Lunes de ruptura

El lunes 27 fue uno de esos días que quedarán marcados en rojo en el extenso calendario de la historia del procés. Si esta vez la cita fue tan relevante, fue porque se ejemplificó de la manera más nítida posible la ruptura interna que sufre el independentismo, principalmente entre las dos fuerzas mayoritarias que lo conforman, ERC y Junts per Catalunya.

Horas antes del inicio del Pleno, el Secretario de la Mesa – con conveniencia del criterio del President del Parlament, Roger Torrent – tramitaba la resolución de la Junta Electoral Central que dejaba sin escaño de diputado del Parlament al Presidente Quim Torra, que continúa siendo el President de Catalunya y lo será de manera provisional, al menos, hasta que el Tribunal Supremo diga lo contrario.

Este hecho escenificó la división de criterios entre los diputados de ERC y de JxCat: los segundos aplaudían de pie la intervención de Torra donde defendía su validez como diputado mientras los primeros se quedaban sentados, en silencio, en sus butacas. Las razones de este distanciamiento se deben buscar en la sempiterna lucha por el espacio político: la vía del diálogo es incompatible con la de la desobediencia simbólica que postulan los post-convergentes.

Así que podemos distinguir en dos estrategias, la “vía ERC” y la “vía Puigdemont”. La primera se caracteriza por la necesidad de acumular fuerzas que hagan posible lo que no fue posible el 1-O; es decir, que el referéndum disfrutara de una legitimidad suficiente que hiciera que aquellos catalanes que decidieron no ir a votar (y que hubieran votado que no) se decidieran a participar de un nuevo referéndum. Esta estrategia – guste más o menos – se sostiene de acuerdo con unos objetivos. En cambio, la “vía Puigdemont” no dispone de ningún objetivo que pueda ser confirmado a posteriori.

Cabe destacar, también de la sesión del lunes, el comportamiento de Ciudadanos. Liberados del discurso de su primera época, cuando pretendían situarse como una alternativa socioliberal a caballo entre el PSC y PP, ahora se presentan, sin rodeos, bajo las formas de la extrema derecha populista.

Roger Torrent tuvo que detener la sesión porque Lorena Roldán primero, y todos los demás diputados después, le llamaban a Quim Torra “delincuente, delincuente”. Aparte de ser mentira – pues aún no hay sentencia firme – la escena montada por la bancada naranja era característica de una derecha como la de Trump o Salvini.

Jordi Turull, camí de la comissió del 155 al Parlament de Catalunya | Pol Rius

 

Martes de unidad

Porque si el lunes fue un día importante en la historia del processisme (etapa histórica marcada por la hegemonía de los partidos independentistas), el martes lo ha sido aún más: por primera vez desde el primero de octubre de 2017, los presos políticos – Oriol Junqueras, Dolors Bassa, Raul Romeva, Jordi Rull y Josep Turull – acudieron de nuevo al Parlament para participar de la Comisión de investigación del artículo 155, que tenía como objetivo analizar los efectos de la aplicación del artículo 155 de la Constitución española en Catalunya: cuáles fueron las causas, la adecuación o no a la ley, el carácter de las medidas adoptadas y sus consecuencias y la valoración de los daños y responsabilidades.

La sesión ha servido para ver de nuevo a todos los presos políticos. Pero, para ellos, además de disfrutar de un permiso para no estar entre rejas, ha sido también una ocasión para fortalecer las estrategias de su partido.

Turull, por ejemplo, ha hecho hincapié en la necesidad de unidad de las fuerzas independentistas. La “unidad” será una de las palabras más repetidas por Junts per Catalunya en los próximos meses, y no para señalar la necesidad de hacerla efectiva (porque ya saben que, finalmente, ambas formaciones han emprendido caminos diferentes), sino para culpabilizar a ERC de que esta supuesta unidad no se pueda llevar a cabo.

Oriol Junqueras, a la sala del Parlament de Catalunya on es desenvolupa la comissió del 155 | Pol Rius

 

Al otro lado de la “unidad” defendida por Turull se debe contraponer el “diálogo” defendido para Junqueras. La comparecencia de Junqueras ha servido para dejar claro, en primer lugar, que él es el verdadero líder del partido, dejando patente que su carisma y capacidad de retórica supera con creces la del Vicepresidente Pere Aragonés.

Si ERC ha tenido dificultades en afirmarse en el argumento del diálogo (en parte, por miedo a las represalias de una parte de su electorado), Junqueras no las ha tenido paso. Lo ha hecho de manera absolutamente desacomplejada, afirmando que estaba “contento de estar aquí [en el Parlament] porque amo el diálogo” o “somos los campeones del diálogo”.

Es decir, que si con la sesión del lunes quedó claro que vamos a ir a elecciones en breve, la sesión del martes sirvió para confirmar cuáles serán las diferentes estrategias: “unidad” vs. “diálogo”.

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