Ahora que se cumplen 90 años de la Exposición internacional de 1929 es buen momento para anotar algunos aspectos oscuros de un evento que casi siempre se recuerda con carácter festivo y aires de grandeza que enriqueció Barcelona. La ciudad recibió una gran inversión pública y se hicieron grandes obras, como la propia exposición, el metro o la urbanización de la plaza España. Miles de personas vinieron a la ciudad atraídas por la oferta de trabajo y la ciudad superó el millón de habitantes. Como Barcelona no se preparó para esta avalancha, muchos de los recién llegados terminaron en las barracas de Montjuïc y de otras partes de la ciudad.

Barcelona quedó endeudada por muchos años, concretamente hasta que los responsables de las finanzas municipales comenzaron a preparar los Juegos Olímpicos de 1992 y comprobaron con horror que aún se estaba pagando la deuda de la Exposición de 1929. Durante algunas décadas, los ciudadanos de Barcelona, ​​cuando iban a echar una carta al correo, debían añadir un sello extra que servía también para pagar la deuda de la ciudad. Y hablamos de una época en que el servicio de correos era vital y no tenía todas las alternativas que tiene ahora mismo con la sociedad conectada.

El balance final del coste de la Exposición de 1929 y lo que terminaron pagando los ciudadanos simplemente no se conoce, porque no hay una investigación independiente que se haya ocupado de ello. No hay ningún libro sobre este evento, excepto un estudio sobre la dimensión estética de la arquitectura de la Exposición. Así se mantiene el secretismo con que la dictadura de Primo de Rivera gestionó las cosas en un país en el que la prensa estaba sometida a censura previa.

Cuando la censura se levantó, poco antes de las elecciones de 1931, se empezaron a exigir cuentas y responsabilidades. El diario El Diluvio inició una recogida de firmas para exigir que los miembros del gobierno monárquico pusieran de su bolsillo el dinero que hacía falta para tapar el agujero que en aquellos momentos se calculó en 500 millones de pesetas. Reunieron treinta mil firmas de ciudadanos en quince días, pero la iniciativa murió allí mismo.

Poco después, el mismo diario puso al descubierto una operación municipal para repartirse entre altos funcionarios el dinero de la venta del pabellón de Italia. El Ayuntamiento obtuvo 140.000 pesetas por esta construcción y el dinero fueron a parar a Carles Buïgas, el autor de la fuente mágica, y Nicolau Rubió i Tudurí, director de parques y jardines, cada uno de los cuales se embolsó 40.000 pesetas. Las vergüenzas de la administración municipal quedaron así al descubierto y se argumentó que los funcionarios no habían cobrado nada extra por su trabajo en la Exposición. Buïgas llegó a decir que el diseño de la fuente mágica merecía 300.000 pesetas de retribución y que se quedaba muy corto.

El edificio de la Casa de la Prensa es de aquella época, fue el centro de prensa para los periodistas que vinieron a Barcelona cubrir la Exposición. Los responsables prometieron a los periodistas que el edificio sería para la profesión, pero lo incumplieron. De hecho, la administración de la Exposición y el Ayuntamiento se pelearon por este edificio hasta el punto de levantar acta notarial el día que se enfrentaron en la calle cuando los empleados municipales pretendían entrar con su mobiliario.

Estas y otras informaciones se pueden ver en la exposición que se ha preparado en la Casa de la Prensa para celebrar estos 90 años. La exposición muestra algunas de las imágenes menos conocidas del certamen, como la del funicular que facilitaba el acceso al Palacio Nacional o la del pabellón de Tabacos de Filipinas, que ahora es la escuela de educación infantil Forestier.
También se recogen algunas frases del vecindario del Poble Sec, que se reunió para evocar los recuerdos familiares de la Exposición. Algunos, como Ferran Lapiedra, son hijos de trabajadores de la Exposición. Ferran aún lleva en la muñeca el reloj de oro que su padre se compró con el dinero que ganó trabajando en las obras del Estadio Olímpico.

La Exposición consta de 10 paneles de gran tamaño con numerosas fotografías, documentos y recortes de artículos. Se podrá ver en la Casa de la Prensa el jueves 19 de diciembre a las 18h y cuando haya alguna actividad, pues el edificio aún, rehabilitar y sólo se hacen actos puntualmente en una sala habilitada por el Ayuntamiento. La gestión de este espacio está en manos de la asociación Casa de la Prensa, de la que forma parte la Fundación Periodisme Plural.

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Periodista i historiador

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