
Cuatro muertos y al menos catorce heridos de diversa consideración es el saldo de cuatro accidentes producidos en la zona petroquímica de Tarragona desde mayo de 2019. Por ello, mañana, la sociedad del campo de Tarragona, en especial los sindicatos y los vecinos cercanos a la petroquímica, están convocados a una jornada de huelga y de movilización general. La clave de una coincidencia tan grande es la sensación de inseguridad que tienen los trabajadores de la zona y también los vecinos de los barrios cercanos a una de las concentraciones industriales químicas más importantes de Europa.
El 14 de enero se produjo un accidente en la empresa Industrias Químicas del Óxido de Etileno (IQOXE). De resultas de la explosión murieron dos trabajadores de la compañía y se produjo una tercera muerte en el barrio de Torreforta. Una tapa del reactor que explotó impactó en el domicilio de este tarraconense, situado en el número 7 de la plaza García Lorca. La reacción al siniestro ha sido la que ha causado la insólita donde participarán los sindicatos CCOO, UGT, USO, CGT y I-CSC, además de organizaciones cívicas y sociales del campo de Tarragona.
Todo esto, sin embargo, no habría pasado si el desgraciado accidente no hubiera sido precedido por otros siniestros que han encomendado la sensación de inseguridad a trabajadores, vecinos de los barrios circundantes y también a los pueblos que están al lado de los polígonos petroquímicos.
Los accidentes que han precedido IQOXE
Viernes 31 de mayo de 2019, una explosión en la empresa Carburos Metálicos, de la Pobla de Mafumet, causaba la muerte de un trabajador de 44 años, padre de dos hijos y residente en el barrio tarraconense de l’Albada. Otro trabajador fue hospitalizado en estado crítico. Según se informó, el accidente dejó 13 heridos, incluidos varios bomberos y técnicos de la Generalitat que habían acudido a centro de trabajo después recibir el aviso del accidente.
En julio del año pasado se producía otro accidente: el incendio en la empresa Miasa Logística, en el polígono Entrevies de Tarragona, situado entre la ciudad y Salou. En aquella ocasión hubo suerte y no se produjeron víctimas, aunque a consecuencia del accidente se activó el plan de emergencias químicas (PLASEQCAT).
A mediados de julio se producía otro accidente, en este caso a la empresa Clariant, situada también en el polígono tarraconense de Entrevies. Fue, de nuevo, un incendio en una caldera de aceite térmico. Fue fortuna y no se produjeron afectaciones personales, ni tampoco daños materiales de importancia. Ahora bien, los servicios de emergencia se activaron para que un vecino que pasaba cerca de la fábrica vio el incendio y avisó a los bomberos. Esta circunstancia, más que tranquilizar a los trabajadores, los inquieta, según explicó a Diari del Treball, José Manuel Martín, secretario general de CCOO de Industria de Tarragona.
Confinamiento sin que suenen las alarmas
En enero de 2020 se produjo el accidente más grave de la serie descrita, la explosión a IQOXE, con los tres muerto ya conocidos y la sensación de inseguridad que sintieron los trabajadores de la industria química de Tarragona y también de los vecinos de la zona, que vieron cómo se activaba el PLASEQCAT, se confinaba la población pero, no sonaban las alarmas, mientras una nube química afectaba el lugar.
Martín, líder de CCOO, explica que una de las razones de la retahíla de accidentes que se produce en el área petroquímica de Tarragona “es la visión mercantilista de las direcciones de las empresas que, en lugar de apostar por la seguridad y la excelencia, buscan esencialmente rebajar costes”. Esto “se traduce en recortes en los gastos de mantenimiento y en las inversiones que ayudan a que la producción evite riesgos innecesarios”.
La precariedad laboral genera inseguridad
En el mismo sentido opina Ángel Clúa de la Federación de Industria Construcción y Afines de UGT en las comarcas tarraconenses. “Los accidentes no se habrían producido si no hubieran proliferado tantas industrias auxiliares que asumen buena parte del trabajo que antes hacían las empresas de cabecera. Esto conlleva más precariedad, para que los trabajadores no acaban de especializarse, ya que están una semana en un lugar y al poco en otra empresa, lo que evita que conozcan a fondo el funcionamiento de los procesos de producción y de la seguridad que ello supone”.
Martín abunda en el concepto de externalización. “Las empresas intentan subcontratar muchos de los procesos que antes formaban parte del corazón de su producción”, dice. En este sentido, hay una pelea sorda entre sindicatos y empresas en lo que sería fijar qué partes de la producción pueden subrogarse o no. “Nuestro convenio dice que los trabajos continuadas que duran más de seis meses se pueden subrogar. Por tanto, las empresas intentan estirar los trabajos para tratar de delegarlas a compañías auxiliares”.
En el caso de IQOXE, los trabajadores se habían quejado antes del trágico accidente que los afectó a la gran carga de trabajo que tenían que soportar. “Cuando había alguien enfermo, nos hacían doblar el turno”, explica uno de los operarios. Martín, de CCOO, esgrime que una investigación realizada a los trabajadores dio como resultado que el 98,5% consideraba que en su trabajo había riesgos psicosociales y sólo un 1,5% pensaban que el riesgo era medio bajo. Cuando lo comunicaron a la dirección les respondieron “que era una encuesta y que no era significativa”. De hecho, la empresa accidentada sufrió una huelga justo unos meses antes del siniestro. Los trabajadores denunciaban que habían echado seis compañeros por el simple hecho de presentar una candidatura al comité de empresa.


