En verano de 2011 recibí una convocatoria intrigante. Unos editores a los que no conocía me citaban a media tarde en un bar de la Barceloneta, estaban decididos a poner en marcha una colección de novela negra en catalán y querían conocer mi opinión. Yo leo este tipo de novelas sospechosas desde hace años; como siempre me han atraído las cosas mal vistas (y, de joven, la novela negra lo estaba mucho entre los militantes comunistas), pues me enganché. Pero de aquí a consultarme sobre la viabilidad de una Série noire catalana, no sé; todo ello me hacía pensar que aquella…

