Laia Ventura trabajaba como enfermera en el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona antes de la pandemia del Covid-19 y, a finales de marzo del 2020, pasó del área de hospitalización al llamado Pabellón Salud, un espacio destinado a atender a pacientes con coronavirus. “El trabajo en equipo fue la clave. Todo el mundo estaba dispuesto a ayudar y eso facilitó mucho la adaptación. Además, los pacientes estaban muy agradecidos”.
Pocos días después de que Laia se incorporara al Pabellón Salud, ingresó un señor mayor que se llamaba José y que era amable y hablador. “Recuerdo a los pacientes adultos de edad avanzada por todo el tema de la tecnología, no tenían demasiado sistema para conectarse con el exterior. Si tú o yo hubiéramos estado ingresadas, hubiéramos tenido un móvil, una tablet o un ordenador, hubiéramos estado conectadas, a pesar de que la experiencia de estar sola es muy dura”.
Precisamente, una de las tareas de enfermería era cuidar la parte más emocional y psicológica y echar una mano a las personas mayores para que llamasen a sus familias, ya que no podían entrar visitas. De hecho, surgió la campaña ‘Tablets para los enfermos del Hospital Universitario Vall d’Hebron’ que supuso la donación de 400 dispositivos con el objetivo de que las personas ingresadas pudieran comunicarse con el exterior y estuvieran más entretenidas. “Vi este cambio de era de tecnología y no tecnología”, recuerda Laia.
“José tenía un móvil antiguo. Llamaba a su mujer y a su familia habitualmente. Un día, nos dijo que le habían llamado y le habían dicho que su mujer había ingresado en el Vall d’Hebron, pero no sabía nada más, y estaba intranquilo. A partir de ahí, todo el equipo se movilizó. Confirmamos que el motivo era el Covid y decidimos trasladarla para juntar a la pareja”. Esto ocurrió a principios de abril, coincidiendo con Semana Santa.
“En el momento en que supimos que la podíamos trasladar, pensamos en darle una sorpresa a José, también para animarlo, para buscar un punto de sonrisa a pesar de la situación, que fue muy dura. No le dijimos nada, y todo el rato un equipo profesional sanitario hablaba con el otro para organizarlo”.
El reencuentro
Cuando Laia supo que María estaba de camino a la habitación de José, le dijo que tendría una compañera muy guapa que se llamaba María, y cuando la camilla entró por la puerta, exclamó: “¡Pasad a María, que la tenemos que ver!” “¿Mi María?”, preguntó José, totalmente incrédulo. “¡Tu María!”, confirmó Laia. Y todo el mundo aplaudió.
José y María se miraban y se enviaban besos. Cuando colocaron las camas una al lado de la otra, se cogieron la mano. “Estaban cogiditos. Externamente, daba esa situación de apoyo, de ‘saldremos adelante’”. A pesar de estar en observación, a pesar de necesitar oxígeno y a pesar de que el mundo estaba revuelto por un virus, José y María no dejaban de sonreír.
La pareja telefoneó a la familia para explicarles que estaban bien y que estaban juntos. “Fue un momento de felicidad. El Covid nos trajo mucha dureza, y mucho dolor desde el ámbito asistencial, y personal, porque cuando llegabas a casa no sabías qué hacer, si ducharte o no, si tocar a los tuyos o no. No sabías qué pasaría, cómo avanzaría…”.
Laia entonces no era consciente de que alguien del equipo estaba grabando el reencuentro; de hecho, no recuerda quién lo hizo. Vio las imágenes tiempo después, cuando le pidieron permiso para salir en las redes sociales.
El José i la Maria van ser sorpresos pels professionals de Vall d'Hebron. Després d'haver ingressat en dies diferents i estar en edificis separats, el matrimoni es va reunir de nou gràcies a la coordinació entre els equips
Així va ser l'emotiu retrobament! ❤️ #AjudemElsHerois pic.twitter.com/vXHTK0jVnZ
— Vall d'Hebron (@vallhebron) April 24, 2020
“También salieron muchos videos de cuando dábamos una alta y aplaudíamos, pero no es lo mismo que vivirlo. La sensación era de reconstrucción del corazón. Cada cual lo ha vivido a su manera. Sabes que la experiencia es dura, pero cuando la vives, la sientes en el corazón. Ver que hay gente a la que le estás dando el alta y se encuentra con su familia, que ya no está sola, ver la sonrisa de los pacientes, son momentos de paréntesis dentro del Covid”.
Apoyo emocional
Tesoros como estos son los que Laia guarda de aquellas semanas durante la primera ola del Covid. “Cuando estás, tienes las emociones a flor de piel. Poder vivir un alta o un reencuentro es muy satisfactorio”. José y María también se fueron entre los aplausos de todo el equipo y, poco después, en mayo, Laia dejó el pabellón y se incorporó a pediatría, área en la que continúa en el Hospital Vall d’Hebron.
José y María no fueron la única pareja que compartía habitación, pero sí la que Laia recuerda mejor y con la que creó más vínculo. Del mismo modo, perduran la alegría de los aplausos cuando los pacientes se iban a casa. Y está convencida de que todo esto no fue fortuito: “El trabajo en equipo, la coordinación, el apoyo emocional en el día a día, eso me lo llevo como recuerdo positivo”.


