Varias generaciones veían, por primera vez, la opción de vivir protegidos con derechos y libertades constitucionales. La Constitución fue, lógicamente, fruto de los tiempos convulsos de donde se salía. Pero han pasado cuarenta años. Las lecturas que se han de hacer no deben ser de la nostalgia de lo que se dejó atrás, sino desde la voluntad de adaptarse a lo que está por venir

