Al terminar la carrera de Medicina, la ibicenca Paula Rojo hizo la especialidad de Neurología en el Hospital Vall d’Hebron. Después de la residencia, en 2018, decidió irse a vivir a Nottingham, Inglaterra, con su pareja, a quien le habían ofrecido un trabajo allí. «Aquí no veía ninguna oferta laboral con cara y ojos. No había opciones decentes, con contratos de jornada completa y un sueldo estable. Así que decidí irme sin tener trabajo. En Inglaterra enseguida encontré uno en el que me ofrecían jornada completa, estabilidad y un buen sueldo», explica.

La leridana Laura Vilella, también neuróloga, se fue a los Estados Unidos en julio de 2017; primero estuvo un año en Ohio y luego se trasladó a Houston. Según explica, la decisión de marcharse fue una combinación de factores. «Yo quería hacer una medicina más académica, centrada en el ámbito de la investigación, y aquí las ofertas eran muy reducidas y precarias. En Estados Unidos hay un sistema de subespecialización llamado fellowships, que permite a los médicos seguirse formando a la vez que trabajan con una cierta estabilidad. En mi caso, me he especializado en epilepsia». Sus condiciones laborales, según explica, son buenas, con un salario alto y una estabilidad laboral durante todo el programa de formación.

Otro de los motivos de peso que impulsaron a Laura a irse a trabajar en el extranjero fue, según explica, la incertidumbre y la inestabilidad laboral después de la residencia. «Después de tantos años de formación, nos vemos abocadas a ir enlazando contratos de guardias, en el mejor de los casos, y sustituciones, que tienen una duración indeterminada o menudo corta. Y nos encontramos con esta inestabilidad en plena vida adulta, lo que dificulta tomar decisiones vitales como tener una familia o invertir en una vivienda», señala.

Tanto a Laura como Paula les gustaría volver a España algún día, porque echan de menos a sus amigos y familiares. Sin embargo, sufren por las condiciones laborales que les esperan cuando vuelvan. «Llega un momento que quieres tener las cosas más claras, no estar trabajando unos meses y sufrir porque se te acaba el contrato y tienes que buscar otro trabajo», explica Paula.

La demanda de certificados de idoneidad para irse del país, al alza

El Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM) tramita cada año miles de certificados profesionales de idoneidad, uno de los documentos necesarios que deben pedir los médicos para poder trabajar en el extranjero. El 2019, las solicitudes ascendieron hasta 4.100, lo que significa un incremento del 16,31% respecto del año anterior. Comparando las cifras desde 2011, el número de solicitudes se ha casi triplicado.

A pesar de que las cifras parecen muy elevadas, hay que destacar que un mismo facultativo puede solicitar varios certificados de idoneidad, ya que estos caducan cada tres meses. Además, una parte de los profesionales que solicita este documento finalmente no acaba yéndose del país. «Los datos, ahora mismo, no son alarmantes, pero sí es cierto que estos certificados son el termómetro de las intenciones de los profesionales. Está claro que si estuvieran contentos con el sistema, no pensarían en irse», señala el Director General del Col·legi Oficial de Metges de Barcelona (COMB), Marc Soler. De hecho, explica Soler, casi un 50% de los médicos de menos de 45 años tienen un contrato laboral precario y dificultades para conciliar. «Esta incertidumbre hace que si te surge cualquier oportunidad en el extranjero, no dudes en cojerla», destaca.

El 2019, 570 médicos de la provincia de Madrid solicitaron certificados de idoneidad, situándose líder en España. Barcelona se situó en la segunda posición con 492, seguida de Valencia, con 135 solicitantes, y Las Palmas, con 99. En el caso de Barcelona, ​​de estos 492 facultativos, acabaron marchando, según datos del Colegio de Médicos de Barcelona, ​​229. De estos, 50 eran nacidos en Cataluña, 27 de otras regiones de España y 152 eran de origen extranjero, que habían decidido volver a su país de origen o se trasladaban a otros países de la Unión Europea.

Por especialidades, los datos recogidos en 2019 por el Departamento de Internacional de Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM), exponen que los médicos de familia (313), los anestesiólogos (123) y los pediatras (95) son los especialistas que más demandan el certificado.

En cuanto a los destinos preferidos para trabajar en el extranjero, en 2019 los dos primeros puestos más solicitados fueron el Reino Unido, con 669 certificados emitidos, y Francia con 624. Irlanda, con 312 certificados, supera Italia, con 185, convirtiéndose en la tercera y cuarta destinos más solicitados, mientras que el quinto lugar es para Alemania, con 184. Fuera de Europa, los destinos elegidos fueron los Emiratos Árabes, con 108 certificados, Canadá, con 71, y Estados Unidos, con 59.

La sobrecarga de trabajo, otro motivo para irse

Aparte de la mayor estabilidad laboral y las perspectivas de futuro que ofrecen otros países con relación a España, las médicas entrevistadas destacan las condiciones y la sobrecarga de trabajo como otro de los motivos para irse a trabajar al extranjero. Según Laura Vilella, en España faltan médicos, pero no se ofrecen plazas y contratos para estos. «Si un mismo médico puede visitar 30 pacientes en una mañana, porque contratar dos si uno solo puede hacer el mismo trabajo con la mitad de coste?», Señala. Vilella destaca que durante la residencia las condiciones laborales son extremadamente precarias. «Después de una guardia de 24 horas, muchas veces los residentes no descansan y hacen una jornada ordinaria entera, porque falta personal».

Según Josep Maria Puig, secretario general del sindicato Metges de Catalunya, que no se cumplan los descansos es una incoherencia. «¿A que no se permite que los camioneros estén 20 horas seguidas conduciendo? En cambio, se acepta que los pacientes sean atendidos por profesionales que hace más de 30 horas que trabajan sin descansar. Los médicos no son robots y, evidentemente, si no descansan no están en las condiciones adecuadas para asistir a los enfermos», denuncia. Estas condiciones laborales, según Puig, acaban agotando física y mentalmente a los profesionales.

Estas situaciones, explica Paula Bermell, raramente suceden en Inglaterra. «Aquí los médicos se les cuida más. Te aprecian por tu formación y quieren que estés contenta con las condiciones laborales que te ofrecen. No te piden que trabajes tras una guardia, al contrario, está mal visto. Tienen en cuenta que si no descansas, luego no rendirás bien», explica.

La necesidad de invertir en el sistema

Según el Director General del COMB, Marc Soler, el problema de base es la falta de inversión en la sanidad pública. «Hace tiempo que decimos que faltan 5.000 millones de euros en sanidad. Desde 2010, el presupuesto sigue siendo el mismo. Esto condiciona contratos precarios y sueldos bajos, y la pandemia todo esto lo ha extremado», explica.

Para Josep Maria Puig, la única medida que puede llevar a una mejora del sistema sanitario «poner sobre la mesa el dinero que cuesta el sistema». «La Unión Europea invierte en sanidad pública una media de un 7,5% del PIB. Inglaterra o Francia están cerca del 9% y España en un 5,9%, mientras que en Cataluña es un 3,9%», señala el presidente de Metges de Catalunya. «Es la falta de voluntad política del gobierno de Cataluña, que ha ido recortando cada vez más el presupuesto de la sanidad, lo que ha conllevado que haya profesionales que se marchen», añade.

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