Académica de alto nivel, profesora de la prestigiosa universidad neoyorquina de Columbia. Asimismo, implicada en la educación popular del lugar donde nació y creadora de escuelas de primaria que aún coordina en una de las zonas rurales más pobres de la India, Bengal Occidental.
Es Gayatri Spivak, filósofa y teórica literaria, que conversó el martes con otra filósofa, Marina Garcés. Ante el escenario montado en la plaza Joan Coromines, más de 2000 personas – sobre todo jóvenes – escucharon atentamente el diálogo organizado por la Biennal del Pensament. Y es que, como recordó la filósofa catalana, un debate sobre educar para la emancipación genera gran interés en “un lugar con una tradición muy activa y rica de pedagogía crítica y popular” como Barcelona.
Spivak explicó que ella sólo es una profesora asalariada, y como tal, sirviente de sus estudiantes, tanto en Nueva York como Bengal Occidental. “Construyendo puentes entre dos extremos de la actividad educativa haces que los dos espacios interactúen”, le dijo Garcés. La filósofa india explicó que para educar lo más importante es escuchar y conocer a los alumnos, y esto es igual en cualquier contexto.
Cuando comparaba sus experiencias educativas, la activista marxista, feminista y poscolonialista decía que la sociedad ha creado problemas a los niños que la educación no está resolviendo. Es lo que ella llama el “daño cognitivo”, y puso ejemplos de los dos entornos diametralmente opuestos donde trabaja.
En Columbia, sus alumnos son capaces de analizar, comentar y argumentar su punto de vista cuando se los pone ante un texto, pero en cambio “son incapaces de abrirse y leer”. En las escuelas rurales, en cambio, el mal “es que no saben hacer funcionar la cabeza, porque han sido entrenados para ser mano de obra manual”, explicaba Gayatri Spivak.
Educar en derechos y responsabilidades
Para Spivak es realmente grave que la privilegiada casta hindú – a la que ella pertenece – haya “destrozado la mente” de los llamados intocables – la casta más baja – porque ahora son incapaces de recordar y concentrarse, pero también de distinguir cuando votan . Por ello, la filósofa india intenta “formar una pedagogía para hacer entrar los más pobres en la democracia, para que voten”. Les enseña que no sólo se trata de reclamar derechos sino también de ejercer responsabilidades.
Gayatri Spivak no abrió estas escuelas rurales para “ir a hacer el bien”, ya que lo encuentra “un sentimiento feudal”. En 1986 se lo pidió un activista indio de clase media cuando la vio hablando con los niños sobre errores ortográficos en sus nombres y escribiendo sumas y restas con un bastón en el suelo para niños a los que “nadie se tomaba en serio”. Al cabo de veinte años, un terrateniente destruyó las primeras escuelas para demostrar quién tenía el poder, pero ella no se detuvo y ahora trabaja en cinco escuelas más cerca de la frontera.
Ella siente que está “pagando su deuda ancestral”, la de su casta. En las aulas de estos centros quiere que se enseñe el currículo nacional al considerar que aprender a “cantar y bailar es un lujo en una zona rural”. Ella intenta que sus alumnos tengan una base para entrar en el sistema “desde donde lo puedan sabotear”.
Esta no es una tarea fácil. Por eso, cuando trabaja con sus equipos docentes les dice que es mejor enseñar para aquellos que son menos buenos, porque el resto lo entenderá de todos modos. También dice que hay que enseñar más allá de la memorización y hacer que los alumnos sean capaces de devolvernos lo que les enseñamos. “Si imita lo que yo hago, lo hemos perdido”, dice Spivak.
Entrenar la imaginación
Al otro lado del mundo, en el aula internacional de Columbia, “la educación es un fetiche”, explica la filósofa india. Los alumnos que tiene en esta universidad – donde fue la primera mujer no blanca en conseguir una plaza de profesora – sus alumnos están dispuestos a ayudar pero no saben lo que significa la ayuda para los otros porque no tienen imaginación.
Entrenar la imaginación es uno de los retos primordiales para Gayatri a la hora de educar. No utiliza palabras grandilocuentes para definirla: es la capacidad de pensar en algo que no está aquí. “Podemos tener todo el conocimiento, acceso a toda la información, pero ¿qué pasa cuando nos falla la imaginación? Nos faltan los vínculos”, explicaba Spivak.
Ella piensa que sus alumnos de la universidad norteamericana también necesitan ayuda, como los de la India. En este caso, sin embargo, “porque el idealismo digital los hace completamente ignorantes en cuanto al trabajo intelectual”. La filósofa cree que “el mundo digital es muy potente” pero que lo seguimos utilizando “con una mentalidad de 1920”. Pero hay pensamiento crítico para afrontar el desafío digital, dice Spivak.
Las muchas enseñanzas de Gayatri Spivak vienen acompañadas también de muchos errores, explica. Por eso aún se sorprende cuando lo que intenta implementar en el mundo educativo funciona. “Cuando vienen los éxitos pienso que algo bueno habré hecho, aunque no sé qué es”.




