Un arreglo catalán es lo que hace falta para acabar con esta situación insoportable. Llegué a esta conclusión escuchando a un hombre sabio, Jesús Eguiguren, un socialista guipuzcoano que vivió años con la pistola de ETA en el cogote y que negoció con la banda el principio del fin de la violencia. Lo que hace falta no es una solución definitiva, por qué no la hay, sino un arreglo, nos dijo Eguiguren. Una suerte de apaño como el que permitió empezar a pacificar la sociedad vasca. Un arreglo que no puede ser, al menos de entrada, con el Estado, porqué quienes gobiernan España no están por la labor y quienes están en condiciones de gobernar Catalunya piden la luna.

Debe ser algo más modesto, aunque tanto o más difícil de conseguir que reformar la Constitución o negociar una modalidad de referéndum que quepa en ella. Hace falta que los catalanes hablemos entre nosotros. Como hicieron los vascos. ¿Hablar de qué? De cómo podemos acabar con el mal que divide nuestra sociedad. Un mal que se sabe cómo empieza pero no como puede acabar, como bien saben los vascos.

Son muchas las diferencias entre Euskadi y Catalunya. Empezando por el contraste entre la violencia que toleró parte de la sociedad vasca, y el talante pacífico del grueso del independentismo catalán. No se trata, por lo tanto, de importar el bacalao al pil pil como hiciera Pepe Carvalho, sino de buscar una receta catalana. Un mar y montaña que permita sentar en una mesa a políticos que ahora no imaginamos ni siquiera paseando por la misma calle. Aunque sea en la rebotica de una tasca poco frecuentada.

Cuando Eguiguren se reunía en secreto con Otegi no era para resolver la agenda de Euskadi con España, era para algo más modesto: buscar un arreglo vasco. Menos que una solución, pero más que la ‘conllevancia’ orteguiana. ¿Sabía a poco? Puede. Pero todo es relativo. Sobre todo cuando la alternativa es la violencia o, en el mejor de los casos, la mera cohabitación entre dos comunidades. Algo que también nos podría pasar aquí.

Pues eso. Que hablen quienes pertenecen, hoy por hoy, a universos que parecen irreconciliables. Que no pretendan resolverlo todo. Que busquen un arreglo que permita vivir en paz, como se vive hoy en las calles de Bilbao o San Sebastián. Un arreglo que evite el infierno, restañe las heridas, restablezca las reglas del juego y facilite la vuelta a su casa de los presos. Luego, todo se andará.

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Periodista i escriptor

1 comentari

  1. Pablo Portales on

    El rescate del diálogo político entre Jesús Egiguren y Arnoldo Otegi que hace Andreu Claret para hacer “un arreglo vasco” muy oportuno. Me surge la pregunta si la televisión ha invitado a un programa a estos dos políticos vascos para que enseñen su experiencia. Una idea para “Salvados” de Évole.