No habrá lugar para la sorpresa: este martes morirá la propuesta de Ada Colau de conectar los tranvías por la Diagonal. Un pleno extraordinario, después de que la alcaldesa suspendiera el del pasado 23 de marzo por el exilio de Marta Rovira, formalizará el fallecimiento de una de las políticas estrellas de movilidad del Gobierno de los comunes.
Y lo hará por un choque político: ERC ve un “cheque en blanco para favorecer un tranvía privado” en el protocolo de BComú –consensuado con la Autoridad del Transporte Metropolitano (ATM)– que debería definir la conexión y ha negado en las últimas horas la voluntad de la formación de Colau de revisarlo.
Varios agentes sociales, como la Confederación de Asociaciones de Vecinos de Catalunya (CONFAVC) están a favor de la conexión, y de hecho la alcaldesa Ada Colau se ha hecho fuerte en este aspecto para reclamar a Esquerra un ‘sí’ a la obra, de alcance metropolitano (conectaría nueve municipios). Una de las plataformas que más presión ha ejercido para garantizar los tranvías por la Diagonal es Unim els Tramvies. Uno de sus miembros, Ricard Riol (Tarragona, 1982), presidente a su vez de la asociación Promoció del Transport Públic, destaca que “la excusa” sobre el modelo de ERC no se aguanta. “La conexión introduce tantos cambios en la explotación que permite a la administración pública recuperar posiciones”, sostiene.
Riol tiene claro que si el tranvía se atasca en la ciudad es por una cuestión puramente política: “Nunca ha habido una infraestructura de transporte tan estudiada, tan revisada, y por tantos agentes diferentes”. El portavoz pide una política valiente y que se priorice el derecho a la movilidad sostenible por encima del coche, un cambio de usos de un alto coste político. “La conexión del tranvía es una apuesta por la movilidad de todos y no sólo de unos pocos que han controlado las calles como si fueran suyas”.
Como último recurso, la CONFAVC pidió el pasado viernes un acuerdo de mínimos que desencallara la situación de la conexión del tranvía por la Diagonal. ¿Están de acuerdo?
Sí, evidentemente. Hay una mayoría de concejales en el pleno que están de acuerdo en que se deben unir los tranvías. Y el camino más racional para hacerlo es la Diagonal. Hay más cosas que nos acercan a esta solución que no nos separan…
La CONFAVC apostaba por dejar de lado el detalle sobre cómo conectar el tranvía y asegurar primero el acuerdo. ¿No hay que hablar de modelo de gestión y de financiación?
Está claro que hay que hablar de modelo gestión pero también se debe tener en cuenta que sólo la conexión permite cambiar este modelo. Si no hacemos nada lo que tendremos es una empresa con derechos de concesión hasta 2032. La conexión introduce tantos cambios en la explotación que permite a la administración pública recuperar posiciones. Es contradictorio apelar a un cambio del modelo de gestión y no permitir la conectividad del tranvía. Al final lo que conseguirán es que no tengamos los tramos conectados y tampoco revertido el modelo de gestión actual. Es como si alguien estuviera bloqueando la llegada del metro a la Zona Franca porqué los túneles están gestionados privadamente por unas concesiones. Imagine alguien que por estar en contra de este modelo, que es el peor de los posibles, está claro, bloqueara el derechos de movilidad de los vecinos de la Zona Franca. Pues lo mismo.
¿Unim els Tramvies ve el protocolo del Gobierno “un cheque en blanco para favorecer un tranvía privado”, como critica ERC?
Este protocolo es el primero de la historia que sobre una concesión que aún no está caducada prevé incrementar el peso público. Esta es una excusa que no se aguanta. No es un convenio de BComú, sino del Gobierno de Barcelona y la ATM y, por tanto, de la Generalitat, que tiene presencia del 51% en el organismo. Estamos ante un convenio que la máxima crítica que puede recibir es que no se pueda llegar a cumplir del todo. Pero ante ello se puede parar en cualquier momento, no es irreversible este protocolo, ni un cheque en blanco.
Ante la falta de consenso, ¿podría alargarse el debate sobre la conexión hasta junio?
Hemos estado debatiendo sobre esto lo que no está escrito. Nunca ha habido una infraestructura de transporte tan estudiada, tan revisada, y por tantos agentes diferentes. Ahora lo que hay es un acuerdo definitivo. Y es el momento.
¿Y si no se llega a este acuerdo?
Esperar más no nos aportará más información ni un mejor plan de financiación. Ya se ha conseguido que la inversión, al ser pública, se quede en el sector público; esto está en la propuesta de convenio. Ya no se puede estirar más todo ello, el siguiente paso sería una expropiación forzosa que no aportaría mejora el transporte público para que supondría gastar 400 millones de euros como anticipo de beneficio a un privado. Hay un desbloqueo político. Nosotros encontramos muy correcto que haya una inversión pública, que el incremento vaya a la parte pública y que una parte del tranvía pase a empresa pública. Y que el 2032 todo pase a manos públicas.
Antes del pleno del 23 de marzo, que resultó suspendido, se propusieron para liderar un acuerdo político. ¿Siguen haciendo gestiones en el mismo sentido?
El problema es que en el acercamiento a los partidos hace tiempo que no hay respuesta por parte de los que pueden desbloquear esto. En la última convocatoria de Unim els Tramvies, que pretendía comprobar las dificultades de velocidades que tienen los buses en la Diagonal, no quisieron venir ERC, CUP, Ciutadans, PDeCAT o PP… Nosotros no podemos hacer más con unos partidos cerrados en banda por sus líderes. Estas mismos partidos en el Parlamento, y en el resto de municipios metropolitanos, están a favor de la conexión. Estamos ante un problema de determinados liderazgos del Ayuntamiento de Barcelona. Y quien tiene derecho a decidir sobre ello es el área metropolitana entera… Del mismo modo que L’Hospitalet no puede decidir sobre las Rodalies en solitario.
¿Barcelona está atascando una política de beneficio metropolitano?
Obviamente Barcelona debe participar en la decisión sobre el tranvía. Pero debe hacerlo trabajando en el encaje urbano del proyecto, no en el bloqueo. Y más cuando estamos ante una infraestructura amable porque aporta zona verde, mejores aceras, más seguridad para el tráfico, más carril bici… La conexión por tranvía dará accesibilidad y calidad de vida urbana, por lo que aún se entiende menos el bloqueo.
Se ha hablado de alternativas al tranvía. Un autobús como el D30, por ejemplo.
El D30 no es más que una excusa. Ya tenemos un bus que hace casi toda la Diagonal. Un bus no cambiaría la realidad del transporte público actual en la segunda avenida metropolitana más importante: el bus acabará colapsando e irá entre 8 y 10 km por hora. Unas baterías eléctricas como las del D30 no cambiarán la realidad de unos vehículos pequeños, acumulados uno detrás del otro y que se autocolapsarán entre ellos. Como ahora, que van a unas velocidades mínimas. El tranvía duplicaría la velocidad y sobre todo la capacidad, y daría conexiones metropolitanas que el bus no consigue. Si todo va mal y se termina haciendo este autobús, en un tiempo la gente caerá del nido y todo el mundo se dará cuenta de que el problema sigue igual.
No es la primera vez que en Barcelona el tranvía se estanca por cuestiones políticas. ¿Por qué ocurre?
Este proyecto está tocando poder fáctico en la ciudad. Está replanteando la prioridad del vehículo privado. Está moviendo agentes dentro de una avenida que se ha gobernado como si fuera de poca gente y que ahora se le está reclamando un cambio de usos muy importante. El tema es que se están tocando muy intereses.
¿La guerra contra el coche sale cara?
En el momento en que se cambia el statu quo de una red viaria pensada para el automóvil, y para conectar ciertos barrios de la ciudad… Se ve cómo se están tocando sensibilidades. Y eso que sólo se quita un carril por sentido en la parte más estrecha y en cambio se duplica el transporte público. La conexión del tranvía es una apuesta por la movilidad de todos y no sólo de unos pocos que han controlado las calles como si fueran suyas. Pero este cambio requiere de valentía política. Desgraciadamente Barcelona lleva más de veinte años haciendo el ridículo en este tema y le han adelantado por la izquierda y por la derecha todo tipo de ciudades europeas.


Catalunya Plural, 2024 