Poco a poco el diálogo y el acuerdo entre las fuerzas políticas de izquierdas, nacionalistas, regionalistas y progresistas hace camino para lograr la investidura y la formación de gobierno en España. Subsanando errores anteriores de unos y otros, pero sin algunos sustos, las negociaciones complejas entre varios van dando sus frutos.

Primero PSOE y Unidas Podemos fueron capaces de anunciar sólo 48 horas después de celebrarse las elecciones del 10 de noviembre un preacuerdo de 10 puntos para configurar el primer gobierno de coalición en democracia.

La interlocución discreta pero persistente entre todas las formaciones susceptibles de avalar el gobierno de coalición, bien con un sí, o por defecto con una abstención, ha ido perfilando los tableros de diálogos y acuerdos imprescindibles para que la legislatura no quede nuevamente bloqueada y quiebre, y los ciudadanos tengan de nuevo un gobierno que tome decisiones sobre los problemas y los retos sociales, económicos, educativos, sanitarios, laborales…

Luego fue el acuerdo entre el PSOE y el PNV, que permitirá el desarrollo del Estatuto de Autonomía de Euskadi y también transferencias a Navarra, que daba un nuevo impulso a la formación del gobierno. También que EH-Bildu plantee a sus bases que conviene la abstención para facilitar la configuración del gobierno.

Cerrado el frente vasco, faltaba el catalán para asegurar la gobernabilidad. La negociación entre PSOE y ERC era, a priori, la más difícil y compleja, que además ha sido interferida por algún resbalón fruto del nerviosismo y la tensión, y por los acontecimientos políticos y judiciales sobre los presos y los exiliados. Una vez la Abogacía del Estado ha pedido al Tribunal Supremo que permita a Oriol Junqueras ir al Parlamento Europeo a recoger su acta de eurodiputado en virtud de la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE, ERC y PSOE, cerraron el acuerdo que debía permitir la abstención de los republicanos. Una abstención que finalmente han aprobado en su Consejo Nacional, por una muy amplia mayoria del 96,5%, en una reunión de su máximo órgano entre congresos de las mas concurridas de los últimos tiempos, la tarde del jueves 2 de enero.

El acuerdo entre el PSOE y ERC contempla el reconocimiento del conflicto político entre Catalunya y el Estado y la vía de la negociación entre la Generalitat y el Gobierno español para resolverlo, e incluye una validación democrática para la ciudadanía de los acuerdos finales , sin explicitar si será a través de una consulta o de un referéndum.

También ha sido clave para desbrozar el camino del anuncio del programa de gobierno, titulado Coalición progresista: un nuevo acuerdo para España, que presentaron el lunes 30 de diciembre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. El documento, de 50 páginas, tiene como puntos más destacables lo que será la obra de gobierno para los próximos años: la derogación de los aspectos considerados más lesivos de la reforma laboral de los gobiernos de Mariano Rajoy, la derogación de la Ley para la mejora de la calidad educativa, conocida como ley Wert, la garantía de la revalorización de las pensiones de acuerdo con el IPC, el aumento del salario mínimo hasta el 60% del salario medio en España, la subida de impuestos a las rentas más altas, medidas para limitar el precio de los alquileres, medidas contra la violencia machista y aprobar una ley sobre el cambio climático, entre otros. El indiscutible acento social y progresista del programa de gobierno también ha hecho que ERC, que siempre ha definido su política con dos patas -la nacional y la social-, lo haya tenido en cuenta a la hora de decantarse por la abstención y permitir el nacimiento del nuevo gobierno.

Otros pequeños diálogos y acuerdos, pero también imprescindibles para la investidura y el visto bueno al nuevo gobierno, han sido el acuerdo del PSOE y Compromís sobre la financiación autonómica, y la garantía del voto favorable de Más País. En definitiva, una pluralidad de partidos que han sabido interpretar y respetar la voluntad de los ciudadanos expresada en las urnas. Y un bloque de oposición que no ha sabido digerir los resultados electorales del 10N.

Los Reyes llevarán el primer gobierno de coalición

El nuevo gobierno tendrá que esperar que pase la festividad de Reyes para que se pueda hacer la segunda votación del 07 de enero en el Congreso y entonces empezar a caminar, una vez obtenida la luz verde, ya que, la investidura de Pedro Sánchez será por mayoría simple. Obtendrá más votos afirmativos que negativos, y abstenciones claves como las de los 13 diputados de ERC.

A estas alturas, el PSOE sigue negociando para garantizar la investidura de Sánchez con las 4 formaciones nacionalistas y regionalistas que tienen 5 diputados claves, que deberían también al menos abstenerse. Son los 2 de Coalición Canaria-Nueva Canarias, y los diputados, del BNG, PRC y Teruel Existe. Ahora el PSOE tiene asegurados 164 votos afirmativos, y tiene en contra 163 negativos.
La foto de la investidura dibujará una mayoría del Congreso plural y diversa dispuesta a dialogar y acordar, y una oposición de PP, VOX y Ciudadanos, dispuesta a lo que sea necesario para conseguir que la legislatura dure lo menos posible. Por eso veremos innumerables nuevos intentos de judicializar la política. El PP ya no prioriza la importancia del resultado en las urnas y, ahora que solo tiene 88 diputados, pretende conseguir con los tribunales lo que no ha conseguido en las urnas.

La abstención de ERC coloca a JxCat en una fotografía no deseada del No, junto con el PP, VOX y Ciudadanos -aunque sus votos sean intranscendents-. Los exconvergents han perdido el protagonismo negociador que tuvieron a lo largo de la historia, cuando el PP y el PSOE no tuvieron mayoría absoluta. La distinción del voto entre ERC y JxCat también será clave en el futuro político en Cataluña, y en la lucha por la hegemonía del independentismo. Los republicanos aún no han conseguido nunca superar los herederos de Pujol y Mas en unas elecciones al Parlamento de Cataluña, entre otros factores, por la extensa y potente red territorial de dependencia creada por Pujolismo. El acuerdo de ERC con el PSOE no es compartido por sus socios en el gobierno de la Generalitat ya la vez contrincantes electorales. Ya se explicita públicamente sin intentar disimular, la desconfianza, la discrepancia y las fisuras que hay entre JxCat y ERC. El presidente Quim Torra y JxCat ni aprueban ni aceptan el acuerdo de republicanos y socialistas. La crisis abierta puede determinar, sin duda, un adelanto electoral en Catalunya.

En el ámbito español la plasmación del nuevo gobierno de coalición, a pesar de todas las presiones de los poderes económicos, los sectores más conservadores y la brunete mediática; también tendrá efectos determinantes en los partidos de la oposición. El PP, que no ha pasado suficientemente página de la corrupción, que mantiene tics franquistas y que compite con la extrema derecha de VOX para un discurso españolista e incendiario que recuerda aquella frase atribuida al político José Calvo Sotelo – quien fue ministro de Hacienda durante la dictadura de Primo de Rivera y líder de la derecha antirrepublicana durante la Segunda República: “Antes una España roja que una España rota”, lo tiene difícil para volver a ser el primer partido del Congreso. El PP de Pablo Casado ha añadido continuamente leña al fuego en el llamado problema territorial sin entender ni asumir en ningún momento la plurinacionalidad de España. El PP, que tampoco ha sabido modernizarse y adaptar una política de estándares conservadores y liberales europeos, lo tiene ahora más difícil para mantenerse como partido hegemónico de la derecha; detrás le pisa los talones peligrosamente VOX. Y, si nada cambia de manera muy fulminante, aleja su posibilidad de ser alternativa de gobierno, sin sumar y pactar con VOX, como ha hecho en Andalucía.

Ciudadanos, huérfano de Albert Rivera y casi seguro presidido por Inés Arrimadas a partir del Congreso del partido que celebrarán en marzo, tiene por delante una larga peregrinación dada su insignificancia actual de 10 diputados. Y, de momento, las recetas que mantienen para intentar resurgir después de la estrepitosa caída electoral del 10 de noviembre no corrigen el abandono de sus postulados centristas iniciales, ni el blanqueo de PP y VOX que la han llevado a la caída libre en los últimos comicios. El partido naranja fracasó al querer dar el sorpasso al PP, y convertirse en el partido hegemónico de la derecha, ahora el peligro por el PP está en un no descartable sorpasso de VOX. Lo han conseguido con Ciudadanos y lo podrían hacer en un futuro con el PP. En política no hay nada inverosímil por muy improbable que pueda ser.

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