La XIV legislatura que acaba de comenzar ha tenido un retroceso en cuanto a la representación de las mujeres en el poder legislativo y, por tanto, un retroceso en la igualdad de género. Ahora hay menos diputadas que en la legislatura anterior y también menos senadoras. Sin embargo, España está entre los primeros países con mayor número de mujeres en las cámaras legislativas.

Esta legislatura tiene exactamente un 44% de mujeres en el Congreso, la segunda cifra más alta de las quince legislaturas que llevamos desde el restablecimiento de la Democracia, contando también la legislatura constituyente. Pero queda por debajo del 47,4% de la decimotercera legislatura (resultado de las elecciones del 28A y terminada el pasado 2 de diciembre). También es cierto que el número de mujeres aumenta conforme avanzan las legislaturas, debido a las sustituciones, ya que mayoritariamente hay más mujeres que relevan hombres.

En la siguiente tabla se puede apreciar la evolución de la representación femenina en el Congreso del actual periodo democrático

La representación de la mujer en el Congreso no empezó a ser significativa hasta el año 2000, en la séptima legislatura, cuando, por primera vez, se superó el 28% de mujeres en el hemiciclo, coincidiendo con el segundo gobierno del PP, de José María Aznar. Aunque bien diferente fue el gobierno, que sólo tenía 3 ministras de un total de 15 ministerios. El cambio en el poder ejecutivo fue total en 2004, con el primer gobierno del socialista de José Luis Rodríguez Zapatero. Por primera vez en la historia hubo un gobierno paritario: 8 mujeres de un total de 16 miembros, contando el cargo de presidente, equivalente al primer ministro de otros países.

Este récord lo supera el actual gobierno en funciones de Pedro Sánchez, con el 62,5% de mujeres (10 mujeres y 6 hombres), teniendo en cuenta que Margarita Robles ocupa también la cartera de Asuntos Exteriores que ocupaba Josep Borrell, que ahora es el jefe de la diplomacia europea. El gobierno de Sánchez antes del nombramiento europeo de Borrell tenía 17 miembros: 10 mujeres y 7 hombres, lo que representaba el 58,8% de mujeres. En estos momentos, estos excelentes porcentajes sólo son superados por el gobierno de Finlandia, con el 63,1% de mujeres y con la primera ministra de 34 años de edad, la más joven del mundo en ocupar la presidencia de un gobierno.

Hoy día, la asignatura pendiente en España es tener una Presidenta del gobierno, como ya han tenido algunos países del continente europeo como Alemania, Reino Unido, Noruega, Islandia, Finlandia, Rumanía y Serbia. U otros países del resto de continentes como: Namibia en África, Barbados en América, Bangladesh y Myanmar (Birmania) en Asia, y Nueva Zelanda en Oceanía.
A nivel de gobiernos autonómicos, sólo ha habido seis presidentes de las diecisiete comunidades: Andalucía, Baleares, La Rioja, Murcia, Castilla la Mancha y Navarra. Y ninguno en las tres nacionalidades históricas. No ha habido, pues, una lehendakari, ni una presidenta de la Generalitat, ni de la Xunta.
En cuanto a la Mesa del Congreso, el órgano que dirige y ordena los temas y sesiones, en tres legislaturas ha habido más mujeres que hombres entre sus componentes. Y en 4 legislaturas una mujer ha presidido la cámara baja. La primera en hacerlo fue Luisa Fernanda Rudi, del PP. Concretamente, en la séptima legislatura, del 2000 al 2004.

Hasta la duodécima legislatura del 2016 al 2019 no hubo una nueva Presidenta, también del PP, Ana María Pastor. La Presidenta actual es la socialista Meritxell Batet, que repite por segunda vez, ya que también lo fue en la pasada legislatura quiebra.

En la siguiente tabla se puede apreciar la evolución de la representación femenina en la Mesa del Congreso. De los 145 miembros que ha tenido la Mesa del Congreso, ha habido 50 mujeres y 95 hombres, lo que representa un 34,5% de representación femenina.

El Senado vuelve a tener una Presidenta

Una mujer preside de nuevo el Senado, 17 años después de que dejara de hacerlo el anterior. Se trata de la socialista María Pilar Lobo. Es también la primera socialista en presidir la Cámara Alta; la anterior y primera presidenta del Senado fue la popular Esperanza Aguirre, que adquirió la condición a finales de la sexta legislatura, concretamente el 9 de febrero de 1999. Fue reelegida en la séptima legislatura, pero no terminó el mandato, y causó baja el 17 de octubre de 2002 para presentarse como candidata a presidenta de la Comunidad de Madrid.

En el Senado, en ninguna legislatura ha habido más mujeres que hombres entre los miembros de la Mesa, sólo en 3 legislaturas las mujeres han tenido el 43% de componentes de la Mesa.

En la siguiente tabla se puede apreciar la evolución de la representación femenina en la Mesa del Senado

De los 105 componentes que ha tenido la Mesa del Senado, ha habido 23 mujeres y 82 hombres, dato que se traduce en un 22% de representación femenina. Es decir, 12,5 puntos por debajo de la representación de mujeres que ha tenido la Mesa del Congreso.

En cuanto a la representación de la mujer en el global del Senado, contando todas las legislaturas, la media es muy parecida a la del Congreso, situada en las dos cámaras alrededor del 25%. Por tanto, en toda la historia de Las Cortes del siglo XX, tanto en el Congreso como en el Senado, la media del conjunto es de una mujer por cada tres hombres.

La cifra de mujeres más alta en el Senado ha sido del 46,4%, 1 punto por debajo de la más alta en el Congreso. Y también, como ha ocurrido en el Congreso, el porcentaje de mujeres también ha disminuido respecto a la legislatura anterior.

En la siguiente tabla se puede apreciar la evolución de la representación femenina en el Senado del actual periodo democrático

En el Senado, la cifra de miembros no es fija, porque la mayor parte son elegidos por votación de los ciudadanos a nivel provincial y en listas abiertas y la otra parte son designados por los parlamentos autonómicos a razón de un fijo por Comunidad, más uno más por cada millón de habitantes de la comunidad. Esto hace que el número sea variable en diferentes legislaturas.

Falta más legislación para garantizar la igualdad de género

La ley de igualdad impulsada por el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero en 2007 se extendió a la ley electoral que fue reformada el mismo año. Desde entonces, se estableció una cuota de representación en las candidaturas para lograr una composición equilibrada entre mujeres y hombres. La cuota del 40/60 pretendía garantizar un mínimo equilibrio. Lo cierto es que la cuota sirvió para aumentar la representación femenina en la política. Pero, como queda en manos de los partidos la confección de las listas y la interpretación de lo que representa el equilibrio, éste no se cumple del todo.

El equilibrio debería ser el 50%, y nunca menos del 40-45%, pero no todas las formaciones confeccionan las listas electorales utilizando el llamado sistema cremallera. La principal dificultad es que algunas formaciones políticas no aplican la cuota en los puestos de salida, sino en el conjunto de la lista, y esto provoca el desequilibrio, si la mayoría de mujeres han quedado relegadas a puestos de improbable posibilidad de ser elegidas.

En general, los partidos de derechas no contemplan en sus estatutos ninguna medida para garantizar la presencia de mujeres en las instituciones, mientras que sí lo hacen los de izquierdas.

La irrupción de VOX como tercera fuerza política en las Cortes ha perjudicado aún más el equilibrio de género. En el Congreso 52 escaños obtenidos por el partido ultraderechista sólo 14 son mujeres, el 27%.

El PP se ha situado en el 44,3%, con 88 escaños (39 mujeres). Y, la caída de Ciudadanos ha beneficiado en este caso a que obtenga la paridad: de los 10 escaños, 5 son mujeres. El PSOE, además de aplicar el sistema cremallera y contemplar la democracia paritaria, incluye en lista 2 o 3 mujeres seguidas, como ha hecho últimamente. Esto ha servido para obtener la igualdad de género: de los 120 escaños, 60 son mujeres.

Podemos, además del sistema cremallera, modifica la cuota de la ley a un mínimo del 50% de mujeres y sus estatutos establecen que “siempre la mitad de los candidatos deben ser mujeres”. Hecho que ha permitido superar la paridad: los 35 escaños que ha obtenido Unidas Podemos, 18 son mujeres, el 51,4%. Esta cifra es superada por ERC que, con sus 10 escaños, llega al 53,8% de mujeres.

Otros hechos que complican e impiden que la representación de las mujeres en las Cortes sea paritaria son debido al sistema electoral, ya que en las circunscripciones electorales pequeñas sólo tienen posibilidades de salir los cabeza de lista, que en su mayoría son hombres. Habría, por tanto, que promover por discriminación positiva a las mujeres para cabeza de lista y primeros puestos de las candidaturas.

En el caso del Senado es aún más difícil la paridad, ya que en la mayoría de demarcaciones electorales se eligen 3 personas, lo que supone 2 de un género y 1 del otro en las listas. Además, como el elector puede elegir nombres entre las diferentes listas, depende también del ciudadano que pueda haber un mayor o menor equilibrio.

Las cifras demuestran, pues, que todavía queda mucho por hacer para llegar a la igualdad, en la representación y en los cargos de las Cortes. Pero también se necesitan muchas reformas para garantizar la paridad en el resto de Instituciones y en el resto de ámbitos: administrativos, económicos, laborales, educativos, científicos, sociales, deportivos…

El sistema patriarcal ha mantenido y mantiene a las mujeres alejadas de la esfera pública. Por ello, organizaciones como ONU Mujeres, ponen de manifiesto en sus informes anuales que los países que aplican cuotas y sistemas de discriminación positiva son los que más avanzan en garantizar, no sólo la igualdad numérica, sino también la equidad social y política. También ha quedado demostrado que una mayor representación de mujeres en los Parlamentos asegura el avance en las reformas de leyes discriminatorias y un aumento en la inversión en áreas claves como la salud, la educación y la protección social.

Hoy más que nunca los grandes retos de la humanidad y del planeta, cada vez más complejos, necesitan de la participación de las mujeres y de su toma de decisiones, al menos en plena igualdad.

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