Autor: jcarbonell

El tiempo escolar suele ser de cierre institucional, mayoritariamente sedentario y condicionado por las urgencias que hay que atender, aunque con frecuencia se prescinda de lo que realmente es importante. El tiempo veraniego, por el contrario, es sinónimo de apertura, de nomadismo y de lentitud. El kairos, entendido como disfrute placentero, sustituye el cronos, el control disciplinado y acelerado de cualquier rutina y actividad. ¡Qué bien lo explica Carl Honoré en Elogio de la lentitud (2006) o Bajo presión (2008)! En esta nueva estación se aparcan las prisas: a la hora de asistir a un curso de formación, de leer un libro o simplemente tomarse…

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