicación”.

3. Resaltar que quienes creen en teorías de la conspiración son una minoría
También se ha observado que hacer ver a quienes creen en teorías de la conspiración que forman parte de una minoría puede favorecer que reconsideren su opinión. Investigadores de las universidades de Northumbria, Staffordshire y Manchester Metropolitan (Reino Unido) estudiaron si corregir la percepción errónea sobre el número de padres que creen en teorías conspirativas antivacunas podía ayudar a reducir estas creencias. Concluyeron que, al presentar cifras que demostraban que sus opiniones eran minoritarias, las creencias antivacunas disminuían, aunque el efecto se desvanecía con el tiempo.

Por ejemplo, en España un 88,6% de la población cree que es importante que los niños reciban vacunación, un 90% cree que las vacunas son seguras y un 91,5% que son efectivas, según el informe El estado de confianza en la vacunación en la Unión Europea (UE).

4. Hacer énfasis en el valor del pensamiento crítico, pero también reconocer que no lo sabemos todo
Muchos creyentes en teorías de la conspiración apelan al espíritu crítico. Una de las expresiones más utilizadas en el universo misógino de la manosfera es la de la “píldora roja”, metáfora para explicar “el despertar de la conciencia de los hombres” ante lo que consideran injusticia del feminismo. El artículo de los investigadores de la Universidad de Kent señala que esta atracción por el pensamiento crítico puede utilizarse como un arma de doble filo: “En una conversación con alguien que habla sobre teorías de la conspiración, es posible invertir esta idea pidiéndole que piense de manera crítica sobre la fuente de la información y que aporte más detalles sobre la teoría conspirativa en sí, así como sobre los diferentes sesgos cognitivos asociados a las creencias conspirativas y cómo evitarlos”.

5. No validar y saber cuándo cortar una conversación
Después de intentar acercar posiciones y entablar un diálogo con la otra persona, también hay que saber cuándo cortar la conversación. “No se deben validar ideas erróneas. Si no hay posibilidad de diálogo, mejor cambiar de tema. Se puede decir: ‘No creo que lo digas de forma informada’”, explica Corradi.

Por ello, es clave evaluar a quién tenemos delante. “No es lo mismo hablar con alguien con ideas erróneas inofensivas que con un ‘profesional de la mentira’. En el primer caso, hay margen para el diálogo; en el segundo, se contamina el mensaje y se pierde eficacia”, añade el psicólogo.

Crecen las teorías de la conspiración
La mitad de los españoles está de acuerdo con la afirmación de que “las compañías farmacéuticas ocultan los peligros de las vacunas”, y uno de cada cuatro considera que “el Gobierno intenta ocultar la relación entre las vacunas y el autismo”. En ambos casos, el grado de acuerdo prácticamente se ha duplicado respecto a 2020, según la Encuesta de Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología en España, elaborada cada dos años por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT).

Para abordar estas creencias con jóvenes, es necesario ir más allá de la simple verificación de hechos y tener en cuenta la dimensión emocional que las hace tan atractivas. En desfake.cat hemos diseñado una propuesta pedagógica específica para trabajar las teorías de la conspiración con alumnado de secundaria, que combina el análisis crítico de contenidos con una mirada atenta a los mecanismos psicológicos y sociales que las sostienen. Esta propuesta ayuda a entender por qué estas narrativas pueden convencernos y enseña a identificar las señales habituales de las conspiraciones, reforzando al mismo tiempo una actitud de curiosidad crítica y empatía hacia quienes pueden llegar a creer en ellas.

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