Entre la calle Padilla y Lepant hay una plaza sin nombre.Con mi amigo José Luis siempre decimos que si el nomenclátor fuero justo debería llevar los nuestros porque siempre tomamos la última en un uno de sus bancos. Una noche nos encontramos con una chica que paseaba a su perro. Vive en el passatge de Boné y nos contó que tiene los días contados. Ella vive ocupando una antigua casa de los años veinte del siglo pasado. Justo enfrente residen unos ancianos. Cuando estos mueran todo se irá al suelo y no quedará nada, sólo el recuerdo.

Con José Luis solemos llegar a la plaza desde el carrer de l’Encarnació porque volvemos de Gràcia. La repetición crea conocimiento y por eso tenemos un ritual de paseo. Antes de llegar a nuestro punto de despedida abrimos una puerta y recorremos una triple calle medio escondida: el pas, el passadís i el passatge de l’Encarnació. El silencio nos lleva y al salir vamos directos hacia nuestro destino.

Pero para el artículo tiene sentido empezar la ruta desde otro lado, en ronda Guinardó con Padilla. Bajamos esta calle y a la derecha se abre un camino sinuoso en forma de L que desaparece en el carrer del Mas Casanovas. Es el torrent del Lligalbé, data de 1147 y está amenazado. Justo donde la L coge su forma hay una antigua granja que desde mediados de la década de los cuarenta pertenece a la familia Guillén.

Passatge de Boné / JORDI COROMINAS

Hoy por la mañana he pasado por la zona con la intención de sacar fotos para este artículo. Al lado de la granja hay una piedra con una inscripción antigua y un huerto que antes estaba cubierto. Como la mañana era magnífica un señor trabajaba su cosecha. Se llama Paco y vive en los aledaños desde 1940. De hecho es quien posee los terrenos de la granja, que fue de su familia. Sufrió una traqueotomía y habla con dificultad, pero mediante sus palabras ha sido cómo hablar con la memoria del barrio. Al cabo de pocos minutos ha llegado una mujer y entre ambos, con pocas pistas han propiciado que pueda reconstruir lo que fue este sector hasta hace bien poco.

Tras charlar con ellos, y saber que nuestro querido Ajuntament quiere desmantelar lo que queda del torrent a partir de julio, volví a casa. La referencia esencial para comprender la evolución de esta parte del Baix Guinardó es la existencia del antiguo campo de fútbol del Europa, situado justo encima de los cuarteles militares de Girona, desde 1995 un inmenso parque. En un plano de 1933 se aprecia cómo el perímetro del campo lindaba con el passatge de Sant Pere, el siamés de Boné. Volveremos a ellos. El mapa muestra también como el campo impedía el crecimiento del carrer de Lepant, que tampoco aparece en una cartografía de 1947, donde en cambio ya consta el carrer de l’Alcalde de Móstoles, extensión de Marina que debe datar, según informa el catastro, de 1943, al menos esa es la fecha de construcción de su maltrecho número 15.

En esta misma carta se entiende la progresiva operación de poda del torrent del Lligalbé, que era la continuación del extinto camino de la Legua, fagocitado como el carrer de la Bona Sort por la ronda Guinardó. Entonces Lligalbé moría en travessera de Gràcia. En algún momento el carrer Lepant se lo comió.

La conversación con Paco y Montse ha sido emocionante. Los dos no hablaban del estadio del Europa, sino del Velódromo. Después de la guerra el campo redujo su extensión para propiciar la expansión de la cuadrícula y combinó fútbol y ciclismo. Desapareció en 1964, algo visible por el estilo arquitectónico de las casas del que fue su espacio. De este modo los passatges de Boné y Sant Pere, pioneros urbanísticos de un mundo rural, iniciaron su metamorfosis en reliquias de un tiempo imposible de recuperar.

Hacia 1920 Manuel Boné, fabricante de arpilleras, compró los terrenos y encargó al arquitecto Luis G. Colomer la construcción de las viviendas. En Barcelona es muy normal que los pasajes lleven el nombre de su propietario. Las casas del passatge de Boné tienen balcones que dan a las de Sant Pere, que ahora convive con muchos bloques modernos que dan al espacio una sensación desoladora por algunos huecos vacíos. Anuncian una previsible demolición de los vestigios vivos. Algunos de ellos, recónditos para ojos normales, mantienen la esencia rural. En el número cinco de Sant Pere brotan los árboles y un esplendor insólito. Por eso mismo es secreto.

Pati de la casa del número cinc del passatge de Sant Pere / JORDI COROMINAS

Ambos pasajes se enlazan con una escalera que podría contar infinitas historias del barrio. Si la descendemos y vamos hasta el cruce de Sant Pere con Alcalde de Móstoles apreciaremos una hermosa casa noucentista, poco considerada porque en la ciudad el Modernismo abusa de merchandising y eclipsa todo lo demás.

En este punto decido regresar al torrent del Lligalbé. Átalo bien. Es posible, así lo sugieren otras voces consultadas en la red que trabajan duro para salvar este patrimonio, que hasta hace bien poco los pasajes se encadenaran con la plaça de Jordi y José Luis, confiriendo unidad al conjunto, también remarcada por otra defunción: la del centro Estanislau Kotska, ocupado ahora por un centro sanitario y una higuera vallada. Tras dejar atrás mi dominio piso cemento irregular, tanto que hasta parece que el suelo esté repleto de la marca de otros transeúntes. En la esquina donde se conserva la Granja Guillén oteo a mi izquierda y sonrío triste ante un muro con vegetaciónde evidente lustro añejo. Pienso en Paco y en todo el Guinardó. Los ayuntamientos de Barcelona siempre han preferido las vías anchas a la estrechez de otrora. Con Lligalbé, como con tantos otros lugares, deberían pensar en el verdadero sentido de la identidad. Los barrios deben conservar sus hitos funcionales para no perderla. De otro modo la izquierda tan alternativa según sus propias premisas no hará sino amoldarse a la homologación neocapitalista mientras destroza obras que van más allá de su funcionalidad. Son Historia y si desaparecen Pasolini tendrá aún más razón al mentar el lamentable llanto de la excavadora.

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Ciutadà europeu i escriptor. El meu últim llibre és La ciutat violenta.

3 comentaris

  1. Quans més gent reivindiquen aquests espais potser les autoritats municipals facin quelcom per preservar-los.Porto anys reivindicant el torrent de LLigalbé com un patrimoni de la ciutat molt important a tenir en compte, ja se que no es l’Hospital de Sant Pau ni la Sagrada Familia, però forma part dels espais a recuperar del barri del Baix Guinardó. Tot i els recursos que he posat a l’empresa que farà la demolició, sembla que l’excavadora arribarà un dia d’aquests. El proper diumenge 6 de maig, a la Festa de la Primavera del barri, a las 12,45, tornaré a explicar als veïns què es el torrent de Lligalbé i el per què de la seva preservació. Moltes gràcies per l’article. M’ha agradat molt i te molta sensibilitat. Carles Sanz

  2. És una llàstima perdre els nostres orígens, els records de la nostre infantesa, perdem poder jugar al carrer amb tranquil·litat . Jo ara sóc mare i m’hagués agradat poder ensenyar-li al meu fill hon jugava jo i el que era el barri. A la meva família ja la van fer fora per fer el carrer Lepant i resulta molt trist el que era el barri i en lo que s’ha convertit

    • pedro hernandez guirao on

      jo tambe jugaba de petit al barri, el meu domicili era Pasatge de Bone lletra C, tots els muus recors i son al barri ” de los botes” entre la lleteria del Pencho, i la tenda del sr, Manolo. Una forta abraçada per a tothom

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