“Yo seré el último”. Juan, que hace 36 años que vive en la finca de Entença 151, en la izquierda del Eixample de Barcelona, es el único de sus vecinos que tiene contrato indefinido. Por eso tiene claro que a él la presión para que se marche de su piso de alquiler le llegará más tarde. Quizás por este motivo atiende a los medios sin manías y coge el megáfono firme para denunciar la situación de mobbing inmobiliario que él y doce familias del bloque sufren desde el mes de noviembre pasado.
Si bien no todos se ponen ante las cámaras como lo hace Juan, los vecinos se han unido para defender su hogar frente a la nueva propiedad, y lo han hecho con todo tipo de acciones. Como muestra de este poder de movilización, Entença 151 ha protestado este jueves por la tarde ante la sede de la sociedad inmobiliaria francesa Abeille, la empresa que ha comprado su edificio entero y que –según denuncian los mismos vecinos– los presionan “con todo tipo de métodos” para que se marchen.
Hartos de estas presiones, que incluyen la contratación de una persona que les exige día a día a las puertas de la finca que dejen su alquiler, se han plantado ante la sede de la empresa en la calle Valencia con el objetivo de entregar una carta donde piden negociar para que no se rescindan dichos contratos. La entrega, sin embargo, no ha sido posible porque, mientras empapelaban el vidrio del local con pancartas que dictaban “Abeille especula y expulsa los vecinos”, la empresa les ha bajado la persiana metálica.

La concentración ha contado con la presencia de algunos de los vecinos afectados, de miembros del Sindicato de Inquilinos y también de la Red de Vivienda Izquierda del Eixample. Han sido unas pocas decenas de personas. Pero han contado con la compañía de hasta seis unidades de los Mossos y de la Guardia Urbana.
La policía ha esperado precisamente hasta el final del parlamento de Juan, que alentaba a la empresa a negociar con los vecinos para acabar con las protestas, para pedir los documentos de identidad a los diferentes participantes de la protesta. Finalmente no se ha producido ninguna identificación.
Al mismo tiempo que se producía la manifestación en la calle, algunos de los vecinos se reunían con el Ayuntamiento de Barcelona, con quien los inquilinos también buscan una solución. Lejos ya de la sede de la Abeille, Juan confesaba: “El Ayuntamiento nos dice que no tiene dinero y cuando le pedimos que ejerza la opción del retracto nos cuenta que si lo hiciera, la propiedad los demandaría por daños y perjuicios” . Para él la solución es clara. “Si el Ayuntamiento negara los permisos de obra, se acabaría la especulación”, zanja.
Aún no ha terminado de pronunciar las palabras cuando, de fondo, llegan los vecinos que estaban reunidos con el consistorio. Y lo hacen con la cabeza baja. No se ha logrado nada todavía. Pero aseguran que seguirán con la protesta, y con las conversaciones, hasta que alguna vía dé frutos. La denuncia de Juan y del resto de vecinos de Entença 151 no es nueva en Barcelona. Hay muchos otros edificios en otras zonas de la ciudad que han sufrido las consecuencias de las denominadas compras verticales. Leiva 37 o Lancaster 9 son ejemplos. Entença 151 se suma a la batalla.