Mame Mbaye era un compañero de 35 años. Senegalés como nosotros, trabajaba en la venta ambulante con su manta, como nosotros. Llevaba catorce años residiendo en España, como muchos de nosotros, y no tenía papeles, como la mayoría de nosotros. Él, por desgracia, no tuvo tanta suerte como nosotros y ayer perdió la vida tras correr delante de la policía.

La actuación policial fue la responsable directa de su muerte y es extraño que el acoso en la calle no provoque todavía más situaciones tristes como la que vivimos la tarde de este jueves. Pero hay un responsable superior a la policía: la Ley de extranjería, y el gobierno y las instituciones que la aplican. Su racismo es el asesino. Su racismo hace que seamos siempre ilegales a ojos del sistema, que seamos delincuentes.

Mame era una persona más que inmigró para ganarse la vida con su trabajo –insisto– como hacemos todos. Él no cometió delito alguno, pero la policía le acosaba cada día. Como a tantos otros. En Madrid, en Barcelona, en Valencia… En todo el territorio.

El Ayuntamiento de Madrid ya ha anunciado que iniciará lo que llama una investigación rápida. Cuando poco tiene que investigar. Habla de que se hará justicia. Pero, ¿cómo podemos confiar en su justicia? Una justicia que ampara leyes discriminatorias como la de Extranjería que condena a las personas, refugiadas y migrantes, a vivir sin poder trabajar regularmente, que las margina socialmente, que les impide reagrupar a su familia, y que les priva de un techo y de sus legítimos derechos.

Solo podemos confiar en nuestras propias fuerzas, en la movilización de toda la sociedad. No es solo solidaridad. Si los inmigrantes ven cada día pisoteados sus derechos, la sociedad entera carece de derechos y no puede considerarse ni justa, ni libre ni democrática. La vida mantera importa. Mame Mbaye era como nosotros. Como tú. Y este viernes nos manifestaremos por él, porque sobrevivir no es delito.

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Miembro del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes de Barcelona.

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