Tienen el mismo dilema. El de decidir entre Barcelona y la política. O entre las emociones de los suyos y los intereses de la ciudad. El que lo tiene más difícil, por el momento, es Ernest Maragall. Carece de argumentos para negarse a encabezar el tripartito que le propone Ada Colau. Quiero decir de argumentos propiamente barceloneses. Su negativa se basa en razones de política nacional, quebrando de este modo una de las reglas de los pactos municipales: poner la ciudad, y sus intereses por encima de las luchas políticas que se dan en otros ámbitos.
Conozco el argumento: la situación es excepcional, por los presos, por el juicio, y por lo que pasó (el 155). Pero si la excepcionalidad es tanta, ¿cómo es que Junqueras le tiende la mano a Sánchez y Aragonés propone diálogo al gobierno central? Algo no cuadra. Si los socialistas son tan malignos, ¿qué es peor, entenderse con ellos para gobernar Barcelona o para buscar una solución al conflicto catalán? Es más, ¿un acuerdo sobre Barcelona impide lo otro o puede facilitarlo?
La historia de los pactos municipales esta llena de acuerdos con el diablo. ¿Por qué no, entonces, un tripartito con el PSC y con los Comunes? Dependerá supongo del programa. Nadie habla del programa. ¿Acaso depende de las elecciones autonómicas, que están a la vuelta de la esquina? Si al final prevalece la lógica excluyente de la política catalana y Maragall rechaza la oferta, el problema, lo tendrá Ada Colau si aspira a la alcaldía, como parece. Tendrá que explicar que se puede gobernar con Collboni, un sapo que sus seguidores parecen dispuestos a tragar, y tendrá que mirar para otro lado cuando algunos concejales de Valls le den su voto.
Si hace como Maragall y antepone la ética, o el temor a unas autonómicas, no será alcaldesa. Si acepta, los independentistas montaran un pollo y algunos de los suyos pondran el grito en el cielo. Pero gobernará. Podrá cambiar las cosas que sólo pueden cambiarse en un segundo mandato. Y desde la Casa Gran podrá influir mil veces más y mejor en el diálogo para solucionar el conflicto político catalán.


