El fin de semana ha sido intenso en las calles. La indignación por el encarcelamiento de cinco exconsellers el viernes y la detención en Alemania del president cesado por el 155, Carles Puigdemont, ha encontrado su traducción en numerosas manifestaciones a lo largo del territorio catalán. Las marchas en Barcelona han sido especialmente intensas, con varios choques entre policía y manifestantes, contenedores ardiendo y múltiples episodios de cargas, que han dejado 100 heridos leves (23 agentes de los Mossos d’Esquadra), e imágenes controvertidas que diversas entidades ya han denunciado: furgones a toda velocidad, porras golpeando en la cabeza, uso “intimidatorio” de las escopetas de balas de goma o “asedio” a la prensa.

La actuación de la Brigada Móvil (Brimo) de la policía catalana ha provocado el rechazo de colectivos como Irídia, centro por la defensa de los derechos humanos en Barcelona, Novact, organización miembro de Defender a quién Defiende y SomDefensores, y el Sindicato de Periodistas de Catalunya. Pero también ha activado a instancias como el Síndic de Greuges (defensor del pueblo catalán), que este lunes anunció que iniciaría una investigación de oficio tras recibir múltiples quejas sobre la actuación policial.

Las protestas del viernes y el sábado ante la delegación del Gobierno en Barcelona, convocadas por los Comités en Defensa de la República (CDR), resultaron las más tensas: los manifestantes hicieron presión ante el cordón policial en varias ocasiones, usaron botes de humo y hubo puntuales lanzamientos de objetos, que fueron contestados con múltiples y contundentes cargas por parte de la policía. En esas cargas se vieron de nuevo a los agentes golpear a los manifestantes con la porra en la cabeza, con movimientos descendentes y muy por encima de la cintura (límite que marca el protocolo de actuación policial).

“Está doblemente prohibido por los protocolos de la policía ese tipo de acciones: no se puede golpear con la porra por encima de la cintura y mucho menos en una parte sensible como la cabeza”, denuncia la abogada de Irídia, Carla Vall.

Cuando las manifestaciones fueron perdiendo músculo, los agentes dispersaron a los concentrados. Lo hicieron de la forma convencional, cargando para disolver los núcleos, pero también empleando una técnica algo más –añade Vall– “llamativa, excesiva y peligrosa”: los furgones de la Brimo se convirtieron en coches de competición, a toda velocidad por las calles de la ciudad, pobladas de manifestantes. Vall lamenta el vació legal que existe en el uso de los vehículos antidisturbios pero denuncia con firmeza que la acción incumple con los criterios de “proporcionalidad e integridad”. Testimonios de las concentraciones del domingo aseguran que en varias ocasiones los coches pararon “a un metro de los manifestantes”. Durante las disoluciones, los agentes también persiguieron a los manifestantes a pie, incluso hasta dentro de los bares que les servían como refugio.

Las concentraciones del fin de semana también volvieron a sacar a la calle las escopetas de balas de goma. Si bien los proyectiles están prohibidos en Catalunya, el arma que se utilizaba para dispararlos sigue campando a sus anchas: los Mossos d’Esquadra las utilizan para lanzar “salvas”, detonaciones de aire que los agentes usan como aviso a los manifestantes.

Escopeta de balas de goma / SÒNIA CALVÓ

Irídia entiende que para las personas las escopetas de bala de goma son “perfectamente reconocibles” y que por tanto la policía hace un uso “intimidatorio de ellas aunque no pueda dispararlas”. La entidad se pregunta porqué si el cuerpo de policía dispone de una pistola concreta –la de 40mm– para las “salvas” sigue utilizando las de balas de goma. Para el colectivo, la prohibición del uso de las balas en Catalunya debería suponer también la prohibición del arma.

Según Irídia y Novact, las actuaciones del viernes y el sábado atentaron contra el derecho de manifestación, pero también lo hicieron en algunos momentos contra el derecho a la información. Así lo considera también el Sindicato de Periodistas de Catalunya, que ha tildado de “violencia inadmisible” el operativo de los Mossos. Al menos cinco fotógrafos fueron agredidos el viernes en el cruce de Provença con Roger de Llúria, según recoge el sindicato en un comunicado; el fotoperiodista Jordi Borrás explicó ante las cámaras de Tv3 este lunes que los policías incluso cargaron contra ellos dentro del control de seguridad.

Aunque no fueron sólo los gráficos los que recibieron. Un periodista del Ara publicó un vídeo en redes donde la policía carga contra él pese a tener las manos alzadas al grito de “prensa”. Como él, varios denunciaron agresiones. Carla Vall no ve fortuitos los golpes a los profesionales de la comunicación: “El asedio no es casual. La prensa es un objetivo específico”.

Los Mossos, preguntados por este medio, han declinado hacer ninguna declaración sobre las diversas acusaciones de las entidades. Sí han confirmado los datos oficiales: la actuación policial se saldó con nueve detenidos, todos ellos en libertad con cargos a estas alturas. Los hay que ponen en cuestión dichas detenciones, calificándolas de “arbitrarias”. “Estamos viendo una sistemática vulneración del derecho a la protesta no sólo ayer sino también durante la movilización del 8M, donde hubo retenciones e identificaciones arbitrarias”, cita Thais Bonilla, de Novact.

Según Irídia y Novact, es muy sencillo arremeter contra cualquier manifestante pero no así contra los agentes, que siguen sin lucir de forma visible el número de idenfiticación en el pecho y la espalda. Sin dicho número no se pueden emprender acciones legales contra ellos. Irídia insiste en la necesidad de que se apruebe un “sistema de identificación de agentes antidisturbios correcto y que no ampare la impunidad”.

“Este fin de semana volvimos a imágenes de brutalidad de 2014 en una manifestación”, denuncia Thais Bonilla. Por ese motivo, su entidad, Novact, pero también Irídia, recogen información sobre las actuaciones y no descartan acciones legales por ellas. Por su parte, los CDR han destacado que los operativos de la policía catalana buscan “generar miedo” y han anunciado ya una batería de acciones en la calle para esta semana: cortes y concentraciones que pueden ser más en función del destino de la orden de extradición de Carles Puigdemont.

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Besòs, 1990. Periodista. Ha contado historias en 'Cafèambllet', 'Sentit Crític', 'ARA', 'MondoSonoro' o 'eldiario.es', y se ha formado para ello en el Máster en Comunicación, Periodismo y Humanitades de la UAB. Miembro del colectivo de periodismo narrativo y acción social, SomAtents. Sobre todo Barcelona en 'Catalunya Plural'.

1 comentari

  1. Quizá deberían repartir besos y abrazos para disolver a los violentos que son los que quedan para liarla cuando acaba todo.