Librería: “Establecimiento donde se venden libros”, según Wikipedia.
Librería: “Espacio de palabra”, “escaparate de cultura”, “centro de agitación cultural”, según los libreros y libreras.
En Cataluña, en 2016, se abrieron 33 librerías y se cerraron 11. En 2017 se abrieron 22 y 6 cerraron… Al contrario de lo que podría parecer en tiempos de ventas en línea, libros electrónicos y audiolibros, aún hay quien apuesta por una de las profesiones más antiguas y prestigiosas, la de vender libros de papel.
Catalunya Plural publicará en los próximos días una serie de reportajes dedicados a las librerías de los barrios de Barcelona. Este recorrido y las conversaciones con las personas que las han creado forman un retablo muy particular. Algunas con 40 años de historia, otros con la pintura de las paredes todavía fresca, pero todas ellas con un objetivo común: reivindicar la profesión de librer@.
Con el local todavía en obras, y una parada llena de libros, el día de Sant Jordi de ahora hace 28 años nacía la Librería Pròleg, apoyada por el movimiento feminista y con la participación económica de un grupo de mujeres “que apostaron por este proyecto político muy potente, sabiendo que no habría beneficio económico sino otro beneficio, humano y cultural”, como le gusta referirse a Àngels Grases, cofundadora de la librería feminista, única en Barcelona en esta especialidad.
Pròleg tomó el relevo de la Sal. Ediciones de las mujeres, la primera librería y editorial feminista en todo el Estado nacida en el Raval en 1978 y que cerraba las puertas en 1990, el mismo año en que se celebraba en las Drassanes de Barcelona la 4ª Feria Internacional del Libro Feminista. “Se montó con mucho voluntariado y entre ellas estaba yo”, recuerda Àngels Grases. “A mí me cogió en un momento en que estaba en paro y me lo tomé con mucha ilusión. Me parecía que había que pagar para estar allí. Si ya tenía conciencia feminista, aquello fue crucial”.
“En la feria me pusieron en el mostrador a atender al público y la gente preguntaba por la librería de mujeres, dando por entendido que ya existía. Les teníamos que decir que no había ninguna y les extrañaba, porque en ese momento las librerías eran espacios muy importantes para las mujeres dado que no había centros de planificación, no había nada. Las librerías informaban sobre el aborto, planificación familiar, canguros… Había librerías de este tipo en toda Europa, incluso en Madrid”, reivindica Àngels Grases.

A los pocos días le llamó una amiga proponiéndole montar una librería. “Yo venía del mundo administrativo y comercial. No tenía ni idea de libros, era solamente una lectora”. Pero eso no es del todo cierto, pues ya tenía inquietudes culturales, había montado tertulias y una asociación cultural. “Me gusta decir que puse la librería a los 50. Los 50 son el momento de cambio”, apunta Àngels Grases, que a pesar de no saber de libros se postulaba ya como una comerciante con pedigrí, a quien le gustaba tratar con el público.
“Yo nací detrás de un mostrador. En casa teníamos comercio y mi madre siempre lo explicaba, tenía mi sillita bajo el mostrador y me balanceaba con el pie mientras despachaba. Me gusta mucho esta imagen. Mi madre era muy fantasiosa, me gustaba mucho cómo me contaba las cosas”, explica como si de una historia extraída de un cuento se tratara.
La librería Pròleg abría las puertas en la Calle de la Vegueria, en el Gótic, oficialmente el 22 de mayo de 1991. Una librería preciosa, comenta con añoranza. Bien recibida por las mujeres, el movimiento feminista, la prensa… “Arrancamos muy bien, pero me falló la socia. Entonces yo me arremangué y me dije: ‘Yo esto no me lo puedo perder, aquí tengo todo mi dinero. Y me espabilé. Nuria, mi hija, me venía a echar una mano “, recuerda hablando de Núria Monrós, que es ahora la directora.
“Hay una visión de la librería muy romántica: es muy bonito vender libros, te pasas la vida leyendo… Y eso no es verdad … eso yo lo sabía porque nunca desvinculé el comercio de la librería, que es un negocio y debe funcionar económicamente, no puedes fantasear. Tienes que ser realista, estás vendiendo libros, no zapatos, y aunque el proyecto político que suponía Pròleg era muy potente, la economía siempre iba floja… Es la economía circular: el dinero entra y sale, te ha de dar para vivir, que es lo que yo pretendía”, comenta Àngels Grases, que reconoce que se apuntó al proyecto con la condición de no tener que ocuparse de los números … “Y no he hecho más que números”, recuerda entre risas.
“Cuando se nos acabó el contrato no nos lo renovaron y nos encontramos prácticamente en la calle. Hicimos un llamamiento, organizamos una fiesta, recogimos dinero para el traslado… todo el mundo respondió y encontramos este local”, explica como si enumerara los hechos. La Pròlog abría de nuevo sus puertas en la calle Sant Pere Més Alt, 46. Una entrada poco usual y poco práctica para un comercio, en este caso para una librería, ya que no está a pie de calle. “Los transeúntes no entran, pues lo confunden con una biblioteca”.
Su interior es acogedor, bien iluminado. Justo al entrar, a mano izquierda junto a la pared, un mostrador, como de recepción de hotel, con un libro de visitas donde se pueden leer dedicatorias de mujeres venidas de todo el mundo. Alzas la vista y a la izquierda, derecha y el centro, te rodean libros, libros de mujeres, escritos por mujeres. Al fondo, unas cortinas rojas separan la librería de un espacio donde hoy un grupo de mujeres ensaya flamenco. Se trata de la profesora de flamenco de la escuela de enfrente, que acaba de ser desahuciada…, pero eso ya es otra historia.

La Pròleg empezaba de nuevo y en primer lugar tenía que ser la librería del barrio. A pesar de ser una librería muy especializada, con clientela fija y fiel, trabajan mucho por encargo. Es una manera de hacer vecindad. “Esta calle y Sant Pere més Baix son las más caras de Ciutat Vella, estamos manteniéndonos pagando un alquiler que no corresponde por el negocio que es. Nosotros nos hemos salvado por la especialización, si no ya no existiríamos… Quizás ahora, pasado Sant Jordi, hagamos un giro, dinamizando más el espacio. Tenemos algunas ideas que estamos trabajando”, comenta como si estuviera dando una primicia…
Àngels Grases explica como trabajan con las clientas fijas. “Ellas pagan una cuota mensual de 15 euros. Cada una tiene una ficha, que firman cada vez que vienen a por un libro. Pueden venir a comprar sin dinero, o enviar a sus hijos o familiares, es una tranquilidad y comodidad”.
“Nosotros no hacemos descuentos, por principio y por ética. Hacer descuentos es hacer un agravio a la cultura. Cuando vas a comprar unos zapatos no pides un descuento y eso que ganan mucho y aquí sólo ganamos un 30 % por cada libro vendido”.
El perfil de clientes de la librería va cambiando. Ahora toman el relevo las hijas, las nietas, también mucha gente joven y hombres, de cuarenta años aproximadamente, que compran libros para su pareja, pero también hombres jóvenes que entran a buscar libros para ellos. “Quieren saber qué es esto del feminismo, no se lo ha explicado nadie. ¡Pero si no nos lo han explicado ni a nosotras!”, exclama Àngels Grases con los ojos bien abiertos y un tono reivindicativo y simpático a la vez.
“A pesar de que en la adolescencia desaparecen, los jóvenes vuelven a partir de los 20. Hay un público de 20 a 25 años. Los hombres jóvenes compran más ensayo y les recomiendo también las clásicas “, dice.
A la hora de escoger los libros, nos guiamos por la editorial, puntualiza Àngels Grases. Cuando es una traducción, por el nombre de la traductora. Las traductoras mayoritariamente son mujeres, pero no siempre. Àngels Grases pone como ejemplo La Habitación Propia, “que fue traducida por Borges y todas la alabaron mucho, hasta que más tarde la catedrática de Historia Milagros Rivera, una feminista de la diferencia, la tradujo con perspectiva de género y no tiene nada que ver, es otro libro y lo hemos vendido muchísimo”.
“Se vende más en castellano que en catalán, y no es por las traducciones, al contrario, ahora este hecho ya se considera un sello de calidad. Por ejemplo, el Club Editor ha sacado Qui et penses que ets, de Alice Munro, en catalán, y la traducción (de Dolors Udina) aparece en la cubierta”, explica mostrando un ejemplar. “Hay gente que compra también por la edición, el tacto, incluso el papel.”

“La necesidad de tocar el libro, hojearlo, es quizás lo que puede frenar lo que ya se ve venir, la competencia directa y feroz de Amazon. “Hace dos meses que ha bajado la venta. Amazon ha afectado a todas las librerías y más que afectará, porque la gente se vicia. Te lo llevan a casa, además con descuento, y lo tienen todo. Si esto sigue así -comenta con tono preocupado- se perderán estos espacios de encuentro, que hacen ciudad, que hacen barrio”.
“El mundo de la librería como tal es un sector muy cerrado y bastante desleal”, recrimina Àngels Grases. “Hay mucha competencia. A nosotros nos hubiera encantado que así como se han abierto tres librerías pequeñas, que hubieran venido aquí y hubieran dicho: “Queremos abrir un espacio que vaya por esta línea. Y si hubiera sido así, yo les regalo la librería. Cuando abrí fui a ver todas las librerías y a hablar con todas las que pensaba que me podrían ayudar. Aquí no ha venido nadie, ni siquiera del Grau de Llibreria”.
“Mi consejo sería que no fueran generalistas, que se especializaran y buscaran una buena ubicación, mejor en el centro de la ciudad, para poderla tener siempre presente y que esté en su trayecto cuando salen a comprar o pasear”.
El tono de Àngels Grases sigue siendo reivindicativo, al que añade un apunte en clave de futuro inmediato. “Estas mujeres jóvenes, que tienen interés por la lectura, deben reinventarse, convertirse en escuela de feminismo, espacio de debate, que hagan red, que internacionalicen…
Cuando acaba la conversación, Àngels reflexiona: “Estamos a punto de celebrar Sant Jordi, mi hija Nuria cumplirá 55 años por Sant Jordi, y yo me casé también un 23 de abril”. Y además este Sant Jordi la Pròleg se plantea dar un giro. “Pròleg es el comienzo de una buena obra, algo nuevo que decir”, concluye.
Las recomendaciones de Librería Pròleg
- Verd aigua, de Marisa Maried, de la Editorial Minúscula, definido por la crítica italiana como un pequeño clásico contemporáneo.
- Yo voy, tú vas, él va, de Jenny Erpenbeck, una novela sobre la crisis de los refugiados.
- Permagel, de Eva Baltasar, del Club Editor, que ya va por la 7ª edición.


