La batalla se estaba cociendo en los despachos desde hacía tiempo. Pero hace unos días que la tensión entre ERC y las dos grandes familias herederas de la vieja Convergència pone al Govern en una situación muy difícil. La batalla entre el independentismo es tan vieja como el independentismo de nueva época (2012 hacia adelante). Los tiempos del procesismo ha triturado a partidos políticos como CiU, han provocado alianzas forzadas (anticapitalistas con conservadores) y han generado una cantidad ingente de nuevos liderazgos políticos (de Forcadell a Torrent, de Mas a Puigdemont y Torra, etc).
Desde el inicio de la etapa conocida como Procés, el esquema que se ha ido reproduciendo en el sistema de partidos era el de una alianza estratégica entre dos actores principiales (ERC + CIU) con el apoyo condicionado de la CUP, crucial para mantener la mayoría parlamentaria en las dos últimas legislaturas. Pero la confianza entre los dos primeros se rasga a medida que se desvela que el objetivo instrumental de esta alianza no está más cerca que cuando todo comenzó.
La semana pasada vimos cómo las tensiones internas se manifestaban públicamente. En el pleno del martes han terminado de explotar: es la lógica propia de la instrumentalización del deseo de independencia lo que lleva inevitablemente a la lucha por el espacio político. Y cuando este deseo no se consigue, hay que buscar culpables. Intentamos hacer una fotografía de cuáles son las familias que dominan el escenario hoy en día, y qué personajes las representan.
ERC, el partido de Govern
Esquerra Republicana de Catalunya es el actor político del Govern más sencillo de clasificar. De los sectores que definiremos, es el único que podemos decir que funciona de acuerdo a una estructura clásica de partido, en el sentido que obedece perfectamente a la jerarquía interna y transmite unos intereses homogéneos.
Claro que hay familias internas, como las hay en cada partido. Pero nadie cuestiona el liderazgo de Oriol Junqueras que, desde Lledoners, lidera una organización política fundada en 1931. Y cuenta con un grupo de nombres relevantes de su confianza: Roger Torrent (Presidente del Parlament de Catalunya), Pere Aragonés ( vicepresidente y Consejero de Economía y Hacienda) Sergi Sabrià (Presidente del Grupo Parlamentario) Gabriel Rufián y Joan Tardà (Diputados en el Congreso).
No es baladí el peso de la historia en que la estructura del partido haya aguantado intacto el terremoto del procés. Una prueba de esta unidad es cómo, en el giro estratégico de ERC hacia una posición menos explícitamente desobediente y más favorable al diálogo y mirada a largo plazo, cada una de las piezas han ido adaptando sus roles en el nuevo discurso. Torrent desde la responsabilidad institucional, Aragonés desde el silencio ejecutivo y el pragmatismo de Gobierno, Sabrià como “pitbull” público, y Tardà y Rufián como poli bueno y poli malo en Madrid. Todos, a una, han defendido un discurso que no defendían hacía pocos meses atrás, señal de obediencia inequívoca a la estrategia pactada con Junqueras.
A diferencia del caso de CiU, donde el procés ha exacerbado las contradicciones de un partido que hasta hace cinco años no se declaraba independentista, ni el proceso de independencia ni los procesos judiciales abiertos han dividido el partido. Casi que se podría hacer la afirmación contraria: la desaparición de la escena política de Marta Rovira – exiliada en Suiza – puede haber contribuido a la simplificación organizativa.
En una conversación grabada previa al Referéndum, y actualmente bajo sumario, entre Rovira y Josep Maria Bové (secretario General de Vicepresidencia y Economía), Rovira muestra su descontento por la supuesta inacción del PDeCAT a la hora de organizar la logística del Referéndum . Pero no sólo eso, sino que se queja también de los suyos: “A mí hay gente que no me responde, eh, me estoy volviendo loca, yo buscando síndicos territoriales… no te jode, ni el PDCat ni la CUP lo hacen”; y en otro momento de la conversación se manifiesta de la siguiente manera: “Te juro que ayer Mundó me dejó frita, eh, y a Marc Sanglas (que era diputado de Izquierda) no le perdonaré esto, porque lo del sábado ya me lo podía decir a la cara, es que no lo entiendo, de verdad”.
Aparte de revelar las pugnas internas en momentos de clara tensión política, el posicionamiento de Rovira parece entrar en conflicto con una parte del partido. Con la desaparición de Marta Rovira de la escena política, se termina con la bicefalia organizativa de ERC – con las correspondientes camarillas que siempre acompañan a los líderes políticos. La prueba la tenemos con lo que está pasando estos días en el Parlament. Los miembros de ERC bailan acompasados.
El magma de Junts per Catalunya (JxCAT)
El primer dato relevante que puede servir para entender este magma telúrico que representa JxCAT es que se trata de una marca electoral registrada por Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) y el Partido Demòcrata Europeu Català (PDeCAT); de fondo, lo que significa esto, es la voluntad del “gen convergente” de mantener una estructura que sobreviva a los baches de estos tiempos. Alguien deberá hacerse cargo de defender el status quo y el conservadurismo liberal cuando estemos en una etapa no marcada por el conflicto político-territorial, si es que alguna vez llegamos a estarlo. Lo que pasa es que quien hubiera sido potencial votante de la antigua CiU, hoy ya se ha socializado políticamente con la independencia, así que no está claro que esta voluntad perdure en el tiempo.
Carles Puigdemont es el líder de esta coalición electoral, y es con él que comienza el rompecabezas. Ahora mismo es el anterior President de la Generalitat quien, desde Waterloo, marca la agenda de gobierno. Pero si por norma general para entender las familias dentro de los partidos lo que importa es la correlación de fuerzas internas, en el caso de Puigdemont – y Junts per Catalunya por extensión- hay que sumar otra variable, que es la distancia con el poder real de la institución. Cada día que pasa, el equipo Puigdemont -que definiremos a continuación- se aleja poco a poco del poder como un barco a la deriva. Pero para asegurarse de que el barco no pierde las amarras, está la guardia pretoriana formada por Albert Batet, Eduard Pujol y Quim Torra.
Por orden, Batet es el Portavoz de JxCat, y el hombre que sin las estridencias de Pujol, ejerce de lugarteniente de Puigdemont. Batet representa el cambio de paradigma de CiU que comentábamos anteriormente: a pesar de ser alcalde de Valls por Convergencia, hoy en día representa la línea dura Puigdemontista. En el conflicto-teatro de los últimos días sobre la delegación de voto, ha sido él quien lideraba la defensa del ex-presidente – aún sabiendo que acabaría como ha acabado – por el hecho de luchar simbólicamente por Puigdemont. Al estilo Rufián-Tardà, Eduard Pujol -antiguo director RAC1- representa la otra cara de la moneda de Batet. Del núcleo duro de Puigdemont e impulsor de Llamada Nacional para la República, Pujol es el “poli malo”.
Quim Torra fue el elegido por Puigdemont y es quien debía bailar a su compás; esto es así en términos generales, pero no es lo mismo trazar un plan que tener que implementarlo. Torra está atrapado entre lealtades, y se le nota mareado por el hecho de tener que tener la cabeza girada hacia ambos lados. Es muy poco probable que Torra sobreviva más allá de esta legislatura.
En esta distancia entre lo que se desea y lo que se puede hacer, se situaría Elsa Artadi. Consejera de Presidencia y persona fuerte en el Govern, fue la jefa de campaña de Puigdemont durante las últimas elecciones. Si bien su lealtad se debe a Puigdemont, el pragmatismo ejecutivo la hace ser más cercana a buscar una estrategia de sostenibilidad en el medio plazo, que a lo que posiblemente le gustaría sacar adelante a Torra-Puigdemont. A diferencia del President de la Generalitat, Artadi sabe a lo que juega. Corren voces que dicen que el conflicto reciente de estos días sobre la delegación de voto era también un conflicto interno dentro de Junts x Catalunya entre Batet y Artadi. Es posible que ella sobreviva a Torra … y a Puigdemont.
En este espacio puente entre lo que sería la antigua convergencia, pero sin alinearse al completo con la línea dura de Puigdemont, estarían los presos políticos Josep Rull y Jordi Turull.
El PDeCAT intenta resistir
El PDeCAT se suponía que debía ser la transición de la antigua Convergència Democràctica de Catalunya hacia una nueva marca que se librara del pasado corrupto con el que se asoció la formación política que dominó Catalunya durante más de dos décadas, pero por el camino fue capturado por la nueva ola. Marta Pascal era la heredera de Artur Mas y la que tenía que encauzar la transición, pero el viento del Procés la apartó de la dirección del partido, que hoy ostenta David Bonvehí, candidato Puigdemontista.
Bonvehí es una figura importante en tanto que cumple la función de puente entre estas dos esencias; proveniente de CDC, marca con la que había sido Alcalde de Fonollosa primero, y diputado en el Parlamento después, sube al equipo de Carles Puigdemont, aunque no estaría en el núcleo más duro. Es dentro del PDeCAT en Madrid donde estas dos almas se pueden ver más nítidamente. Con 8 representantes en el Congreso, hay dos que escenifican esta lucha: Carles Campuzano y Míriam Nogueras.
Carles Campuzano entró como diputado en el Parlamento en 1992 (antes había ostentado otros cargos representativos en el Ayuntamiento de Vilanova y la Geltrú), y representa este “gen convergente” conservador, pactista, y partidario de aumentar paulatinamente la autonomía catalana. A principios de septiembre fue protagonista de un conflicto interno dentro del partido al presentar una moción en el Congreso instando a abrir un proceso político a favor del diálogo “en el marco de la legislación vigente”, que terminó retirando. Jordi Xuclà y Ferran Bello – Secretario de Organización – serían sus “aliados” internos.
Míriam Nogueras, actual Vicepresidenta del partido, abandera la defensa de los intereses de Puigdemont en el Congreso de Diputados. Constante en las tertulias televisivas, lleva pocos años en política después de haber entrado como Concejala independiente para CDC en Cardedeu 2015; después entró en el Congreso como diputada en enero de 2016, donde ha repetido después de la moción de censura. Nogueras es incondicional de Puigdemont, y ya ha anunciado que participará de Crida Nacional per la República.
La CUP y la Crida en el horizonte
El universo independentista no termina aquí: La CUP, que no es una sino muchas, tiene un conflicto interno irresuelto desde la asamblea que los dividió exactamente por la mitad. Es complicado decirse anticapitalista y apoyar el centro-derecha catalán; pero desvincularse de la lucha por la independencia cuando ha sido la izquierda independentista la que más tiempo ha estado en la brecha complica, y mucho, la dirección de un partido. Mucha de la gente que participa de los CDR pertenece a la CUP, con más experiencia en movilizaciones sociales. Pero los CDR, de momento, no son de nadie.
El día 28 de Octubre tendrá lugar el Congreso Fundacional de Crida per la República, partido-plataforma liderado por Puigdemont que tiene la intención de terminar de desvincularse definitivamente del gen convergente: el núcleo duro de Puigdemont formará parte de éste. Su principal rival puede ser la iniciativa política que Jordi Graupera está creando de cara las municipales; si JuntsxCAT representaba el giro independentista respecto el PDeCAT, estos pretenden hacer otro giro respecto el mismo eje. Un hecho sintomático de este giro es el apoyo que le ha dado Elisenda Paluzie, Presidenta de la ANC, tradicionalmente asociada más a los intereses de Junts per Catalunya y Carles Puigdemont. Pero esa ya será otra batalla.


